Discursos dados por Sai Baba – 16. 03/04/67 La parada en el camino

Discursos dados por Sai Baba

{SB 07} (41 de 48 discursos 1967)

16. 03/04/67 La parada en el camino

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 68 )

La parada en el camino

3 de Abril de 1967

Asociación Sai de Andhra Pradesh

Reflexionen sobre la felicidad que experimentamos cuando el secretario recitó pasajes de los antiguos Vedas. La reflexión sobre el significado de los pasajes recitados dará una felicidad mayor todavía.

Pero debido a un triste decaimiento en nuestro sentido nacional de los valores, no sólo han desparecido el dhoti (paño de tela delgada que se ponen los hombres), el tilak (punto de polvo ro jo que se ponen las mujeres en la frente) y el mechón que eran las señales de la cultura ortodoxa, sino hasta el respeto por las verdades vitales incorporadas en los Vedas. Ésa es la tragedia.

El hombre nace con una gran sed, una profunda hambre de felicidad.

Él sabe que puede obtenerla, pero no sabe de dónde. Tiene vagos recuerdos de ser el heredero del reino de la felicidad, pero no sabe cómo hacer valer su derecho. Algo en él se rebela cuando se le condena a morir, a sufrir y a odiar; algo le susurra que es hijo de la inmortalidad, de la bienaventuranza, del amor, pero desecha estos impulsos y, como alguien que cambia diamantes por polvo, corre en busca de placeres bajos y de sórdidas comodidades.

No importa lo erudito que sea un hombre, si no tiene sentido de los valores, es seguro que caerá. Ravana gobernaba un vasto imperio, tenía riquezas incontables, sus órdenes iban al más apartado rincón, conocía muy bien los antiguos textos. De hecho se dice que sus diez cabezas representan su dominio de los cuatro Vedas y los seis Vedangas. Sin embargo, debido a que su inteligencia estaba dirigida a propósitos malos, tuvo una muerte ignominiosa.

La inteligencia es un arma de doble filo. Puede cortar la cadena y liberarlos; puede causar heridas fatales y matar. Es por esto que el gran mantra que los aspirantes cantan, llamado el Gayatri (porque salva a aquellos que lo recitan), le ruega a Dios que presida sobre la inteligencia y la haga beneficiosa al individuo y a la so ciedad.

Los sufrimientos descritos en el Ramayana se deben a dos personajes que hicieron sólo cortas apariciones pero que representan la malvada fuerza de la lujuria y de la ira: Shurpanakha y Mantara.

Envenenaron la mente de Ravana y de Kaikeyi y prepararon la escena para la historia de dolor. La sublimación de las emociones y el control de las pasiones están ambos incluidos en la definición del yoga, la disciplina espiritual que purifica la in teligencia. Para penetrar la espesa niebla que la ignorancia extiende sobre la realidad, la inteligencia debe construirse sobre la base de la virtud. Cuando la acción se hace como dedicación y la adoración se hace como algo esencial para la propia vida, la inteligencia se aclara de tal manera que la niebla desaparece y se revela la verdad. La acción, cuando se emprende dedicándola a Dios, pierde sus efectos perniciosos, pues el hacedor deja las consecuencias a Dios; además, él considera cada acto como un acto de adoración y así, lo hace al máximo de su habilidad. La acción, entonces, se transmuta en adoración.

La adoración empieza con alguna imagen concreta o estatua, o con un nombre y una forma; luego, a medida que el significado del nombre y de la forma se ahondan en la conciencia, todos los nombres son vistos como los de Dios, todas las formas se sienten como las de Dios. Gradualmente, la verdad de que el adorador también es la misma entidad, engañándose al verse se parado por un nombre y una forma distintos, poniéndole una eti queta al vehículo o envoltura que ha asumido, se hace evidente; éste es el nacimiento de Jñana, el conocimiento.

Esa niebla es el egoísmo, que esconde lo universal e induce la creencia en la diferencia; es una nube de polvo que ahoga la verdad.

La gente ahora ama la niebla y la nube y no hace ningún esfuerzo por removerlas. Cuando entran en la tienda y seleccionan una tela para un pantalón o una chaqueta, piden una tela negra, y la razón de que prefieren ese color y no el blanco o colores claros es que ¡el negro no revelará la suciedad! El deseo no es remover lo sucio sino esconderlo de la mirada. Esto se ha vuelto una debilidad universal. La gente no se avergüenza de la suciedad; no busca la limpieza del corazón. Ésta se puede obtener sólo por medio del amor y de la verdad, por medio de la repetición del mantra comunicado por el gurú y mediante la práctica espiritual regular y constante, con fe.

