Discursos dados por Sai Baba – 15. 14/07/84 La bienaventuranza del amor divino

Discursos dados por Sai Baba

{SB 17} (31 discursos 1984)

15. 14/07/84 La bienaventuranza del amor divino

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 17 cap. 15 )

La bienaventuranza del amor divino

14 de Julio de 1984

En el campo del corazón crece un árbol colmador de deseos (kalpatharu). Alrededor de él han crecido toda clase de malezas. Si las malezas son eliminadas, el árbol colmador de deseos será visible. Hoy en día, las aspiraciones del hombre se elevan hasta el cielo. Deben tomar conciencia de que el hombre no sólo tiene una mente que concibe los pensamientos, sino también un corazón que puede ponerlos en práctica. Del corazón emanan buenas cualidades tales como la bondad, la compasión, la simpatía, la no violencia y la ecuanimidad. Las malas cualidades como la ira, la envidia, el odio, la crueldad, la codicia también fluyen del corazón. El hombre tiene el poder de discriminación por medio de su intelecto (buddhi) para decidir lo que es correcto y lo que no lo es, lo que es bueno y lo que es malo.

Sin embargo, la sola posesión del intelecto no es suficiente. Él tiene que cultivar el espíritu de indagación para convencerse de lo que es correcto o incorrecto. Ni siquiera esto es suficiente. Después de haber encontrado lo que está correcto o incorrecto, él debe vivir de acuerdo con sus convicciones. El pensar, el discriminar y el practicar – todos tres constituyen las características humanas básicas. Por la unidad de estos tres, la luz de la sabiduría espiritual (jñâna) iluminará el corazón. La mera presencia de la luz no es suficiente. Debemos intentar ir hacia adelante con la ayuda de esa iluminación. Si, teniendo esta luz, no seguimos el camino que ella revela, somos tan ciegos como los ciegos.

El corazón es el asiento de lo Divino

Una vez, el Señor Krishna apareció delante de Suradasa, el santo ciego y le dijo: “Suradasa, si tienes mucho deseo de ver el mundo, restauraré tu vista para tí en este mismo instante”. Gran devoto que era, Suradasa respondió: “Aquellos que están provistos de ojos están realmente ciegos puesto que no miran tu auspiciosa y hermosa forma. Provistos de oídos, están sordos al no escoger escuchar la música de su melodioso canto. Teniendo en sus manos el poder de alcanzar lo Divino, se ahogan en el océano de la vida mundana (samsâra). Aunque tú moras en sus corazones, se dejan engañar por las falsas, engañosas y transitorias atracciones del mundo. Aunque tienen grandes ojos, son incapaces de verte. Por eso, yo no necesito tales corazones, tales ojos o tales oídos. Dame, Oh Señor, oídos que escuchen tu canto, ojos que vean tu bella forma y un corazón en el cual estés instalado”, le rogó Suradasa.

Todas las religiones son unánimes en considerar el corazón como el asiento de lo Divino. Los Shastras hindúes han declarado que el corazón es el templo de Dios. Los sagrados Upanishads se han referido al corazón como a una cueva en la cual lo Divino mora. Se dice en la Biblia que el hombre con un corazón puro puede ver a Dios. Los musulmanes consideran al corazón como ubicado entre los dos dedos de Dios. El Guru de los sikhs, Nanak, declaró que sólo un hombre con un corazón puro puede ser considerado un verdadero sikh. De esta manera, las varias fes han afirmado que el corazón es la morada de Dios.

La gran lección que el loto le enseña al hombre

Pero los santos y místicos (sâdhus) han definido el corazón de otra manera. Tomando el mantra del Omkâr como una cuna mecedora, la gran sentencia (mahâvakya) “Tú eres Aquello” (“Tat Tvam Asi”) como una cama y la conciencia universal (chaitanya) como un bebé, las grandes almas de los siete mundos le han cantado nanas al Señor. Los aspirantes espirituales deben, por lo tanto, considerar el corazón como la verdadera morada de lo Divino.

