Discursos dados por Sai Baba – 09. 12/05/81 Las flores que Dios ama

Discursos dados por Sai Baba

{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)

09. 12/05/81 Las flores que Dios ama

( Impreso en castellano en Divinas Palabras 1969-1986 II )

LAS VERDADERAS FLORES DE LA DEVOCIÓN

12 de Mayo de 1981

Dharmakshetra, Bombay

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Cuando se ha limpiado la mente de todo sedimento e impureza y se cultivan sentimientos nobles y puros, entonces puede alborear la Visión de la Sabiduría y se percibe la Creación toda en su real esplendor de Brahman (la Divinidad Suprema misma.

Si no ha de haber flores, no asoman capullos, y si no asoman capullos tampoco habrá frutos. Del mismo modo, si no se lleva a cabo una actividad dedicada al Señor, es decir, libre de deseos, no surgirá la devoción y sin devoción, no clareará la sabiduría.

Encarnaciones del Espíritu Divino: no es correcto ni adecuado para nadie mantenerse siempre en el mismo estado. Así como ningún estudiante aceptaría permanecer siempre en el mismo grado en su escuela, sino que cada año manifestará su entusiasmo por progresar de un curso al siguiente.

En este mismo contexto, a ningún aspirante espiritual le conviene o le es beneficioso mantenerse en un mismo nivel, sin progresar ni ascender cada vez más alto. Nadie debería quedarse atrás manteniéndose en la senda de la dualidad durante toda su vida. Uno debe progresar de la dualidad a la no dualidad calificada y de allí a la no dualidad (es decir, el estado Advaitico) para tratar, finalmente, de experimentar y tomar conciencia del Principio y la Realidad Supremos.

Sin embargo, aun manteniendo esto como el ideal y el objetivo últimos, hay que comenzar por dedicarse a prácticas devocionales como la repetición del Nombre del Señor y la adoración ritual a modo de disciplinas preparatorias.

Esto ha representado la tradición en India: adorar a Dios con flores llevando a cabo las dieciséis modalidades de servicio. Pero hay una modalidad superior a esta forma normal y frecuente de devoción. Esta modalidad superior se practica por medio de pensamientos positivos y puros, a través de una conducta buena y pura. Ello representa un tipo de devoción superior.

Es así que aquel que continúa con sus acostumbradas prácticas devocionales de ofrendas de flores y objetos materiales, que representa la forma inferior de devoción, se mantendrá también en los niveles inferiores y no podrá progresar en la senda espiritual.

Ello no quiere decir que esta forma de devoción no sea necesaria en las etapas iniciales, en donde resulta beneficiosa. Lo que no está bien y resulta lamentable es el permanecer todo el tiempo en este nivel elemental y no evolucionar hacia niveles más altos.

El propiciar a Dios a través de una buena conducta, de buenos pensamientos y de buscar sólo la buena compañía representa una forma muy superior y más noble de adorarlo. Es así que el adorar a Dios a través de las virtudes propias representa una forma mucho más avanzada y superior que la tradicional.

En las Escrituras se hace referencia a esta modalidad como adoración a través de virtudes, gracias a la cual Dios se sentirá complacido y nosotros podremos merecer Su Gracia.

Las verdaderas flores de la devoción son las que siguen:

No violencia es la primera de estas flores.

Control de los sentidos es la segunda flor.

Compasión por todos los seres es la tercera flor.

Paciencia y tolerancia es la cuarta flor.

Ecuanimidad es la quinta flor.

Práctica espiritual ascética es la sexta flor.

Meditación es la séptima flor, y

Verdad es la octava flor.

El adorar a Dios con estas ocho flores puede llevar a ganar Su Gracia plena. Y es mejor que adorarlo con flores obtenidas de la Naturaleza, las que se ponen mustias, pierden su fragancia y se secan en corto tiempo.

En lugar de adorarle con estas flores y ansiar recompensas tan transitorias como ellas, deberían tratar de adorar a Dios con flores reales, duraderas y persistentes: las flores de vuestras virtudes para ganar con ello lo permanente y duradero: la recompensa de la experiencia y la realización de la Realidad última.

Aquí, en India, hubo muchos que llegaron así a alcanzar un estado superior, el estado de la Realización Divina, a través de la práctica de esta modalidad de devoción.

No obstante, es común que la gente siga ofreciendo las flores que otorga la Naturaleza y no se decida por la modalidad superior y, puesto que la recompensa que reciben es tan mezquina y transitoria como las flores que utilizan, siempre están insatisfechos y descontentos. Es por ello que todo aspirante que desee alcanzar el estado más alto de provecho, duradero y permanente, deberá orientarse a la modalidad superior: la adoración con las flores de las virtudes.

