Discursos dados por Sai Baba – 09. 31/03/96 Conviertan las palabras de Swami en la antorcha de ustedes

Discursos dados por Sai Baba

{SB 29} (53 discursos 1996)

09. 31/03/96 Conviertan las palabras de Swami en la antorcha de ustedes

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 29 cap. 9 )

Conviertan las palabras de Swami en la antorcha de ustedes

31 de Marzo de 1996

¡Encarnaciones de Amor! Mediante el poder de la palabra, el hombre es capaz de conquistar reinos. Mediante la palabra, el hombre pierde toda su riqueza. El hombre conserva parientes y amigos mediante la palabra y también los pierde a causa de sus palabras.

Mediante las palabras, nuevamente, el hombre pierde su vida.

Las palabras son la causa principal de todos estos sucesos. La palabra es importante para el hombre, ya sea para experimentar pérdida o ganancia, prosperidad o adversidad, dolor o placer.

La vida es extremadamente preciosa. El tiempo es sumamente valioso. El corazón es tierno. La mente es una gran posesión. A pesar de estar dotado de todas estas cosas valiosas, el hombre se comporta como un ser bajo, ignorante y miserable. Es incapaz de reconocer cuán rara, dulce y bienaventurada es la vida humana. La razón es que el hombre, olvidando su naturaleza divina, se halla inmerso en los placeres terrenales y los deseos mundanos.

El hombre debe comprender que está sujeto al tiempo, y el tiempo no respeta ni la riqueza ni la posición. El hombre está dedicando todo su tiempo a las actividades mundanas y las demandas del cuerpo. Al no comprender la importancia del tiempo, el hombre lleva una existencia animal.

El hombre ha convertido el corazón, que es blando y compasivo por naturaleza, en una piedra dura. La condición humana debe manifestarse en un corazón que rebosa de compasión, pero la compasión se ha convertido en dureza de corazón.

La mente es todopoderosa. Puede ver sin ojos, oír sin oídos, hablar sin lengua y moverse de acá para allá sin piernas. El hombre trata de controlar la mente, pero está subordinado a ella.

Mientras esté dominado por la mente, no podrá comprender la verdadera naturaleza de la mente.

La mera erudición no convierte al hombre en un Panditha Aunque Ravana dominaba una cantidad más grande de Vidhyas (clases de conocimiento) que Rama, no pudo disfrutar de paz ni bienaventuranza porque no practicó correctamente lo que había aprendido. Por otro lado, Rama siempre experimentaba bienaventuranza porque había digerido completamente lo que había aprendido y le daba un buen uso.

La mera erudición no convierte a una persona en un Panditha (un hombre sabio, un Pandit). “Pandithah samadharshinah”, dice el Geetha. El verdadero sabio es aquel que ve la igualdad en los diferentes seres. El verdadero conocimiento debería volverse una parte integral del propio ser, y correr en la sangre como un flujo incesante. El conocimiento mal digerido da por resultado las enfermedades del egoísmo y el orgullo, como en el caso de Ravana.

Desafortunadamente, la educación actual se ha vuelto una cuestión libresca, utilizada sólo para pasar exámenes y ser olvidada inmediatamente al salir de la sala de exámenes. Las personas que no pueden hacer un buen uso de sus conocimientos para el bien de la nación, son traidoras a la nación. Son una carga para la sociedad y para el país. ¿De qué sirve hacer alarde de los títulos que uno posee si la única razón de adquirirlos es ganarse un plato de sopa?

La saga de Mansur Había una vez, en el norte de la India, un musulmán llamado Mansur. Desde su niñez meditaba constantemente en Dios.

Aunque pertenecía a una familia pobre, sus padres querían que él tuviera una buena educación. Pero Mansur tenía un corazón puro e inmaculado lleno de amor y su único deseo era conocer su verdadero ser. Cuando los padres quisieron que fuera a la escuela, él les preguntó cuál era el propósito de ir a la escuela. Los padres dijeron que debía recibir educación para poder ganarse la vida.