Muchas grandes almas han experimentado el corazón como un loto. Aunque enraizado en el lodo y creciendo en agua lodosa, el loto brilla de pureza. Cuando el loto abre sus pétalos y mira hacia arriba parece estar diciendo: “Oh Señor, te ruego vengas y mores en mí”. Aunque nacido en el lodo no se revuelca en él. Aunque rodeado de agua sucia no es contaminado por ella. Esa es la gran lección que el loto le enseña al hombre. “Aunque ustedes están viviendo en un mundo corrupto y han nacido en el lodo de una sociedad incorrecta, deben volver su mente hacia Dios y hacer de su corazón un templo para Dios” – éste es el mensaje del loto para el hombre.

Si ven a un hombre erudito tienden a mostrarle respeto. Pero cuando encuentran personas con las cualidades de la bondad, desarrollan amor por ellos. Los ven como uno de ustedes. ¿Cuál es la razón? El erudito tiene sin duda habilidades intelectuales, pero su conducta puede no ser ejemplar. Cuando vemos a una persona que exhibe cualidades de tolerancia, compasión y simpatía, tendemos a amarlo por su manera de vivir. El mero intelecto sin la acción práctica carece de valor. Sólo un pensamiento combinado con la acción merece ser estimado.

Por lo tanto, debemos poner en práctica los preceptos que profesamos. No es posible para nadie determinar si un hombre es bueno o malo examinando su corazón. Deben juzgarlo por sus acciones y comportamiento.

Lo que es estudiado debe ser puesto en práctica

Lord Acton era un profundo pensador y un gran erudito. Había logrado eminencia como un agudo pensador. Pero el gran erudito no era igualmente grande en vivir de acuerdo con sus ideas. En ausencia de una vida correcta, toda su erudición era de poco valor. La víspera de su sesenta aniversario, dio un gran banquete al cual muchos grandes eruditos y prominentes periodistas fueron invitados. Al día siguiente, los periódicos escribieron acerca de Lord Acton. Admitieron que era una gran personalidad y un destacado erudito, pero señalaron que en sus acciones no había sido ejemplar ni había hecho nada por el bien de la humanidad. A pesar de su profunda erudición, no había servido a la nación.

Los libros no son meramente para ser leídos. Las sagradas escrituras como el Corán, la Biblia, los Upanishads, el Zend Avesta, el Granth Saheb y otros son adorados en templos hoy en día. Pero no se hace ningún intento de vivir de acuerdo con sus enseñanzas. La gente está olvidando los propósitos para los cuales estos libros sagrados fueron escritos. Lo que se estudia debe ser puesto en práctica. El conocimiento que no se pone en práctica es como el alimento que no se digiere. Si desean digerir su alimento, deben masticarlo bien y tomarlo en una forma digerible.

El cosmos entero es gobernado por la acción

Esto significa que no es suficiente hojear un libro, sino que uno debe estudiarlo profundamente, reflexionar sobre su contenido y absorber su significado de manera que se pueda practicar lo que se ha aprendido. Es por esto que todos los libros religiosos han enfatizado la doctrina de la acción. El cosmos entero es gobernado por la acción. Si se toma esto en cuenta, de nada sirve dedicarse a la especulación intelectual sin poner el conocimiento en práctica.

El Bhagavad Gita también hace énfasis en la doctrina de la acción. Krishna declaró: “No hay nada en este mundo que desee para lo cual deba esforzarme. Sin embargo, estoy continuamente dedicado a la acción porque si yo, que debo destacarme como un ejemplo para el mundo, no realizo obras, la gente del mundo renunciará a las actividades”. Además, si los pensamientos no son traducidos a acciones se desarrollan en una especie de enfermedad. Un hombre que se siente hambriento y anhela alimento, si no lo obtiene, se enfermará. Similarmente, un hombre que siente sed y desea agua, a menos que él haga el esfuerzo por obtener el agua, se debilitará y colapsará.

Los deseos van surgiendo continuamente en el hombre. Él está siempre deseando algo. Anhela varias cosas. Pero este anhelo por cosas materiales no puede ser considerado como amor. Esto se puede llamar una fascinación por los objetos mundanos (apeksha).
Cuando el anhelo es volteado hacia Dios y se vuelve un intenso deseo por logros espirituales, se llama prema. El amor puro o prema no tiene que ver con la mente. Surge del corazón. Es por esto que la divinidad puede realizarse sólo por el corazón.