Deben darse cuenta, entonces, de que las flores requeridas para la modalidad superior son las flores del propio corazón y no aquellas que crecen en los jardines y que pueden adquirir en cualquier parte por canastas.

Las flores de la virtud que se mantendrán siempre frescas, lozanas y fragantes son las que crecen y florecen en el Brindavan de vuestro corazón.

Encarnaciones de la Divinidad: las flores que emplean diariamente en sus devociones habituales no son creación de ustedes. Sólo se las procuran de árboles y jardines en donde florecen por la voluntad de Dios y ustedes se las ofrecen de vuelta a Él.

¿En dónde está la grandeza de ofrecerle a Dios aquello que sólo El ha creado?

La gente va a bañarse al sagrado Ganges, recoge agua con sus manos y se la ofrece de vuelta al río. El agua que ofrecen no les pertenece, ni les ha sido legada como herencia por sus ancestros ni es creación propia.

En cambio, si del árbol de vuestra vida cortan las flores y frutos que han cultivado y desarrollado, las virtudes que han cultivado en sus corazones, y hacen ofrenda de ellas al Señor, ello representa algo verdaderamente especial y noble.

El cultivar buenas cualidades requiere de un esfuerzo perseverante que les obligará a salvar muchas barreras.

Sólo con el cultivo de las virtudes se purificará vuestra mente como para adquirir unidireccionalidad y llegar a concentrarse en la contemplación y la meditación Divinas. En ausencia de tales cualidades, la mente no logrará permanecer quieta y calma ni por un instante.

Si la mente no está dotada de buenas cualidades y buenos pensamientos, Zcómo podrá centrarse con éxito en la meditación?

Si no han conseguido ladrillos y cemento, 2cómo podrán llegar a levantar una casa?

De modo que si desean empeñar y asumir la mente en la meditación, deben ante todo saturarse de buenas cualidades y de buenos pensamientos.

La primera flor de virtud es la No violencia.

En el lenguaje común .se entiende que No violencia significa no causarle daño físico a ningún ser viviente. Éste no es su sentido verdadero. No violencia implica y significa realmente no causar ningún daño a ningún ser, ya sea de pensamiento, de palabra o de obra. No violencia implica el proceso de limpiar y purificar los pensamientos, palabras y obras propios.

Nuestro pensamiento, palabra y obrar deben armonizarse y unificarse y la ofrenda a Dios debe hacerse con esta flor.

La segunda flor es el control de los órganos sensoriales.

Habitualmente, nuestros sentidos corren desbocados sin restricción ni control alguno. Si se dejara libres a los caballos y a los animales y se les permitiera hacer lo que quisieran, el resultado sería peligroso. Es por ello que debemos controlar y refrenar los sentidos, regulándolos y guiándolos por la senda y en la dirección correcta.

Es a través de la discriminación entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es permanente y duradero y lo que es pasajero y fugaz, que debemos disciplinar nuestros sentidos e imponerles nuestro control.

Encarnaciones del Espíritu Divino: el
cuerpo, los órganos, la mente y la inteligencia son como la vestimenta que usamos.

El cuerpo ha sido definido como «aquello que se quema». Por ello no debemos entender como cremación al hecho de que se lo entregue al fuego después de muerto. El cuerpo está permanentemente en llamas; todo el tiempo está siendo abrasado por todo tipo de preocupaciones y problemas.

Existe también otra definición del cuerpo: «Aquello que está en permanente desintegración». Sólo imaginar que de alguna manera pudiéramos alcanzar alguna felicidad real mediante este cuerpo que se está desgastando constantemente y que está condenado ala destrucción, no es sino un engaño absoluto.

Dios nos ha dotado, a cada uno de nosotros, con los órganos de nuestro cuerpo, con un propósito específico y particular. Y será únicamente cuando hagamos uso de estos órganos de manera adecuada al propósito para el cual fueron creados, que estaremos cumpliendo con el propósito Divino y podremos ser merecedores de Su Gracia.

Cada uno de los órganos humanos debe ser utilizado únicamente para la finalidad para la cual ha sido creado y destinado. Su funcionamiento debe ser regulado y controlado dentro de márgenes adecuados.

Dios nos ha dado la nariz. Su propósito es que, a través de ella, inhalemos y exhalemos el aire, percibamos fragancias. Si utilizamos, en cambio, la nariz para oler rapé, se habrá desperdiciado y perdido su propósito.

Del mismo modo, Dios nos ha dotado de una boca y una lengua con el fin de ingerir alimento nutritivo y puro. Pero si usamos la boca para tragar alimentos impuros y bebidas intoxicantes, se habrán perdido la santidad y la finalidad de la boca.

