Discursos dados por Sai Baba – 01. 01/01/64 Héroes, no ceros

Discursos dados por Sai Baba

{SB 04} (52 discursos 1964)

01. 01/01/64 Héroes, no ceros

1 de Enero de 1964

Prasanthi Nilayam

El Pandit Sathyanarayana Avadhanulu pudo haber hablado un poco más, pero se detuvo pronto quizá para darme más tiempo. No deben mostrar indiferencia cuando otros hablan, pues todo el que se dirija a ustedes aquí les está dando el néctar de los Vedas o de los Shastras y este néctar es siempre dulce y liberador. Además, él dijo que esta tarde nos estamos reuniendo para celebrar el día de año nuevo, el primero de enero de 1964. Bien. ¡Ésta es una ilusión dentro de una ilusión mayor! Se celebra este día como si marcara un gran cambio, como si ayer fuera algo diferente porque pertenecía a 1963 y hoy algo totalmente distinto porque es 1964. La gente celebra este día con paseos, juegos, bebidas y fiestas, asisten al cine, estrenan ropas, se hacen regalos y saludan a todos con alegría. Gastan su dinero y su energía en la persecución de la frivolidad, de las emociones y los estímulos.

Todo esto se debe a la costumbre que considera especial este día. De hecho el año no es sino una convención. Hay tantos días de año nuevo como días hay en el año; muchas comunidades y países tienen sus propios calendarios distintos entre sí. No es que sea único el primero de enero o el primero de chaitra (el primer mes del año télegu). El año es sólo un nombre para indicar un número de meses, el mes, un número de días, el día, un número de horas, la hora es un periodo contado en minutos y un minuto es un nombre para sesenta segundos. Cada segundo es nuevo: es un don, una suerte, una oportunidad, algo para celebrar y que ustedes deben usar para su propia elevación. Es decir, cada segundo es una nueva oportunidad que se les da para adiestrar la mente, refinar el intelecto, purificar las emociones, fortalecer la voluntad, confirmar la convicción de que son el Atma inmortal, el Ser, la Conciencia infinita.

Agradézcanle al Señor que les haya dado tiempo y acción con qué llenarlo. Les dio alimentos pero también apetito para disfrutarlos. Sin embargo, esto no les da derecho a dedicarse a la acción indiscriminadamente. Cuando construyen una casa, instalan una puerta. ¿Cuál es el objeto de ésta? El de recibir con agrado a todos los que aprecian y mantener afuera a todos los que no desean que entren. Tiene una doble finalidad. No mantienen las puertas abiertas de par en par para que entre cualquiera. Así también, seleccionen los impulsos, los motivos, los incentivos que entran en su menté y mantengan afuera lo degradante, lo envilecedor, lo pernicioso. Admitan la sabiduría superior de las escrituras, el conocimiento obtenido en el crisol de la experiencia.

No toda el agua es potable. Hay que evitar las aguas estancadas, es mejor el agua corriente; seleccionen y beban. Usen el mosquitero, pero cuiden que los mosquitos no entren cuando se vayan a acostar; manténganlos afuera, no los aprisionen dentro de la red. Naveguen en la barca que flota en el agua pero no permitan que ésta la inunde. Estén en el mundo pero no consientan que el mundo los absorba. Usen las puertas inteligentemente para dejar entrar a quienes aprecian y mantener afuera a quienes no necesitan. El loto nace del lodo, se yergue por encima del agua y levanta su cabezuela mirando al cielo; ¡rehúsa mojarse aunque el agua es el elemento que le da vida! Sean como el loto.

Por la acción hecha con todo este cuidado la visión se clarifica. El hombre está cegado por el mundo objetivo y cree que el mundo es real, significativo y que merece ser gozado. Las cataratas se originan en los ojos y les roban algo de su capacidad; las cataratas son enemigas de los ojos. La ignorancia —catarata del ojo interno— enceguece al intelecto y así éste no puede ver a la Divinidad que es su verdadera naturaleza. La ignorancia es engañosa y los hace tener la impresión de que ustedes son hombres cuando en realidad son Dios.