El amor divino de las gopis y de Prahlada

Hay muchos ejemplos para ilustrar esta verdad. Si toman el amor de las pastoras (gopis) de Brindavan, por ejemplo, podrían preguntar para qué fin amaban a Krishna. No se preocupaban por cosas mundanas. Sólo se preocupaban por la búsqueda espiritual. Cualquiera que mire la conducta de las gopis desde un punto de vista mundano podría considerar sus acciones como impropias. De la misma forma, el amor de Prahlada por lo Divino no fue entendido por aquellos que lo juzgaban desde el punto de vista mundano. ¿Habría sido Prahlada capaz de soportar con indiferencia todas las torturas a las cuales lo somietieron si hubiera sido una persona mundana? Soportó, de niño, ordalías que ningún hombre hubiera podido aguantar.

Cuando los secuaces del rey lo aguijonearon con espadas, él le oró al Señor y alabó Sus glorias sin derramar una lágrima o mostrar señal alguna de temor. Si su devoción hubiera estado relacionada con deseos mundanos, ¿no debería haber llorado? ¿No debería haber mostrado algún temor, siendo una mera criatura? Él no lo hizo porque el Señor Narayana estaba instalado en su corazón. El nombre del Señor estaba siempre en su lengua. La conciencia de Narayana llenaba todo su ser de la cabeza a los pies. Debido a esto, ninguno de los dolores que le infligieron con instrumentos físicos lo afectaban en absoluto. Con sus pensamientos centrados en Dios, los dolores del mundo no lo afectaban.

Miren el amor de las gopis. Cuando sus suegras les pegaban o sus esposos las maltrataban, ellas no decían una palabra, no se quejaban, porque llevaban la imagen de Krishna en sus corazones. ¿Habría sido posible para ellas soportar todos los males que les cayeron encima si su amor por Krishna hubiera sido un amor meramente sensual? Eran simples aldeanas sin instrucción, pero su amor por el Señor era tan trascendental que hasta Narada las alabó por su devoción pura y sin mácula.

El verdadero significado de la búsqueda espiritual

Sólo cuando lo que se pronuncia por la boca mueve el corazón a la acción, habrá una conducta apropiada. Un aspirante decora la estatua de su deidad escogida y le hace ofrendas durante la adoración. Un granjero ara su tierra y la riega para cultivar el producto que ha escogido. El devoto es el cultivador para el campo de su corazón. Debe irrigar el campo de su corazón con el agua del amor, abonarlo con prácticas espirituales, sembrar las semillas del nombre divino y cercarlo con la disciplina espiritual. Sólo entonces experimentará bienaventuranza – la bienaventuranza del amor divino y no el amor mundano. Sin embargo, en esta Edad de Kali las escrituras se leen pero no hay ningún cambio en el corazón que inspire un esfuerzo espiritual. Como el corazón no es transformado y sublimado, las gentes llevan vidas vacías y futiles.

Cada buen pensamiento debe impulsarlo a uno a la acción. Por ejemplo, cuando un aspirante canta un himno, él debe sentirse inmerso en su significado y volverse uno con él. Es el corazón el que produce tal sentimiento de unidad. Dios reside en el corazón. Él está fuera del alcance de los objetos externos. El hombre moderno derrama copiosas lágrimas para lograr riqueza, salud, posición y fama. Se deja llevar por la corriente de sus lágrimas. ¿Derrama una sola lágrima para obtener la gracia de Dios o ganarse Su amor? Purandaradâsa cantó: “¿De qué sirven los ojos que no pueden ver a Dios?” Usan sus ojos toda su vida para ver el mundo externo. ¿Qué es lo que logran con ello? Nadie intenta ver lo invisible. Las tareas diarias se repiten sin cesar – el bañarse, el comer, el dormir, pero no hay ningún anhelo de ver al invisible divino. Sólo cuando desarrollen ese deseo, sus vidas se volverán significativas. Es esto lo que les dará la paz.