Manteniendo todo esto en mente, tendremos que discernir y razonar, para aclarar así la finalidad y el modo en que deben utilizarse los diferentes órganos de los que disponemos, a fin de usarlos únicamente de la manera correcta.

Encarnaciones del Espíritu Divino: en sí mismo, el cuerpo es algo inanimado.

Se preguntarán seguramente ¿si es inanimado, cómo es que se desarrolla…? La respuesta es que para el aumento en tamaño no se requiere del principio de la vida. Si todos los días, después de barrer la casa, arrojan la basura en el mismo lugar, podrán observar que con el paso de los días, se habrá formado un gran montón. El crecimiento de este cuerpo inanimado se produce de manera similar.

Cada día, de la mañana a la noche, están echando algo dentro del cuerpo: comidas, meriendas, café, etc. Y por ello vuestro cuerpo crece. Dejen de alimentar el cuerpo y verán que su crecimiento también se detiene.

Ahora bien, si el cuerpo en sí mismo es inanimado, ¿podremos controlar los órganos?

Los órganos no deben utilizarse en aventuras excitantes o perturbadoras. Ni debemos infligirles aflicciones que no sirven a propósito alguno.

la aflicción y el sufrimiento no son connaturales al hombre. Su real naturaleza es la dicha.

A pesar de esto el hombre piensa equivocadamente que su sino es el dolor, y se expone inútilmente al sufrimiento.

Si sometemos nuestros sentidos a agitaciones o a penurias innecesarias, se viciarán y debilitarán nuestra fuerza y energía. Las enfermedades corporales sobrevienen sólo debido a las agitaciones y excitaciones de la mente.

El someterse a excitaciones y sufrimiento también hace que el hombre envejezca con mayor rapidez y muy prematuramente.

La razón para el despilfarro que hacemos de nuestra preciosa vida humana reside únicamente en la falta de un apropiado control de los sentidos. De ahí que sea tan importante adorar a Dios a través de la restricción y el control de los mismos, la segunda flor de virtud.

La tercera flor es la compasión por todos los seres vivientes.

En nuestra ignorancia, sólo vemos la variedad en la Creación, vemos únicamente la multiplicidad superficial y no tratamos de ver el Principio Divino básico y unificador, la Unidad que es Dios. Nos sumimos en actividades mundanas y nos extraviamos en la prosecución de deseos mundanos. Y como estos deseos mundanos jamás encuentran su satisfacción, nos volvemos en contra de Dios.

Cuando llegan a ser satisfechos algunos de nuestros deseos mundanos, nuestra devoción hacia Dios recibe un repentino estímulo; y cuando nuestros deseos se frustran, nuestra devoción hacia Dios se transforma instantáneamente en antipatía…

Perseguidos permanentemente por los deseos mundanos, pensando erróneamente que la satisfacción de éstos es la única finalidad y meta de la vida, y olvidándonos de la Omnipresencia de Dios y del verdadero propósito de la vida, perdemos nuestra fuerza innata y nos sentimos débiles e impotentes.

Pese a que las Escrituras han proclamado que la Verdad es una sola, nos dejamos, sin embargo, atraer y engañar por la irreal apariencia de la variedad y fracasamos en aprehender la Realidad Divina no dual tras esta variedad.

Estamos plantando ahora sólo una pequeña semilla. Con el paso del tiempo, de esa pequeña semilla crecerá un árbol inmenso. De ese árbol surgirán miles de frutos y en cada uno de esos frutos se encontrará el mismo tipo de semilla que hemos plantado.

Del mismo modo, ha emergido este inmenso árbol de la Creación desde la semilla de la Divinidad. En el árbol de la Creación, los seres vivientes y los hombres son como los frutos. En cada uno de estos frutos se encuentra latente la Divinidad primordial.

Es por ello que en el Bhagavad Gita el Señor dijo: «Yo soy la fuente y el origen de todos los seres vivientes y soy inherente a ellos como la semilla lo es al fruto. Yo soy el Alma, el Principio Divino en todo y en cada cosa».

Solamente a la luz de esta Verdad, reconociendo a Dios como inherente, como Alma en todo, debemos cultivar y manifestar Amor hacia todos los seres. Esto es lo que se significa a través de la ofrenda de: Amor y compasión hacia todos los seres.

Dios, el Señor, está presente en todos los seres.

Sólo cuando llegamos a aprehender esta Verdad, florecerá la flor de la compasión en nuestros corazones y llegaremos a poder ofrendarla, en toda su belleza y fragancia, a los Pies del Señor.

La cuarta flor es la de la paciencia, la tolerancia.

De hecho, una de las virtudes principales y más altas del hombre es la tolerancia.

