Discursos dados por Sai Baba​ – 11. 20/04/75 El Ramayana para todos

Discursos dados por Sai Baba

{SB 13} (39 discursos 1975 a 1977)

11. 20/04/75 El Ramayana para todos

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 09 cap. 44 )

El Ramayana para todos

20 de Abril de 1975

Srindavan

EL RAMAYANA ES UN libro guía, un texto sagrado, una escritura que inspira a todos los individuos, en todos los lugares, cualquiera que pudiera ser su credo o su condición. Él transmite serenidad, equilibrio, ecuanimidad, fortaleza y paz interna. La paz es el mejor tesoro, sin la cual el poder, la autoridad, la fama y la fortuna son áridos y onerosos. Thyagaraja expresó en sus canciones que no puede haber felicidad sin paz interna.

Para obtener esta paz y estar inalterablemente establecido en ella, el hombre debe desarrollar la práctica constante y el desapego total. Desde el nacimiento hasta la muerte, el hombre es esclavo de los impulsos y sus vacilaciones, que deben ser examinados, y depender cada vez más de aquellos que lo lleven hacia el gozo subjetivo en vez del placer objetivo. Se puede adquirir el gozo subjetivo mediante la armonía en el hogar, la cooperación mutua entre tos miembros de la familia y la comunidad, los actos de servicio a los demás y la preocupación por el bienestar y la prosperidad de la sociedad en la que uno vive.

El Ramayana enseña los ideales que deben ser adoptados por el padre, el hijo, la madre, el amigo, el sirviente, el amo, el maestro, el estudiante, etcétera. El hogar feliz es la célula básica del organismo nacional, que asegura un mundo feliz, porque la humanidad es una familia, y si cualquier unidad está triste o está luchando en la angustia, ¿cómo puede el resto estar segura o satisfecha?

El desapego no implica renunciar a los lazos familiares o salir huyendo hacia la soledad de la selva. Significa renunciar al sentimiento de que las cosas son permanentes y pueden dar gozo supremo. La mente le juega trucos al hombre haciéndole creer que algunas cosas son buenas y otras son malas; que algunas son eternas y otras transitorias. Ustedes pueden tener un plato lleno de comida enfrente y parecerles delicioso; pero si el cocinero les dice que una lagartija cayó en la olla cuando estaba en el fuego y que fue cocinada viva, toda la fascinación por la comida desaparecerá en un soto instante. No hay ningún objeto que no tenga ninguna falla o defecto; no hay gozo que no esté mezclado con dolor; no hay ningún acto que no esté manchado con egoísmo. Así que presten atención y desarrollen el desapego que los salvará del pesar.

El Ramayana inculca este desapego sabio, válido y valioso. Rama gustosamente se va al bosque, exiliado, al saber que ése era el deseo de su padre; y recuerden, justo en ese momento iba a ser coronado emperador exactamente por la misma persona que le ordenó el exilio. Mientras en el Ramayana personajes de alto rango renuncian a posiciones de autoridad, actualmente vemos personas sin ningún poder o derecho, clamando por ocupar esas posiciones. El deber es Dios: ésa es la lección que enseña el Ramayana. La palabra deber ahora se utiliza para indicar los métodos mediante los cuales uno ejerce su autoridad. ¡No! El deber es la responsabilidad que ustedes tienen de respetar y reverenciar a los demás y servirlos de la mejor manera posible. Ustedes pretenden la libertad de caminar agitando su bastón a su alrededor; pero el hombre que viene detrás tiene tanta libertad como ustedes para usar el mismo camino. Ejerzan su libertad de manera que no limite o dañe la libertad de los demás; ése es el deber que se vuelve adoración.

Cuando Rama, Sita y Lakshmana llegaron a la ribera del río Ganges, Sumantra, el viejo ministro de la corte, que los había llevado lejos en el carruaje real, no los podía seguir porque su deber era regresar a la capital, así que regresó aunque con llanto en los ojos. Guha los llevó en bote al otro lado del río; entraron en el bosque y comenzaron a caminar en fila a través de la espesa selva; Rama adelante, Sita en el medio y Lakshmana detrás, y pronto llegaron a la ermita de Valmiki. Cuando el sabio salió para darles la bienvenida, Rama le pidió que le indicara un lugar donde pudiera residir. Valmiki dijo: «Nosotros los sabios residimos en ti; tú resides en nosotros. ¿En qué otro lugar puedo pedirte que residas? Aunque has tomado esta forma humana, tú te revelas por la belleza que brilla en ti».

La belleza de Rama era la belleza de la paz interna, el esplendor que llena a uno cuando está consciente de vivir en dharma. El Ramayana también enseña la necesidad de renunciar a la falsa identificación con el cuerpo. Cuando Rama vio a Tara gimiendo sobre el cuerpo de Va¡¡, le impartió lecciones sobre la transitoriedad del cuerpo y la tontería de identificar a una persona con el vehículo que usa en su viaje hacia la divinidad.