No consideren al cuerpo como un fin en sí mismo

Es debido a que no buscan aquello que debe buscarse, no experimentan lo que debe experimentarse, que están hundidos en el dolor y no tienen ninguna paz mental. Es por esto que los Upanishads declararon: “Llévame de lo irreal a la realidad, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la inmortalidad”. El significado de esta oración es que el hombre debe realizar la Realidad permanente incambiante que subyace a las cambiantes apariencias del mundo fenoménico, dejar a un lado su ignorancia de su propia y verdadera naturaleza y buscar la unidad con el inmortal Âtma, el Espíritu Supremo, que reside en su cuerpo sujeto a degeneración y muerte. La búsqueda espiritual no significa meramente dedicarse a la meditación, repetición del nombre sagrado o alguna fórmula sagrada o similar. Abarca todas las actividades dirigidas a realizar al Âtma que ha asumido una forma humana.

El cuerpo debe ser considerado como la base para la actividad espiritual. Con él como base, es que deben dedicarse a la actividad espiritual. No deben considerar el cuerpo como un fin en sí que hay que estar mimando y manteniendo con comodidad. Todas sus habilidades mentales y las otras no deben ser usadas únicamente para logros mundanos. Sólo buscando el conocimiento espiritual superior puede el hombre elevarse por encima del nivel del animal. El animal se preocupa sólo del presente. Sólo el hombre puede tener conciencia de que el presente es el producto del pasado y de que el futuro será determinado por lo que hace en el presente. Sólo si actúan correctamente en el presente puede el futuro ser bueno y ennoblecedor. Esto requiere firmeza y determinación para adherirse al camino de la rectitud sin importar las dificultades.

No sean víctimas de dudas y vacilaciones

Pueden leer muchos libros y dedicarse a muchas actividades devocionales. Deben preguntarse hasta dónde estos estudios y acciones les han ayudado a transformar sus vidas. Encontrarán que no ha habido ningún cambio significativo. Pero no necesitan esperar para evaluar los frutos de sus acciones. Es suficiente si están conscientes de cuál es su deber y deciden llevarlo a cabo sin importar las consecuencias.

Hoy tienen una oportunidad dorada para actuar con este espíritu. Hagan el mejor uso de la gracia de Sai para cambiar sus vidas. No dejen escapar esta gloriosa oportunidad para hacer de su devoción el medio de su liberación. No escuchen lo que dicen los demás. Traten de corregir su propia conducta y de redimirse a sí mismos. Usen su propia inteligencia y aférrense a la verdad a la que lleguen. No se vuelvan esclavos de otros. Deben usar su propia capacidad de indagación y discriminación. Deben llegar a la verdad por sí mismos y ponerla en práctica. No deben ser víctimas de dudas y vacilaciones.

Ningún acto de servicio debe considerarse trivial

A menudo sus problemas son creados por ustedes mismos. Si desarrollan una fe firme en Dios y se entregan a Su voluntad, Él no les fallará. Este es el concepto de la entrega total (sharanâgati) a la voluntad divina. La bienaventuranza que se puede derivar de esta rendición a Dios no puede obtenerse por ningún otro medio. Consideren todo lo que les acaece como algo para su propio bien. Descubran la bienaventuranza que se puede derivar de las pruebas y tribulaciones. Fue durante los doce años de su exilio en la selva que la devoción de los Pândavas se desarrolló al máximo.

No es una señal de verdadera devoción el esperar que la vida sea una cadena ininterrumpida de felicidad y comodidad. ¿Es esto, en verdad, felicidad verdadera? Thyagaraja preguntó si la felicidad estaba en la posesión de riqueza o en el servicio del Señor. Él no encontró ninguna alegría en la adquisición de la riqueza. Él experimentaba la mayor alegría en reconocer la omnipresencia del Señor. Similarmente, todos los devotos deben estar conscientes de la inmanencia de Dios en todo y llevar a cabo sus
deberes diarios como una consagración a lo Divino. Si desarrollan tal devoción, el Señor iluminará sus corazones y los llenará de bienaventuranza.

Auditorio Purnachandra, Prashanti Nilayam

14 julio 1984