Mansur respondió: “¡Madre! ¿He de estudiar sólo para ganarme la vida? ¿Acaso los perros, las aves, las hormigas y muchas otras criaturas no son capaces de obtener su alimento sin ninguna educación?

¿He de malgastar mi vida divina en llenar mi estómago?”.

Se fue de su hogar. Era un muchacho, pero había refulgencia en su rostro. Él no le pedía nada a nadie. Al ver la refulgencia en su rostro, las personas le ofrecían cosas espontáneamente. Una anciana le ofreció comida. La pureza de su corazón le aseguraba el alimento. Su amor puro lo estaba alimentando.

Dondequiera que iba, declaraba: “¡Anal Haq! ¡Anal Haq!” (Yo soy Dios, Yo soy Dios). Esto corresponde a las declaraciones Vedánticas “Aham Brahmasmi” (Yo soy Brahman), y So-Ham (Yo soy Él). Algunas personas ridiculizaban esta declaración. Los mayores lo insultaron y le preguntaron: “¡Tú, muchacho! ¿Cómo es que alegas ser Dios? ¿Cómo puedes ser Dios?”. Las personas tontas hacen tales preguntas en este mundo, debido a su ignorancia y falta de fe. ¿Por qué han de socavar la fe de otros?

La respuesta que Mansur les dio fue: “Yo estoy pronunciando estas palabras porque soy Dios. Hay energía Divina en todos, pero algunos la usan para buenos propósitos y otros la utilizan mal. Yo la estoy usando para buenos propósitos”. Y siguió manifestando:

“Yo soy Dios. Yo soy Dios”.

Mientras tanto, todos los pandits (eruditos) se reunieron y observaron: “Hemos estudiado todos los Vedas y las Escrituras, y no nos atrevemos a hacer una declaración semejante. ¿Cómo es que un joven estudiante va por ahí afirmando algo así? ¿Cómo se atrevió a hacer tal afirmación?” No permitan que su fe disminuya El conocimiento de las Escrituras no es lo que confiere el valor para hacer semejante declaración. Es la fe en el corazón. Sin importar lo que otros digan, uno no debería permitir que su fe disminuya.

Los estudiantes deben tener tal fe firme.

Los pandits se reunieron y fueron juntos a quejarse ante el rey:

“¡Oh, rey! Este muchacho está insultando nuestra erudición. A pesar de todo nuestro conocimiento, no somos capaces de declarar que somos Dios. Este tonto iletrado va por ahí diciendo que es Dios. ¿Cómo explicas esto? O es un loco o un sujeto arrogante”.

Los pandits querían terminar con esto de algún modo. La naturaleza de los malintencionados es causar daño incluso a aquellos que son inocentes y buenos. No distinguen entre lo malo y lo bueno, así como las hormigas blancas no distinguen entre un sari costoso y un trozo de tela rota. Las personas que critican a otras son como estas hormigas blancas.

La fe firme de Mansur Cuando los pandits se quejaron ante el rey, éste ordenó que trajeran al muchacho ante él. Cuando el rey mandó llamar a Mansur, éste declaró: “Yo soy Dios”. El rey acercó al muchacho hacia sí y trató de apelar a él con palabras suaves. “¡Hijo! Eres un ser humano común. Eres iletrado e ignorante. No deberías jactarte diciendo que eres Dios”. Mansur respondió: “Continuaré diciéndolo. Estoy proclamando la verdad. Yo soy Dios. Tú eres Dios. Todos son Dios.

El morador interno en todos es el único Dios. Los musulmanes dicen: ‘Alá ho Akbar’. Los cristianos dicen: ‘Dios es grande’. Los hindúes dicen: ‘So-Ham’. Dios es uno. Él es Brahma-Suthra. Es el hilo que une a todos los seres, que son como las cuentas de un rosario”. Mansur siguió arguyendo de este modo con el rey. Las palabras del rey no lo hicieron cambiar de parecer. Luego dijo:

“¡Oh, rey! Tú estás tratando de desviarme hacia un camino equivocado, alejándome de la senda real. No es correcto de tu parte”.

Mansur continuó afirmando: “Yo soy Dios”.