Lamentablemente, el hombre desarrolla una visión extremadamente estrecha; en lugar de expandir su corazón, lo constriñe alimentando ideas como el «yo», el «mío» y el «para mí». Equivocadamente piensa: «Sólo importo yo y lo mío. Los otros son algo ajeno y diferente a mí. ¡No son de mi incumbencia!».

En tanto ideas tan estrechas como éstas estén enraizadas en nuestro corazón, no podrá crecer nunca en él la flor de la tolerancia.

Solamente cuando logremos desarrollar el sentimiento de que todos somos hijos de Dios, que conformamos una hermandad única y que nadie es realmente ajeno y extraño a nosotros, se abrirá la flor de la tolerancia en nuestro corazón.

Sólo cuando haya Amor habrá tolerancia. La tolerancia no es sino el resultado del Amor y la compasión hacia todos los seres.

Un pequeño ejemplo. En nuestro hogar están nuestros hijos y también nuestro sirviente. Lamentablemente nuestro hijo ha adquirido malos hábitos; diariamente despilfarra dinero o algo de la casa. En estas circunstancias lo reprendemos y, a lo sumo, llegaremos a castigarlo; pero jamás pasaría por nuestra mente entregarlo a la policía.

En cambio, si el sirviente comete el más mínimo hurto, si llega a robar aunque sea una pequeña cucharita, de inmediato lo denunciamos y lo entregamos a la policía.

¿Cuál es verdaderamente la razón para que mostremos tanta indulgencia hacia nuestro hijo, por grandes que sean los robos que esté cometiendo, en tanto que por el insignificante robo de una cuchara creamos casi una epopeya y entregamos al sirviente a la policía? Esto responde únicamente a la estrecha idea: «El niño es mi hijo, me pertenece»; piensan, en cambio, que el sirvien
te es algo ajeno, que no les pertenece… y de allí que no quede lugar para la tolerancia hacia el sirviente en nuestro corazón.

únicamente cuando hayamos logrado un corazón amante y el sentir «todos son míos» podrán adquirir la virtud de la tolerancia. Y sólo entonces podrá también crecer el Amor en ustedes. Ésta es la razón por la cual se ha dicho que el Amor sólo vive gracias al dar y al perdonar. El Yo vive gracias al recibir y al olvidar.

Por ello, si deseamos cultivar en nuestro corazón la flor de la tolerancia, debemos empezar por promover el Amor hacia todos los seres y, entonces, ella florecerá automáticamente en nosotros.

La quinta flor es la de ecuanimidad y paz.

La paz no debe interpretarse como el permanecer obstinadamente callados, a pesar de estar siendo golpeados o interpelados, sin emitir ni el más leve murmullo, aunque en lo interno estén mentalmente agitados o iracundos. La paz ciertamente no es eso.

La verdadera paz consiste en ser capaz de mantener la ecuanimidad mental y permanecer imperturbable, sin agitación alguna, cuando alguien nos hace falsas acusaciones o nos atribuye faltas que no hemos cometido. Ésta es la paz real.

Sólo cuando vuestro corazón está lleno y pleno de Amor, la paz es una consecuencia natural.

¿Cuándo es que no tenemos paz?

En verdad, la paz no es algo que puedan lograr desde el exterior. En gran medida la paz se pierde como consecuencia de malas cualidades.

Con pensamientos puros, el hombre se vuelve puro. Con pensamientos impuros, el hombre se convierte en víctima del sufrimiento. Aquel que ha llegado a sublimar todos sus pensamientos, llega a ser un sabio, afirmado en la paz.

Cuando uno está libre de todo pensamiento, cuando se ha llegado a aquietar toda perturbación de la mente, ya sea buena o mala, recién entonces se halla establecido en la paz. Por ello, cuando sean capaces de detener todos sus pensamientos y agitaciones mentales podrán gozar de paz.

¿Cuál es la razón para todo nuestro dolor y sufrimiento?

Sus propios pensamientos negativos e impuros son la causa de vuestro dolor y sufrimiento.

Sólo a través de buenos pensamientos e ideas santas uno llega a ser un hombre sabio. Por hombre sabio no debe entenderse a alguien que viste una túnica azafrán, se ha afeitado la cabeza y lleva un rosario de «rudraksha» en el cuello. Hombre sabio es realmente aquel que está lleno de ideas santas, que ha llegado a ser una encarnación de todas las ideas puras y santas.

En estado de paz la naturaleza del hombre se asemeja a la quieta superficie de un lago. El agua aposada se riza y forma ondas causadas por el movimiento y el juego del viento. En esta superficie rizada y agitada vuestro reflejo será borroso e inestable. En aguas sucias y barrosas vuestro reflejo será poco claro y difuso. En el agua pura, quieta y lisa, vuestro reflejo también se verá estable y claro.