La cuerda es confundida con una culebra y el que así la percibe huye por el miedo. La verdad es que no es el ojo el órgano que ve; ¡hay muchos cuyos ojos son sanos (hasta donde los médicos pueden descubrir) pero no pueden ver! El ojo ve porque está iluminado por una chispa microscópica de los rayos del sol. Del ojo nació Surya, el sol. El alma es la fuerza motriz de todos los sentidos; así, los ojos no son sino una ventana por la cual el alma mira hacia fuera, el mundo externo. ¿De qué sirven los ojos cuando la visión no es correcta, es decir, cuando no tienen la visión de Dios, del Uno, en todo, en todas las cosas y en todo instante? Esta unidad es la verdad básica. Todas las demás vivencias son parciales, distorsionadas, falsas. Concéntrense en esto durante su meditación, fíjenlo en su conciencia interna. Ése es el camino de la liberación que deben emprender, y hoy, día primero, es un día tan bueno como cualquier otro para decidir hacerlo. Demasiado han meditado en las riquezas, el salario, los hijos, los parientes, la fama y el nivel de vida. Todos son de menor interés, de valor momentáneo, de provecho dudoso. Mediten y fijen su anhelo en lo permanente, lo verdadero, lo puro, lo inmutable.

Avadhanulu se refirió a algunos incidentes mencionados en el Mahabharata. De ellos yo mencionaré un solo punto, el cual los hará apreciar más el Mahabharata. El Señor tiene a Maya como su consorte, por decirlo así, y tiene un hijo llamado Manas. Este Manas (para continuar la parábola) tuvo dos esposas, Pravritti y Nivritti, el apego y el desapego. Claro está, Pravritti era su esposa favorita y tuvo cien hijos. Nivritti fue maltratada y descuidada y sólo tuvo cinco. Aquí está implícito el simbolismo de los Kauravas y los Pandavas. Aunque los hijos vivieron en el mismo reino, comieron la misma comida y aprendieron del mismo maestro, sus naturalezas diferían grandemente entre ellas. Los Kauravas, hijos del apego, eran codiciosos, crueles, egoístas y vanidosos; los cinco Pandavas, por su parte, representaban cada uno una suprema virtud: la verdad, la rectitud, la paz, el amor y la no violencia. Puesto que eran tan puros y nacidos del desapego, el Señor se volvió su guía. En verdad el Señor será guía de los que lo instalen a él como tal. No considerará que esta posición es inferior. Él es el Eterno Auriga que ha venido para ser el conductor de todos. Es el Señor para todos aquellos que buscan un maestro, un soporte. El espíritu es el amo en cada uno y Krishna es el Atma o Espíritu universal personificado.

Los Upanishads contienen la parábola de dos pájaros posados en un árbol: el alma individual (jivatma) y el Alma Suprema (Paramatma). El árbol simboliza el cuerpo, el mundo. Uno de los pájaros come los frutos del árbol mientras el otro simplemente observa, como un testigo; pero lo maravilloso es que ambos son en realidad uno solo aunque parezcan dos; no pueden estar separados, ya que sólo son dos aspectos de la misma entidad. El vapor en el aire no puede verse, no tiene forma, pero es lo mismo que el hielo que es duro, pesado y frío. La forma y la no forma son sólo dos medios en que el Uno se manifiesta.

El minutero del reloj es el alma individual, el pájaro que come las frutas: gira y gira. La manecilla de las horas, el Alma Suprema, se mueve silenciosa y lentamente, con una cierta dignidad. Una vez cada hora las dos se reúnen, pero el alma individual no mantiene esa consumación fija para siempre, por lo que pierde esa preciosa oportunidad y, así, tiene que seguir dando vueltas indefinidamente. La liberación sucede cuando las dos manecillas se funden y sólo queda una.