Cuando el deseo por lo efímero vence al hombre, él está perdido; se aleja de su meta. Piensen en Sita. Ella renunció a todo lo que pensaba que le daría comodidad en los palacios de su padre y de su suegro y prefirió seguir a Rama al bosque. De esta manera se aseguró la proximidad y la presencia del Señor, pero cuando vio al ciervo dorado lo anheló y envió a Rama y a Lakshmana tras él, para que ella lo pudiera acariciar y alimentar y además domesticarlo. ¿Cuál fue el resultado de este fatal deseo? Se vio obligada a vivir alejada del Señor y a suspirar por Él por mucho tiempo con gran angustia.

Cuando Rama está instalado en el corazón, todo lo demás les será añadido: fama, fortuna, libertad, plenitud. Hanumán sólo era el jefe de los monos hasta que conoció a Rama; fue ministro en la corte de su amo, pero cuando Rama lo comisionó para que buscara a Sita, es decir, cuando Rama se instaló en su corazón como guía y guardián, Hanumán se volvió inmortal. Dasarafa (Dasasignificadiez y rathacarruaje), el padre de Rama, simboliza al «hombre» que opera con sus diez órganos de los sentidos, los ojos, los oídos, la nariz, etcétera. Sus tres esposas vienen a ser los gunas (atributos) del hombre, y sus cuatro hijos simbolizan los cuatro propósitos de la vida. Lakshmana también representa el intelecto y Sita es la verdad. Hanumán es la mente, la que cuando es controlada y entrenada, es el depósito del valor. Sugriva, el amo de Hanumán, es el discernimiento o discriminación. Con éstos para ayudarse, Rama busca la verdad perdida y triunfa, ésa es la lección de esta epopeya para toda persona.

La cultura de esta tierra está basada en los altos ideales de la rectitud, contenidos en el Ramayana y el Mahabharata, en los que Dios ha guiado a la humanidad en el ropaje del hombre. Hay una historia de Alejandro Magno, que ilustra la gloria de la cultura india. Parece que Alejandro solía ir de incógnito a los pueblos alrededor de su campamento en la India, para aprender los hábitos y las costumbres de esa extraña tierra, a la cual el destino le había traído. Un día encontró que un hombre le estaba suplicando a otro que aceptara una vasija de oro, que el otro ni siquiera aceptaba mirar. Supo que la vasija de oro habla estado enterrada en el terreno que el primero le había comprado al segundo y éste rehusaba aceptarla. El comprador argumentaba que solamente había comprado la tierra y que, por lo tanto; no tenía derecho a la vasija de oro; el vendedor decía que no tenía ningún derecho sobre cualquier cosa que se encontraba sobre o dentro de la tierra que había vendido. Alejandro observó este desacuerdo durante un rato; ninguno de los dos cedía. Finalmente acudieron los mayores del pueblo a fin de que decidieran sobre el asunto. Y mientras Alejandro observaba, los mayores encontraron una feliz solución: el hijo del comprador se casaría con la hija del que vendía y, como dote, le darían a la novia la vasija de oro. Alejandro se regocijó al ver a qué alturas podía llegar la virtud humana. También se sintió avergonzado de su ambición aventurera de conquistar por las armas la propiedad de otros. Cada indio debe por lo menos estudiar y practicar los ideales esenciales de la antigua cultura de la India, de m
anera que el mundo pueda obtener el beneficio de las grandes lecciones que ésta puede brindar.

En este día, cuando se celebra el nacimiento de Rama, deben dedicar sus actividades a esos ideales presentes en la vida de Rama. El estar vivos en este día es una bendición, porque pueden conocer estos ideales y los medios por los cuales pueden practicarlos en la vida diaria. Hay muchos que pasan mucho tiempo recitando mecánicamente el nombre de «Rama», o leyendo de forma sistemática todo el Ramayana de acuerdo con un horario fijo, o que adoran diariamente las imágenes de Rama, Sita, Lakshmana y Hanumán en un ritual llamativo y pedante; pero, al igual que la persona que avanza y retrocede, estas personas no hacen ningún progreso, así pasen años. Sin adquirir pureza de pensamiento e intención, compasión y deseo de servir, estas expresiones y exhibiciones externas sólo son formas de engañarse a ustedes mismos para hacer que la sociedad los aplauda como grandes devotos. Su visión debe volverse hacia adentro y transformarse en intuición que sirva para purificar y clarificar.

La gente habla despreocupadamente de la visión que libera. El que ve y lo visto, deben unirse y volverse Uno, y experimentarse solamente como Uno, sin un segundo. Ésa es la verdadera visión liberadora.

Ustedes pueden tener una fruta en su mano, pero a menos que la coman, la digieran y la hagan parte de su propia naturaleza y de ello deriven fortaleza, no sirve de nada. Fusiónense con la Divinidad que realmente son; ésa es la consumación.

Para alcanzar esta meta, tienen que actuar con rapidez. Primero examinen su situación actual. Descubran sus defectos y vean si no están dañados por el egoísmo, la codicia, la insinceridad, la desobediencia y la pereza. Porque con estas faltas es difícil coribentrar los pensamientos en Dios interna y externamente.

También deben cultivar la cualidad positiva del amor (prema), porque la encarnación de prema sólo puede ser realizada a través de prema. Ése es el mensaje que el Ramayana da a todos los que lo estudian con un deseo sincero de aprender. Ése es el mensaje que quiero darles el día de hoy.

Srindavan

20 IV 75