Del mismo modo, pese a que la Realidad básica, la Realidad del Alma, es sólo una y la misma en todos los seres y en toda la Creación, su reflejo, su grado de manifestación, empero, variará de acuerdo con la pureza y con la naturaleza del medio que la refleje. Cuando el Alma se refleja en Tamoguna (la tendencia a tomar lo falso por verdadero, lo hace como ignorancia.

En el Rajoguna (el impulso de hacer servicio con pizca de ego), el Alma se refleja como ser encarnado.

En el puro Satvaguna (el altruismo feliz y constante, sin apego) el Alma se refleja como Maya (ilusión), como Maya asociado a lo Divino.

Maya es la vestidura de Dios, el Gran Señor.

En consecuencia, Maya es de naturaleza Divina. El reflejo sátvico es Dios. El reflejo del Rajoguna es el ser encarnado; el del Tamoguna es la Naturaleza.

Es por ello que debería reconocerse y tomarse conciencia de que, a pesar de que los reflejos puedan parecer diferentes, no lo son real y básicamente, puesto que todos derivan del mismo Principio Divino. Es así que, en esencia, Dios, Hombre y Naturaleza son una sola cosa.

Por lo tanto, deberíamos tratar de aprehender la Verdad básica: Dios es la fuente de todo.

He aquí un fruto, que aunque parezca insignificante ahora, se hará muy dulce al madurar plenamente.

También en el caso de la ecuanimidad, únicamente cuando hayan alcanzado el estado de perfección podrán alcanzar y gozar de la dicha y suprema dulzura de la paz. Este estado de paz lo conseguiremos una vez que hayamos promovido la virtud de la tolerancia en nosotros.

La sexta es la flor de la práctica espiritual ascética.

¿Qué se quiere significar con ello? No es que renuncien a mujer e hijos y se vayan a esconder en un bosque y se coloquen en algún lugar parados sobre la cabeza y con los pies en el aire. La noción que tenemos del ascetismo es justamente ésta, de huir a un bosque y dedicarse a la contemplación de Dios y otras cosas similares.

La práctica espiritual ascética significa, en primer lugar, limpiar la mente de todo pensamiento impuro.

Implica, realmente, la coordinación de nuestros pensamientos, palabras y obras, su armonización.

Cualquiera sea el pensamiento que surja en nuestra mente, expresarlo sin alteraciones en palabras y llevarlo fielmente a la acción, eso es lo que implica disciplina ascética.

Únicamente en este contexto se dice que aquel en quien el pensamiento, la palabra y la acción son armónicos y coincidentes es un Mahatma (un Alma grande).

El ahuyentar y eliminar de la mente todos los malos pensamientos representa un sacrificio. Ello los conducirá al Yoga.

El deshacerse de la propiedad, apartarse de la mujer y aislarse en el bosque nada tiene que ver con Yoga.

El concepto común del sacrificio es el de deshacerse de una propiedad y abandonar a la esposa. Ésta es una noción de sacrificio equivocada y falsa.

Hay que ahuyentar de la mente todo pensamiento malo e impío y hay que purificarla. De ninguna otra manera deben interpretar lo que es práctica espiritual ascética. Consiste en coordinar y armonizar vuestras palabras con vuestros pensamientos, y vuestra acción con vuestra palabra.

La séptima flor es la meditación.

La meditación ha tomado muchas formas hoy en día y ha asumido muchas connotaciones. Todas las clases de meditación que la gente está adoptando en la actualidad van en contra del verdadero espíritu, la cultura y la tradición de la India.

El sentarse en posición de loto y tratar de despertar la energía vital en el Muladhara (chakra, centro energético), haciéndolo ascender al Sahasrara (otro chakra), en la cabeza, nada tiene que ver con la verdadera meditación.

La verdadera meditación consiste en reconocer la presencia de Dios en todas partes y en manifestar esta conciencia espiritual en cada uno de los trabajos que realizamos.

Dios lo impregna todo. Él es el Ser Interior en todo, es la Realidad y el Principio Inmanente en toda la Creación.

Esto contrasta con el tratar de limitar y confinar la presencia de Dios al lugar que hayan elegido para vuestra meditación, lo cual no es más que una visión excesivamente estrecha y constreñida de vuestra parte.

Cuando conducen un coche deben sentir que el coche es vuestro Dios.

Cuando lleven a cabo una transacción de negocios en el mercado, deben sentir que el mercado es vuestro Dios.

En lo que concierne ala tradición sagrada de nuestro país, se ha convertido en hábito el rendirle homenaje al trabajo que emprendemos.

