Discursos dados por Sai Baba​ – 27. 25/12/76 Jesús

Discursos dados por Sai Baba

{SB 13} (39 discursos 1975 a 1977)

27. 25/12/76 Jesús

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 10 cap. 10 )

Jesús

25 de Diciembre de 1976

EL HOMBRE ES como una semilla. La semilla germina, se convierte en brote, crece hasta llegar a ser un árbol y cumple con su destino ofreciendo flores y frutos al mundo. Asimismo, el hombre crece desde la nińez a través de la adolescencia, hasta la juventud y la edad mediana, y cuando ha crecido completamente, tiene que justificarse ofreciendo al mundo las flores y los frutos de buenos pensamientos y acciones, adquiriendo él mismo la plenitud de la sabiduría. Un pájaro necesita de dos alas; una carreta debe tener dos ruedas. Sin éstos, están realmente impedidos. El hombre también debe tener dos tipos de conocimiento: uno que sirva de base para vivir y el otro que sea el objetivo por el cual vivir. El primero lo ayuda a ganarse la vida y el segundo lo premia por haber vivido. Uno son los medios para vivir, otro, el objetivo del vivir. El primero nos permite reunir las riquezas materiales que hacen nuestra vida cómoda y segura; el segundo contesta las preguntas que nos obsesionan y nos presionan: de dónde hemos venido, hacia dónde vamos, cómo se originó el Universo, etcétera. Ninguna religión se interesa en el primer tipo de conocimiento, todas están interesadas en acentuar solamente el segundo tipo. Cada uno de ustedes le tiene que prestar atención a este segundo tipo más que al primero, porque también tiene un efecto benéfico sobre el primero.

En todas las tierras y comunidades, el hombre ha establecido ciertas normas y reglamentos para asegurar el funcionamiento ordenado y uniforme de sus actividades cotidianas dirigidas al proceso de vivir. Como se han vuelto parte del código de conducta, también se les describe como «disciplina». También pueden ser incluidas en los principios básicos del dharma (la rectitud). El dharma promueve la paz y la felicidad, el contento y la alegría. En toda comunidad han aparecido de vez en cuando grandes personalidades que elaboraron y reformaron los códigos y los adaptaron a las necesidades del momento.

Hoy en día, no debemos luchar por una nueva religión, una nueva sociedad o un nuevo código de moralidad; ya existen en cada país y raza. También se tienen ya los planes básicos para el cultivo del espíritu establecidos en la mayoría de las religiones. Lo que necesitamos son personas que hayan alcanzado pureza en todos los niveles de conciencia. El hombre puede alcanzar la perfecta bienaventuranza cuando su corazón esté libre de envidia, egoísmo, codicia y otros rasgos malignos. Se necesitan personas que puedan reconocer y apreciar el parentesco e identidad entre los hombres, así como también entre las sociedades. Tienen que moverse más allá de los linderos del limitado «yo», para liberarse de la red de los sentidos. Tienen que saltar las murallas del fuerte llamado cuerpo y entrar con entusiasmo en el amplio mundo que está más allá. Desde el estrecho punto de vista de la necesidad individual, el hombre debe arribar a la amplia visión de lo universal. Cuando una gota de agua cae en el océano, pierde su estrecha individualidad, su nombre y forma, y asume la forma, nombre y sabor del océano mismo. Si busca vivir separadamente como una gota, pronto se evaporará y dejará de existir. Cada uno debe volverse consciente de que es parte de la verdad única que abarca todo en el Universo. Es censurable aferrarse durante toda una vida a los estrechos y bajos senderos del egoísmo, la envidia y la codicia. Engrandezcan su corazón y purifiquen su mente. Sólo entonces pueden establecerse la paz y la prosperidad en la tierra.

Hoy es un día sagrado, el día en que nació Jesús. Él se anunció como el mensajero de Dios. En realidad, todos los humanos nacen como mensajeros de Dios, su poder y su gloria. Nadie ha encarnado simplemente para comer y para satisfacer sus sentidos. La vida humana es mucho más valiosa que eso. Es por eso que la capacidad de apreciar la belleza, la verdad y la bondad sólo ha sido otorgada al hombre.

Para adquirir la conciencia de la Divinidad no es necesario ir a ningún lugar o región en especial. Es suficiente dirigir el ojo hacia el interior. En el Bhagavad Gita, la realidad interna, el Alma, se describe como «esplendorosa, como mil millones de soles». Pero el hombre no se ha vuelto consciente de la luz y el poder en su interior; todavía se revuelve en la oscuridad de la ignorancia. Las Escrituras proclaman que los hombres son los hijos de la inmortalidad. Pero el hombre no está consciente de esta gloriosa herencia; siente que es mortal, que el fin es inminente y que su existencia es temporal. Las Escrituras también dicen que el Alma, el verdadero núcleo del individuo, es la encarnación misma de la bienaventuranza. Pero el hombre, ciego ante esta verdad, invita al pesar y a la ansiedad para que ejerza dominio sobre él, y rechaza el gozo que le espera. Todo hombre es un mensajero para los hombres, en quien se ha confiado la tarea de divulgar el conocimiento de la alegría que están perdiendo. Si hace mal uso de esta misión y desperdicia sus ańos complaciendo a los sentidos, sólo pierde la oportunidad y se rebaja al nivel de las bestias. Él, que se anunció a sí mismo como mensajero de Dios, a través del florecimiento de la divinidad y la expansión de la compasión y el servicio, evolucionó hasta una etapa cuando se declaró como el hijo de Dios; finalmente se elevó hasta la posición de «Yo y mi padre somos uno».