La Asociación Sai de Andhra puede muy bien emprender esta tarea, realizando reuniones los sábados, domingos y jueves, en las cuales se pueden descubrir y llevar a cabo las prácticas para esta limpieza interna. Los mayores deben considerar la mejor manera como pueden ser ejemplos en este campo para los jóvenes y las jóvenes bajo su cuidado, aquellos que miran hacia ellos en busca de guía, aquellos para los cuales son héroes. Deben dedicarse a algunas disciplinas tales como repetición del Nombre y meditación, deben mostrar entusiasmo y satisfacción en esas disciplinas; deben ser valientes en las calamidades y tomar lo malo y lo bueno como dones de Dios. Sólo entonces podrán los niños a su cuidado aprender a vivir felices y en paz. Los padres son como los edecanes para el ni ño que es como el rey. La función del edecán no termina cuando el rey se viste magníficamente y camina airoso de un lado para otro; debe cuidar a la persona que le es confiada. Si los dos ede canes descuidan sus deberes, no importa en qué mínimo grado, o si no están alertas y vigilantes, habrá un gran peligro. Por eso los padres deben mejorarse para el bien de sus hijos. El ejemplo es más provechoso que el precepto. En esta época en que los padres no tienen reverencia por Dios, en que las imágenes de Stalin y de Hitler, de Churchill y Lenin adornan las paredes del hogar; en que el niño tiene que respirar en la casa la atmósfera de escándalo, facción y codicia, ¿cómo puede crecer como un individuo feliz, saludable y equilibrado? Las películas que se lleva a ver a los ni ños están llenas de violencia y falsedad, de malas pasadas y cons piraciones, que enturbian las fuentes de bondad y de amor.

Hay padres que se enorgullecen cuando sus hijos se unen a ellos en los juegos de naipes o hasta en la bebida; hay padres que se molestan cuando sus hijos leen libros religiosos, asisten a ceremonias en los templos y se sientan quietamente por algunos minutos meditando sobre el temor reverencial y el asombro que la creación despierta en ellos. ¿Cómo pueden tales padres proclamar ser los benefac tores de sus hijos? Son los mayores enemigos de su progreso.

No proveen a los niños con la coraza que los protegerá en el torbelli no de la vida. Tratan de hacer que sus hijos no merezcan el nombre de hindúes, pues crecen sin aprender acerca de Rama, de Krishna, del Gita o del Bhagavata. Luchan por dejar a sus hijos un montón de riquezas pero no les enseñan el sentido apropiado de los valores o la mejor forma de utilizar la riqueza para su genuino adelanto. Debe enseñárseles a vivir como los lotos en el lago de la vida, que están en el agua pero sin que ésta los afecte. Los lotos no pueden vivir fuera del agua; sin embargo, no permiten que el agua entre a ellos. Estén en la vida pero vean que la vida no esté dentro de ustedes. Éste es el secreto de una vida exitosa, el cual no enseñan a los jóvenes.

Las riquezas que deben esforzarse por amasar no son tierras ni fábricas, casas o cuentas bancarias, sino sabiduría y experiencia de la unidad con la grandiosidad del universo y la fuerza que lo mane ja sin error. Arjuna fue llamado Dhanamjaya por Krishna porque había conquistado (jaya) las riquezas (dhanam) que salvan al hombre, que no pueden ser gravadas o robadas o estafadas. El método para ganar esas riquezas es la práctica espiritual. Los hom bres vacilan en entrar en el campo de las prácticas
espirituales, aunque anhelen la cosecha de alegría. No están dispuestos a gastar ni un céntimo, son renuentes a hacer un mínimo de esfuerzo, pero quieren que la liberación les caiga del cielo en el regazo; quieren que la visión de Dios les aparezca sin dolor en su cerebro.

Cuando Yajnavalkya le regaló a su reina, Maitreyi, grandes bienes en for ma de oro y ganado cuando él dejó su hogar en su búsqueda es piritual, ella le preguntó si le serían de alguna utilidad en su propia búsqueda. Cuando su esposo le respondió que eran transitorios y baratos comparados con la riqueza de la experiencia espiritual, ella los rechazó y buscó la preciosa riqueza de las austeridades y de la fe y con éstas obtuvo alegría eterna.

Deben ver a la naturaleza llena de Dios, formada por Dios, como Dios en esas formas, olores y sonidos. Vemos la imagen en el espejo porque los rayos de luz son reflejados por la superficie del espejo. Ustedes son el reflejo de los rayos de Dios en el espejo que es la naturaleza. Si ese espejo no estuviera allí, el individuo no existiría como entidad separada. Quiten el espejo y entonces “ustedes” se fusionarán en “Él”, y se quedarán allí como “nosotros”.