Antes de comenzar cualquier trabajo, deberíamos empezar por sentir que ese trabajo es Dios.

Mi respeto al trabajo es la instrucción de las Upanishads: «Considero como Dios el trabajo que tengo que realizar y le rindo homenaje a Dios a través de ese trabajo».

Encarnaciones del Espíritu Divino: En nuestra experiencia cotidiana y de un día para otro tenemos constantes instancias para esta visión y este sentimiento devocional.

Tenemos, por ejemplo, al jugador de tabala: antes de empezar a jugar, le rinde homenaje al tabala.

Observen al que toca el armonio: le rinde homenaje al armonio antes de empezar a tocarlo.

La bailarina, antes de comenzar a danzar, le rinde homenaje a los cascabeles de sus tobillos.

Incluso el conductor de camiones le ofrece su saludo al volante antes de poner las manos en él.

No es necesario que lleguen a estos extremos.

El sentido de todo esto es la fe y la creencia de que Dios está presente en todos los seres y en todas las cosas.

Es por ello que al considerar a toda la Creación como la forma de Dios, el realizar cualquier trabajo, por nimio que sea, con esa conciencia, es meditación.

De modo que deben cultivar el sentimiento de vinculación y Amor con toda la Creación. Deben tener la convicción y sentir que toda la Creación está enlazada a vuestro corazón.

El Señor Krishna le reveló a Arjuna la Visión Cósmica: la Forma Cósmica del Señor. Si tratamos de entender el significado de esto, nos daremos cuenta de que el Señor envuelve todo el Cosmos, toda la Creación existe sólo en Él.

¿Qué fue lo que encontró Arjuna en Krishna?

Dentro de la forma de Krishna, Arjuna pudo percibir todos los océanos, todas las montañas, todos los seres y toda la Creación.

Desde el momento en que toda la Creación existe en Dios, el Señor, puede concluirse que, esencialmente, la Creación es idéntica al Señor.

Si sienten que Krishna les pertenece, están confinándole a los límites de vuestro corazón, y ello no es sensato ni correcto de parte de ustedes. La actitud apropiada será la de que ustedes le pertenecen al Señor. Si vuestro sentimiento les dice que el Señor les pertenece, ello equivale a puro ego.

Si, por el contrario, sienten que le pertenecen al Señor, ello equivale ala forma superior de la devoción.

La gente de Dwaraka pensaba orgullosamente que Krishna les pertenecía y que gracias a que el único pertenecía a ellos, al clan Yadava, gracias a su Krishna, los Pandavas habían ganado la batalla del Mahabharata.

Esta actitud y esta soberbia fue lo que les acarreó su destrucción.

Actitudes como ésta promueven el ego.

Por otra parte, era totalmente diferente la actitud de las gopis (vaqueras devotas de Krishna). Siempre sintieron que le pertenecían totalmente a Krishna y solían decir: «Krishna, te pertenecemos, somos Tuyas». Y es por ello que las gopikas son caracterizadas en el Bhagavata como totalmente entregadas a Krishna, en tanto que la gente de Dwaraka aparece como los que se envanecen porque Krishna pertenece a ellos.

Como las gopikas, las incomparables devotas, también ustedes deberían cultivar el sentimiento de entrega al Señor. Deberían sentir: «Te pertenezco a Ti, Señor, subsisto en Ti, estoy envuelto en Ti, estoy creciendo en Ti», y con estos sentimientos podrán desarrollar la Visión Cósmica, vale decir, el que ustedes y la Creación toda existen en el Señor.

Ésta es una buena base y la actitud que corresponde a la verdadera meditación.

La próxima flor de virtud es la Verdad.

El que simplemente digan la verdad, narrando los hechos tal como son, esto es sólo una verdad mundana.

En realidad, no es esto lo que quiere significarse con Verdad; el término reviste una connotación mucho más profunda.

En su real sentido, la Verdad es aquello que está libre de cambio siempre, que no cambia con el tiempo. Es la Realidad Eterna.

La verdad mundana pertenece a un orden muy inferior, representa la verdad para ese momento preciso. Al momento siguiente ya no es válida, ni tampoco es la misma que era en el momento previo.

Todos los objetos materiales de este mundo que ustedes pueden ver, se encuentran en un continuo flujo de cambio en cada momento y ninguno puede escapar a la destrucción. En este mundo siempre cambiante y transitorio, ¿cómo podría haber algo de lo que ven u oigan que sea una verdad válida y duradera?

La Verdad significa, realmente, Dios, y ésta es la octava flor de virtud: la Verdad es la forma de la Divinidad.