Cuando Jesús declaró que él era el hijo de Dios, llegó a tener derecho a la majestad y el poder paternos, los cuales sólo se pueden reclamar cuando se han adquirido las cualidades que el padre tiene. Como resultado él logra la unión, que lo lleva a declarar: «Yo y mi padre somos uno». Las Escrituras dicen: El que conoce a Brahman se vuelve Brahman (Dios).

El pensamiento hindú se refiere a estas tres etapas como dvaita, visistadvaita y advaita. El mensajero y el que lo envió están básicamente separados; esta etapa es dualista o dvaita. El hijo y el padre, aunque son dos entidades separadas, están unidos por el carińo y sentimientos y actitudes afines. Son como el todo y la parte, el cuerpo y el miembro. Esta etapa se llama visistadvaita o no dualidad calificada. Y cuando el hijo y el padre son uno, la etapa es la de advaita, la no dualidad.

Hasta un nińo estaría ansioso de pasar de un grado al grado superior, detestaría quedarse en la misma clase, vegetando durante ańos. Entonces, żqué podemos decir de personas con inteligencia y discernimiento, que están satisfechas con el logro de los niveles más bajos? Jesús pasó por todo el proceso e inspiró a la humanidad mediante su ejemplo y sus enseńanzas para que fueran generosos y amables, desapegados y tuvieran la facultad de discernir y además trajeran luz y amor a todos. Él atrajo hombres mediante sus milagros y los transformó en apóstoles y servidores ejemplares del hombre.

Deben darse cuenta de que la corriente divina que fluye y funciona en todo ser viviente es la entidad universal única. Cuando desean entrar en la mansión de Dios, se encuentran con dos puertas cerradas: el deseo de alabarse a ustedes mismos y el deseo de difamar a los demás. Las puertas tienen el cerrojo de la envidia, y también está el enorme candado del egoísmo que evita la entrada. Así que si son serios y tienen empeńo, deben usar la llave del amor y quitar el candado; entonces quiten el perno y abran las puertas de par en par. La verdadera educación los debe capacitar en esta difícil operación.

Ustedes se capacitan en varias materias de estudio, pero la más elevada de todas las materias de estudio es la instrucción en la conciencia interna, el anfahkarana. Thyagaraja, el famoso místico, poeta y cantante, aconseja a todas las personas que desean bańarse en los ríos sagrados, que se bańen en el océano, porque las aguas de todos los ríos desembocan en él. Por lo t
anto, un bańo en el océano significa bańarse en las aguas de todos los ríos al mismo tiempo. De igual manera, si se le llega a dominar, el atmavidya (conocimiento del Alma) es la clave de todo el conocimiento. Nos enseńa eso que si es conocido, nos permite conocer todo lo demás. Nos revela que el Uno está en los muchos y que los muchos realmente son Uno. Todo esto está envuelto por Dios, como lo declara el Sruti. Sadhana es el nombre para designar la disciplina mental y el esfuerzo intelectual para realizar esta unidad. Jesús sacrificó su vida y virtió su sangre para inculcar amor y compasión en el corazón del hombre, para que pudiera ser feliz cuando otros eran felices y triste cuando otros estaban tristes. No es mediante festividad y diversión que ustedes pueden celebrar la Navidad. Celébrenla más bien tomando la resolución y poniendo en práctica por lo menos uno de los ideales que él enunció, o empeńándose en alcanzar por lo menos una de las metas que él puso ante el hombre.

En memoria de este santo día, permítanme pedirles que alejen dos males de su mente: el autoelogio y la difamación. Adopten un hábito: el hábito del servicio amoroso a los afligidos. Pero si invierten todo su tiempo y energía en comodidad mundana y en placer sensual, están deshonrando esta existencia humana. La vida no es para pasarla solamente comiendo; comer es sólo una necesidad para vivir. Ustedes consideran esta habitación suya como su cuerpo; no, es el templo de Dios. Dios reside en él. Manténganlo limpio, fresco y fragante a través del desarrollo de la compasión y el amor. Usen el templo de Dios sólo para pensamientos, palabras y actos sagrados, no lo degraden usándolo para tareas malas, triviales e impías. Dondequiera que estén, cualquier cosa que hagan, que esta resolución sea firme y fuerte.

Brinda van

25 XII 76