El monarca se enojó. “Estás desdeñando mis palabras”, dijo.

Mandó llamar a un médico y le ordenó arrancarle los ojos a Mansur.

“Esto lo obligará a permanecer en un solo lugar y no molestará a otros”. El médico le sacó los ojos al muchacho, pero éste continuó gritando con alegría: “¡Anal Haq! ¡Anal Haq!” (Yo soy Dios, Yo soy Dios).

El muchacho estaba libre de la conciencia corporal. El rey mandó l
lamar entonces a un carnicero y le pidió que le cortara las manos al muchacho. Sin dejar de reír, él exclamó: “¡Anal Haq! ¡Anal Haq!” La gente en el salón de audiencias no pudo tolerar más esta escena horrenda. Pero no había señales de sufrimiento en el rostro del muchacho. Continuaba riendo. Su fe era inconmovible. No se sentía afectado por lo que otros decían.

¿De qué sirve la educación si no hay una determinación firme?

¿Acaso el propósito de la educación es amasar riquezas y esconder dinero en el exterior? No. Puede que sea necesario ganar dinero, pero debe haber un límite y el dinero ganado debe usarse para buenos propósitos.

Al ver la determinación de Mansur, el soberano ordenó que le cortaran las piernas. Luego de esta mutilación, Mansur murió. Pero la sangre que fluía de sus miembros torturados proclamaba: “Yo soy Dios. Yo soy Dios”. El cadáver fue cremado. Pero de sus cenizas se elevó el grito “Yo soy Dios. Yo soy Dios”.

Esto ocurrió hace tres siglos en el norte de India. La gente quedó pasmada ante este fenómeno. El rey se arrepintió, mas ¿de qué sirve el arrepentimiento cuando ya se ha causado un grave daño?

Ustedes no deben prestar atención a las palabras de todos. Los estudiantes tienen que hacer uso de su poder de discernimiento y dejarse guiar por la voz de sus conciencias. Deben grabar en sus corazones las palabras de sabiduría de los grandes sabios.

Los estudiantes han de comprender que nadie puede escapar a las consecuencias de las acciones propias en algún momento.

Sin embargo, la Gracia de Dios puede superar una montaña de dificultades y pecados. ¿Por qué no están tomando la medicina Sai, que es la panacea para todos los males?

La ingratitud es un grave pecado Ustedes son los beneficiarios de una educación totalmente gratuita en el Instituto Sai. Pueden mostrar gratitud hacia el Instituto mediante su conducta, como hombres de buen carácter. Jamás sean desagradecidos con quienes han sido buenos con ustedes.

No hay pecado más grave que ése. El sol, que es la deidad que gobierna al ojo, castiga a los ingratos, negándoles el sentido de la vista. Las consecuencias de las propias acciones pueden sentirse instantáneamente o luego de haber transcurrido cierto tiempo.

Pero es inevitable que lleguen. Yo no pido nada de los estudiantes.

Lo único que quiero es que, en el instante en que la gente los vea, sean reconocidos como el producto impecable del Instituto Sai. No deben darle un mal nombre al Instituto mediante una mala conducta.

Más que un uniforme blanco, deben tener un corazón blanco y puro. Deben convertirse en estudiantes ideales.

La situación en el mundo exterior causa consternación. Hasta los estudiantes del décimo nivel están adquiriendo el hábito de la bebida y las drogas. Los padres no los están controlando y tampoco les están dando un buen ejemplo. Cuando los padres intercambian palabras duras, los niños intercambian golpes. Los padres dan rienda suelta a los niños, en lugar de controlarlos. Los padres son responsables de tres cuartas partes de la mala conducta de sus hijos. Un niño que había robado un mango recibió el elogio de su madre, por su habilidad. Éste se convirtió en un criminal y fue sentenciado a muerte por asesinato. Antes de ser colgado, el hombre pidió que trajeran a su madre y comenzó a estrangularla, diciendo que ella era la responsable de que él fuera un criminal. (Swami narró la historia en forma tan vívida que todo el público se sintió profundamente conmovido.) Cuando los padres permiten que sus hijos tomen el mal camino, tarde o temprano sufrirán las consecuencias. En la Era de Kali se ha puesto de moda dejar que los niños hagan lo que quieran.