Lo que experimentamos y tomamos por verdad verdades en este mundo y en la Naturaleza posee sólo un carácter relativo.

Veamos lo que ocurre con la química, por ejemplo. Toman algunos productos químicos y los mezclan en un cierto orden. Reaccionan y producen otro producto químico. Cuando mezclan cianamida cálcica y polvo de cúrcuma resulta un color rojo. Esto es una verdad química.

Tomemos el caso de la física. Si toman una aguja de tres pulgadas de largo y la calientan al fuego, se alargará a tres y media pulgadas. Esta es la verdad de la física.

¿Cuánto duran las verdades de la física y de la química? Su validez tiene sólo un valor relativo; su importancia es también de naturaleza relativa.

La Verdad Espiritual, en cambio, la Verdad de Dios, es eternamente válida, válida bajo cualquier circunstancia y siempre inalterable, aunque le apliquen fuego o hagan lo que quieran con ella.

Es así que Verdad quiere significar aquello que no cambia, que es inmutable y que permanece siempre igual. Eso es Verdad, eso es Divinidad.

El hecho de que carezcamos de estas virtudes y que no hagamos intentos por cultivarlas es lo que hace que prevalezca tanta crueldad y sufrimiento en el mundo de hoy.

En la actualidad, ya sea que uno se diga creyente o no creyente o semicreyente, entre todos los hombres se da el mismo tipo de actitud y de conducta, lo que resulta deplorable.

Sin embargo, el día en que ayudemos a promover virtudes positivas, al menos entre aquellos que posean un temperamento teístico, esto se expandirá ampliamente y llegará, eventualmente, a erradicar el ateísmo del mundo.

Se dice que los atributos de Dios son: Verdad, Conocimiento y Felicidad.

Sin embargo, en cierta medida, estos mismos atributos conforman la naturaleza de cada ser y están manifiestos en todos.

Cuando seguimos la senda de la Verdad y tratamos de adquirir Conocimiento, tanto científico como espiritual a través de una conducta basada en la Verdad, nos llega la felicidad por sí misma.

La Verdad nos es inherente. Y también lo es el Conocimiento.

El aspecto de la Felicidad también está latente en nosotros. También constituye uno de nuestros atributos innatos. Es por ello que siempre anhelamos la Felicidad.

Si ella no formara parte de nuestra propia naturaleza, en ningún momento podríamos pretenderla. No mereceríamos ni tendríamos derecho ala Felicidad si fuera ya nuestro atributo innato.

Nosotros mismos somos encarnaciones de estos tres atributos: Verdad, Conocimiento, Felicidad.

Aquel que ustedes piensan que son, es Verdad.

Aquel que los demás piensan que ustedes son, es Conciencia o Conocimiento.

Aquel que realmente son, es Felicidad o Bienaventuranza.

Estos tres atributos representan el privilegio del ser humano, constituyen su derecho por nacimiento.

Son su naturaleza misma, son su cualidad esencial. Constituyen, en verdad, sus atributos esenciales.

Debido al olvido de esta Verdad esencial, no guardamos respeto alguno por la dignidad humana y seguimos criticando, ridiculizando y abusando de otros.

Al ridiculizar a otros nos convertimos en copartícipes de sus pecados. Jamás deberíamos ridiculizar a otros, ni herir sus sentimientos.

Si encontrasen algún defecto en alguien, intenten hablarle con gentileza, expongan razones, convénzanlo y corríjanlo con comprensión y Amor.

Debería existir una fe firme y constante en la dignidad humana, en la Realidad del Alma y en la Omnipresencia Divina. la carencia de fe es funesta, la duda es una cualidad demoníaca a la que debemos cerrarle la entrada y negarle albergue. El hombre acosado por la duda no podrá ni siquiera dormir. No logrará paz mental. la duda es como una plaga que ataca la flor del Amor. Un corazón lleno de dudas es como una caverna llena de murciélagos.

Para librar al corazón de las dudas y llegar a afincarse en la conciencia de Omnipresencia de Dios, hay que emprender la devoción con estas ocho flores.

Encarnaciones del Amor: Deberían cultivar el hábito de la moderación. En ningún asunto ni en ninguna acción debemos llegar a los excesos y a los extremos.

Incluso el océano, que es fuente de inmensos beneficios y le da sustento al mundo, jamás cruza sus límites.

Hasta el alimento, que es esencial para la manutención del cuerpo, se transformará en veneno y causará enfermedad si se toma en exceso.

Tomemos otro ejemplo: el mascar hojas de areca. Si no agregaran limón no sería agradable ni cumpliría su objetivo. Pero si sólo porque el limón es necesario lo usaran en exceso, les causaría irritaciones en la mucosa bucal. De modo que también hay un límite en su uso.