Es la naturaleza la que induce la creencia de que son el cuerpo; sienten que ustedes también son nombre y forma como la naturaleza.

Esta identificación ha llevado a un grado desorbitado de atención al cuerpo y en consecuencia, a la preocupación y la miseria.

El prin cipio de que el alimento es sólo una medicina para curar el hambre es ignorado y el hombre es esclavizado por la lengua.

Todas las veinticuatro horas se gastan en el cuidado del cuerpo, en la pre vención de la enfermedad, la promoción de la salud, el desarrollo de los músculos, etc., pero no se da ningún cuidado al morador del cuerpo, al Dios que reside en este tabernáculo físico y a quien se debe reconocer y reverenciar. La báscula sobre la cual están parados leyendo su peso con orgullo se ríe de ustedes por su tonta alegría. Se mofa de su orgullo por las victorias físicas, les advierte contra la preocupación excesiva por ganancias fútiles. Sa be que la muerte está al acecho para llevárselos, no importa lo pesados que se puedan poner. Desarrollen su visión, no su cuerpo.

Concéntrense en el Hacedor, no en lo “hecho”.

Durante la batalla contra las hordas de Rakshasas en Lanka, un niño sentado en la cadera de una ogresa fue herido por una flecha perdida. La madre dejó caer al niño y huyó. Lakshmana la señaló a Rama y le dijo: «¿Ves qué despiadadas son estas ogresas? No tie nen amor en su corazón ni siquiera para sus propios hijos».

Rama respondió: «Hermano, no las condenes tan duramente. Ella puede tener otra razón por huir», y le pidió que él mismo lo averiguara.

Ella le dijo a Lakshmana que no todos los ogros eran duros de corazón. «¿No conoces a Vibhishana, que sirve a Rama tan devota mente? ¿No hay ogros entre ustedes, los hombres? No condenes a todos indiscriminadamente. Escucha: yo sé que cuando es cuestión de salvación, cada uno es una unidad distinta. Madre e hijo pueden ir por diferentes caminos y llegar a la meta, tarde o temprano, ca da uno a su tiempo. Debo buscar mi propio bien. Sentí que si huía y seguía viva, Rama podría llevarme cautiva a Ayodhya y otorgarme la visión que me salvara de este recurrente destino».

Ella tenía fe en la divinidad de Rama y en su propia liberación final.

Si entran en una tienda y escogen las cosas que sean, deben pagar el precio; si presentan un examen, deben escribir las respuestas a satisfacción del examinador; si quieren aprender a nadar, tienen que entrar en el agua y realizar los movimientos. Si se distribuye la ceniza a algunas personas los acosa la duda de si Swami está de seando que el receptor sea un shaivita (adorador de Shiva). La ceniza es un símbolo de la sustancia básica indestructible que cada ser es. Todas las cosas se vuelven cenizas; pero la ceniza sigue siendo ceniza no importa cuánto puedan quemarla.

Es también una señal de renunciación, de sacrificio, de conocimiento que reduce a cenizas todas las consecuencias de las acciones. Es una señal del Señor y yo la aplico en sus frentes para recordarles que ustedes también son divinos. Es una valiosa enseñanza acerca de su identidad. También les recuerda que el cuerpo puede ser reducido a un montón de cenizas en cualquier momento; la ceniza será una lec ción de desapego y renunciación.

El hombre debe vivir sus días sin desesperación y sin deseos incontrolables. Debe ser equilibrado, sin exaltarse cuando la fortuna le sonríe ni marchitarse cuando la desgracia le llega. Transmitan esta difícil lección a sus hijos. Prahlada, cuando fue castigado por su padre por desobedecer sus órdenes, respondió: «Sólo tiene derecho a la obediencia como padre aquel que le ordena a su hijo inclinarse ante Hari, el Señor, servir a Hari y fundirse en Hari, ninguno más». Si un padre le ordena al hijo reverenciarlo como Hari, entonces es un terrible enemigo, no un padre. Los niños son los instrumentos mediante los cuales se puede elevar a la India. En vista de esto tuve una charla con los directores de escuelas en Puna acerca de su adiestramiento moral y espiritual. En Puna va a surgir una institución donde padres, maestros y líderes estudiantiles serán capacitados para guiarlos por las líneas correctas; donde los es tudiantes también serán adiestrados en las prácticas espirituales que los harán fuertes y rectos.

El estudio de las escrituras y los textos religiosos y libros similares sin el esfuerzo de la práctica, resulta en mala salud. Ser falso con lo que uno afirma carcome el autorrespeto y uno empieza a aver gonzarse de sí mismo. De modo que aprendan a practicar; coman para digerir. Ése es el consejo que hoy les doy.

Asociación Sai de Andhra Pradesh, Puna, 3-IV-67