Los adultos temen que de otro modo los niños huyan o se suiciden.

¿Qué importa lo que pueda ocurrirles a niños tan faltos de carácter?

Los padres, en la actualidad, no tienen este tipo de valor moral. Continúan escuchando malos informes sobre sus hijos y terminan sus vidas en la desesperación.

La Gracia de Bhagavan Debido a la Gracia del Señor, ustedes, jóvenes, han llegado a Swami. Quizás no aprecien todo lo que les he dicho a esta edad.

Pero tomarán conciencia de la verdad de las palabras de Swami a su debido tiempo. Han tenido la suerte de recibir algo que pocos han obtenido. Ustedes lo están desechando con ligereza, menospreciando las órdenes de Swami.

Las personas no escuchan las palabras de los sabios, pero son presas fáciles de los malos consejos.

¿Cómo es posible que tales personas esperen comprender a Swami?

¿De qué les sirve toda su educación?

(Poema Telugu) Ellos no escuchan los buenos consejos. ¡Pero escuchan las conversaciones malas con ambos oídos! ¿Cómo esperan conocer a Bhagavan? ¿Acaso puede una hormiga sondear las profundidades del océano? Del mismo modo, ustedes no pueden conocer la verdad acerca de Swami. Pero pueden hacer un buen uso de la oportunidad que se les ha presentado. “Sai ha venido a ustedes debido al gran mérito que ustedes tienen. ¡Levántense! ¡Despierten!” Obtengan un buen nombre Ustedes están regresando a sus hogares para las vacaciones.

Compórtense bien. Tráiganles un buen nombre a sus padres.

Obtengan un buen nombre en la sociedad. Si no tienen otro trabajo, únanse a cualquier actividad de servicio de la Organización Sai local. Dejen que el servicio sea su lema. Ésa debe ser la meta de sus vidas.

Si todos ustedes se comportan de este modo, el país se beneficiará y prosperará enormemente. Promuevan el bienestar de la sociedad. No sucumban a algunos deseos triviales de sus padres.

“¡Oh hijo! Cásate rápido. ¡Obtendrás una valiosa dote de cientos de miles de rupias!”. ¡Qué vergüenza que los padres hablen de este modo y que los hijos se rindan a ellos! ¿Ha de venderse un hijo para obtener una muchacha? No se vendan ni por cientos de miles ni por cientos de millones. Deben valerse por sí mismos, depender de sus propias fuerzas. No se dejen llevar por lo que otros digan.

No se vuelvan esclavos. Sean amos. Sólo entonces podrán dirigir a otros.

¡Estudiantes! Pongan en práctica al menos una fracción de lo que han estudiado. Sumérjanse en la sociedad y dedíquense al servicio social. Hagan feliz a la sociedad. Habiendo nacido en la sociedad, si logran esto, será suficiente. Recuerden que nada dura; ni el cuerpo, ni la mente ni los sentidos. Sólo la reputación lo sobrevive a uno. Esto es lo que Swami espera de ustedes. Si obtienen un buen nombre y le dan una buena reputación al Instituto en el que han estudiado, le habrán prestado un gran servicio a la nación.

Los cuatro reclamantes de la riqueza No se vuelvan Ravanas. Obtengan un buen nombre como Rama. No aspiren a convertirse en un Birla, un Kirloskar o un Tata.

Un nombre ganado mediante la mera acumulación de riquezas es efímero. No se vendan por dinero. Obtengan un buen ingreso y hagan uso apropiado de él. El dinero ganado por medios pecaminosos no durará. Los ladrones lo robarán o el departamento de impuestos se apoderará de él.

Hay cuatro reclamantes de la riqueza: El primero es Agni (el fuego). El segundo, los ladrones. El tercero, los parientes. El cuarto, los enemigos. Estos cuatro van tras las riquezas de ustedes. Antes de que alguno de ellos se las quite, hagan un buen uso de ellas.