La liberación se alcanza cuando los obstáculos en el camino de la verdad son salvados. Por lo tanto, la liberación puede ser obtenida aquí y ahora, no se necesita esperar la disolución del cuerpo físico. El karma, la acción que es necesario llevar a cabo, no debe sentirse como una carga, pues esta sensación es una señal segura de que nuestra acción está yendo en contra de la naturaleza. Ningún karma que ayude a progresar resultará pesado. Solamente cuando va en contra de su naturaleza inter
na ustedes lo sienten como una carga. De hecho llega un momento en que, al mirar hacia atrás de su propia obra, suspiran por la futilidad de todo ello. Confíen pues su mente al Señor, antes de que sea demasiado tarde, y dejen que él le dé cuerpo conforme a su voluntad divina.

Asígnele a su mente la tarea de servir al Señor y se volverá mansa. Al joyero no le envían una pieza que está en buenas condiciones: más bien le encargan la reparación de las joyas que están estropeadas. Así también, denle al Señor su mente, que sin duda necesita una buena reparación, por no decir que una completa reconstrucción.

La mancha que perturba a la mente se llama maya, lo ilusorio, y es como un perro bravo que no permite a nadie acercarse a su amo. Pueden arreglárselas para burlar a este perro si asumen la forma del amo (sarupyam o semejanza), o bien si llaman tan fuertemente que él venga hacia ustedes y los invite a su casa, es decir, ganándose su gracia (samipyam o cercanía). Maya (el perro) es su mascota, y si Él se lo ordena, no les hará ningún daño ni los molestará.

El Señor no viene sólo para salvar de maya a un buen hombre, sino para salvar a la humanidad entera. Claro está, él asume una forma que el hombre pueda amar, reverenciar y apreciar. Él puede dar alegría y aliento solamente si adopta el lenguaje de las comunicaciones humanas. Aun así, muchos temen acercarse a mí pues saben que yo conozco sus pensamientos más recónditos y sus deseos más profundos; pero dejen que les diga: únicamente los animales indefensos sienten miedo. El hombre es hijo de la inmortalidad, no debe abrigar temor alguno. La gente ora delante de imágenes del dios serpiente pero cuando la serpiente aparece en respuesta a sus oraciones, sale corriendo asustada. El Señor se manifiesta para derramar gracia, nunca para infundir terror.

En las orillas del río, cerca de Lucknow, había un sabio que se dirigía a los perros, a las cornejas y a los hombres como Dios. Él había realizado la unidad de todo en la esencia divina. Tal es el resultado del conocimiento o de una devoción profunda, en la cual por dondequiera que se mire no se ve otra cosa que la Divinidad. Mantenerse enfocado en esa felicidad, en esa bienaventuranza que viene de la conciencia de Dios, siempre y en todas partes, es la bienaventuranza continua que disfrutan los sabios.

Como el gusano de seda que teje de sí mismo el capullo que termina siendo su tumba, el hombre teje de su propia mente la jaula en la cual queda atrapado, pero hay un medio para escapar que el gurú puede enseñarles o bien que Dios, dentro de ustedes, puede revelarles. Emprendan la práctica espiritual que les traerá el alivio. Dejen a un lado el papel de payasos y de tontos que han representado durante todas estas edades. ¡Asuman el papel de héroes, no de ceros a la izquierda! Olviden el pasado, no se preocupen por los posibles errores o desengaños. Decídanse y háganlo.

Hay gurús que les aconsejan llevar un diario para anotar en él cada acción pecaminosa que hayan cometido; les piden que lo lean como un ejercicio espiritual a fin de que resuelvan corregirse, pero yo les digo que el escribirlo y luego leerlo sólo servirá para imprimir con más fuerza las malas tendencias de la mente. Es mejor sustituir los pensamientos malos por buenos y limpiar la mente de toda maldad pensando en acciones virtuosas y reflexiones sagradas. Traigan a la memoria únicamente aquellas cosas que valga la pena recordar. Ése es el camino indicado para alcanzar el progreso espiritual.