Es por ello que las Escrituras, que proclaman las verdades espirituales que han sido avaladas por los iluminados, su experiencia y su ejemplo, declaran: «Evitar en todos los casos los extremos».

Cualquier cosa que consumamos en exceso arruinará nuestra salud.

Sin embargo, también nos causará daño que lo restrinjamos demasiado, afectando adversamente nuestra salud.

De modo que adopten siempre la «moderación».

Deben considerar toda materia y todo, en general, como Dios. También cada pequeña cosa que hagan considérenla como Dios. Ésta es la vía de la devoción a Dios.

En las etapas iniciales, cuando son aún novatos en la senda espiritual, pueden hacer uso de un ídolo o un retrato que represente y simbolice la Divinidad. Sin embargo, deben tratar gradualmente de trascender esta etapa. Pueden honrar una imagen como a Dios, pero no adoren a Dios como una imagen. No reduzcan la Infinita Forma de Dios a los límites de la pequeña imagen que posean.

Deben tratar de elevarse y de evolucionar a niveles más altos de devoción desde las etapas primarias en que hayan empezado, la etapa inicial es como el capullo de la flor. Es el nivel común y primario, la etapa superior es como la flor.

Está luego la etapa más avanzada, la devoción a través de las virtudes, el fruto.

Sin capullo no puede haber flor y sin flor no podría haber fruto.

Por ello, estos tres son los pasos naturales y secuenciales en la Senda de la Devoción.

Una vez reconocido el valor de las formas superiores de devoción, deberían empeñarse en ascender de un nivel al otro y, a medida que vayan logrando éxito, gozarán de verdadera felicidad, experimentarán la felicidad de la Divinidad.

Encarnaciones del Más Puro Amor: Pese a que ya hace doce años que se estableciera la Morada de la Rectitud, no han avanzado realmente tanto como deberían haberlo hecho en los lineamientos de los que he hablado, y sé que pesa sobre ustedes esta sensación de desengaño.

Pero no se descorazonen. Continúen llevando a cabo sus cantos devocionales y ceremonias en casa como de costumbre, pero cuando estén en contacto con la sociedad, traten de reconocerla como la Forma de Dios. Traten de experimentar la Omnipresencia de Dios en la sociedad. Cultiven buenas cualidades y dejen que crezcan y se fortalezcan con vuestro servicio a ella. No dejen que sus problemas personales y las agitaciones de su mente traben y enfríen vuestro entusiasmo por el trabajo para la sociedad. Así tendrán paz y gozarán de felicidad.

Dios es Omnipresente e impregna toda la Creación y todo el Universo. Si tratan de limitar y confinar a un Dios así al pequeño e infinitesimal marco de un retrato de tres por cuatro pulgadas, vuestra idea sería estrechísima.

El delimitar a Dios, que es vasto e infinito, a la minúscula forma de una imagen o retrato, representa una visión muy estrecha y comprimida por vuestra parte.

Deben expandir su corazón y hacerlo cada vez más amplio hasta que se sume a la vastedad de Dios.

Si miran un globo, lo verán pequeño y plano en un comienzo. A medida que vayan insuflándole aire se inflará cada vez más grande, hasta que llegado un momento estallará, y el aire que está adentro se hará uno con el aire del vasto espacio exterior.

Empezar con las ideas del «yo» y «mío» es algo natural.

Pero uno debe seguir adelante y sobrepasar este estrecho sentimiento del «yo» y el «mío», hacia las esferas más vastas en donde sientan «todos son míos», «todos son Uno», que los conducirá hacia el estado último y más elevado en donde estarán fuera de toda limitación y se expandirán y sentirán Uno con Dios, quien es Omnipresente.

Para ello deben reconocer, en primer lugar, el verdadero ideal de la vida, el que la vida del hombre en este mundo representa un viaje de la posición del «yo» a la posición del «nosotros». Si se mantienen estacionarios por todo este período en la posición del «yo», habrán errado el objetivo de la vida.

Esta Creación es como un puente que se les ha proporcionado para permitirles alcanzar a Dios. Representa el nexo y el enlace entre ustedes y Dios. El «yo» es una montaña y «Dios» es otra montaña; entre ustedes y Dios se extiende el puente, el aspecto de la Creación. Si no hacen uso del puente jamás podrán alcanzar la meta y destino de sus vidas: llegar hasta Dios.

Deben moverse en la sociedad mediante el servicio dedicado a ella, deben ir hacia adelante por el puente y hacer así uso de él para llegar hasta Dios e integrarse a Él.

Espero que emprendan este viaje y los bendigo en esta aventura espiritual.

Traduccion Herta Pfeifer