Nuestros estudiantes no deben anhelar dinero, ya sea mediante el matrimonio o un empleo. Trabajen, trabajen, trabajen. Ése ha de ser su único interés. Vuélvanse partidarios fervientes del trabajo.

El trabajo liga a los hombres con el mundo. El cuerpo es otorgado para llevar a cabo acciones virtuosas, no para disfrutar de placeres carnales.

Madhalasa dio a luz a cuatro hijos. Cuando nació cada hijo, ella no quiso que estudiaran, fueran al extranjero, obtuvieran riquezas cuantiosas y adquirieran nombre y fama. Desde la cuna, les enseñó a los niños el ideal de Vairagya (la renunciación). Les cantaba una canción de cuna, c
onsiderando al Pranava mantra como la cuna, al Mahavakya “Thathvam-asi ” (Tú eres Eso) como el lecho, a la Conciencia como la cuerda que atraía la cuna. Los cuatro Vedas fueron las cadenas para la cuna. Luego de criar a cada niño de este modo, los envió a la selva diciéndoles que allí encontrarían verdadero descanso.

Janaka y Gargi El rey Janaka fue también un buscador de Brahma Jnana (la Verdad Suprema). Buscó el conocimiento para obtener la Autorrealización y no para conseguir comodidades materiales.

Congregó a una asamblea de sabios gracias a la cual obtuvo fama. En la asamblea, Gargi sostuvo un debate con el sabio Yajnavalkya. El debate estaba basado en las Escrituras. Estaba inconcluso. Entonces Gargi le hizo una pregunta al rey Janaka:

“¿Cuál es el rasgo distintivo de un Sthithaprajna?” (una persona de Conciencia constante). El rey respondió: “Es aquel que realiza la Unidad del Absoluto. No hay segundo”. Gargi dijo: “Si tú has realizado este estado de Conciencia, sólo serás consciente de la Unidad. Tú no te hallas en este estado ahora. Yo deseo realizar esta Conciencia”.

Gargi dijo: “¡Oh rey! Tengo un deseo. ¿Me lo cumplirás?”. “Por cierto”, respondió el rey. Ella le pidió que se casaran. El rey dijo:

“Tengo sólo una esposa, Sunethra (la de ojos buenos). No deseo tener otra esposa”. Gargi dijo: “Tú eres un gran Jnani. Tienes ojos buenos y tu reina es una dama de ojos buenos. ¿Puedo preguntarte qué recompensa le darás al gran Yajnavalkya?”. El rey respondió:

“Le daré lo que él pida”. Yajnavalkya era sin duda un gran erudito, pero no tenía control total de los sentidos. Yajnavalkya le pidió al rey una vez más: “Dame a esta Gargi en matrimonio.

Celebra nuestra boda”. Hubo un gran alboroto en el salón de audiencias. Los grandes eruditos allí presentes preguntaron:

“¿Qué significa el pedido de Yajnavalkya?”. Entonces Gargi le preguntó a Yajnavalkya: “¿Cuál es el propósito de un matrimonio?” Yajnavalkya respondió: “Tener progenie”. Gargi dijo: “No. La esposa es la mitad del esposo: Ardhangi. Esto significa que ella debe practicar el Dharma junto con el esposo como una Dharmapathni (una esposa virtuosa). El matrimonio es para practicar el Dharma. No es para disfrutar de los placeres mundanos.

Nuestro emperador disfruta de los placeres carnales en su palacio.

Los perros de la calle experimentan los mismos placeres.

¿Es eso felicidad?”.

La riqueza no es la fuente de la verdadera felicidad Thyagaraja preguntó: “¿Es la riqueza la fuente de la felicidad o lo es servir los Pies de Loto de Rama?”. Los estudiantes deberían preguntarse: “¿Acaso la felicidad consiste en adquirir títulos, obtener buenos empleos o alcanzar posiciones elevadas?”. La verdadera felicidad consiste en la adquisición de sabiduría. Sin embargo, hasta que se obtenga esa sabiduría, uno debería tratar de vivir en el mundo con moralidad e integridad. Ése ha de ser el objetivo, mientras uno viva en el mundo. Mantengan la visión puesta en lo Divino mientras transcurre su vida en el mundo. Ésa es la enseñanza de Sai. No necesitan renunciar al mundo. No necesitan ir tras los empleos como perros que andan en busca de migajas.

Conserven el trabajo que tienen y cuiden bien a su familia. Lleven una vida ideal. Siempre tengan en mente el objetivo. Los estudiantes deben reconocer esto y comportarse correctamente. En esto reside la verdadera bienaventuranza.

En la antigüedad, una vez que los discípulos habían completado su educación y antes de entrar en la vida de jefes de familia, se presentaban ante el preceptor para recibir sus consejos. Esto era similar a las convocaciones que se llevan a cabo en la actualidad.

Hoy, algunos de ustedes están partiendo hacia sus hogares luego de haber completado los estudios, y otros se marchan de vacaciones y luego regresan. Deben experimentar felicidad, ya sea que inicien una nueva vida o que vuelvan acá. No se junten con malas compañías.

Como dijo uno de los estudiantes que habló antes, cultiven las buenas compañías. Eviten las malas compañías a toda costa.

Busquen buenas compañías durante toda la vida. Sirvan a sus padres. Ayuden a su madre cuando vaya a hacer compras. Deben dar felicidad a la madre que los llevó en su vientre durante nueve meses. No le causen ningún disgusto a su madre. Estén listos para ayudar a su padre. No pierdan el tiempo holgazaneando.

Dedíquense al servicio social. Los que cantan pueden participar de los Bhajans. Sirvan a los pacientes en los hospitales, comprándoles medicamentos o proporcionándoles ropa, pero no les den dinero.

Si les dan dinero, se volverán mendigos. Si prestan servicio de estas formas, estarán redimiendo su nacimiento humano.

Adoren a Dios: Apártense del mundo Mantengan sus mentes siempre fijas en Dios. Ése es el verdadero significado de Upavasa, no la observancia de un así llamado ayuno, seguido de un suntuoso banquete. (Swami cantó una canción Kannada para ilustrar cómo algunas personas observan ayuno para disfrutar luego de un banquete).

Nunca olviden a Dios. No crean en el mundo, que está cambiando permanentemente. No teman a la muerte. Si aprenden a observar estas tres máximas, podrán lograr cualquier cosa. Swami los cuidará. Cuando los estudiantes se quejan de que Swami no les habla, deben comprender que Swami no quiere hablarles a aquellos que no hacen caso de Sus palabras. Si son buenos, Swami les hablará por impulso propio. Si actúan en conformidad con las palabras de Swami, Swami los cuidará muy bien. Eviten los malos amigos. Cultiven buenos amigos. Por sobre todo, nutran la fe en Dios. Dios es su único protector. No confíen en nadie más.

En la actualidad, la desconfianza mutua se ha universalizado.

Consideren sólo a Dios su verdadero amigo. Si olvidan a Dios, se expondrán al peligro.

Yo busco el amor de ustedes ¡Estudiantes! Yo no tenía intención de hablar hoy. Pero el Director me suplicó que les dijera algunas palabras a los estudiantes.

Les he hablado con suficiente frecuencia. Incluso ahora les estoy diciendo las mismas cosas. No pido nada a nadie. Jamás he pedido nada durante estos setenta años. Mi mano siempre da.

Lo único que quiero de ustedes es amor. Mi amor por ustedes es puro, inalterable y desinteresado. ¿Qué valor tiene su vida si no pueden creer en este amor? Crean en él. Ustedes depositan su confianza en personas que tienen dos caras. ¿Por qué no se atienen a la verdad que conocen? Reciban mi amor puro con un corazón puro. Santifíquense. Vivan en amor. El amor es Dios. Tengan presente lo que Swami les ha dicho y consideren las palabras de Swami como una antorcha en sus vidas. Con la luz de los consejos de Swami en sus corazones, pueden transitar por la vida durante todo el tiempo. Recuerden con amor a Dios, que lo es todo.

Discurso pronunciado en el Sai Ramesh Mandap, el 31-3-1996.