Discursos dados por Sai Baba – 22. 07/09/66 De Él, a Él, por Él

Discursos dados por Sai Baba

{SB 06} (28 de 45 discursos 1966)

22. 07/09/66 De Él, a Él, por Él

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 43 )

De Él, a Él, por Él

7 de Setiembre de 1966

Krishnajanmashtami (Nacimiento de Krishna)

Este día está dedicado a la adoración de Narakara (Dios con forma) en que se convirtió Nirakara (Dios sin forma) con el fin de salvar al hombre del pantano al cual ha sido atraído por el engaño que nubló su visión. Yama (la muerte) puede ser vencida mediante samyama (control de los sentidos y del deseo que los impulsa).

Cuando el hombre olvida este hecho y empieza a vivir como esclavo de los sentidos, Dios, en su infinita misericordia, viene entre los hombres y los guía por el camino celestial hacia él.

El hombre no ha evolucionado hacia el animal tan finamente dotado que es sólo para que pueda comer, gozar y dormir; él tiene que devolver su significado a lo vacío y sin sentido para lograr la liberación mientras se encuentra en cadenas, para elevar el Atma con la ayuda del Atma mismo. ¿Cuántas tierras y casas pueden llenar el voraz estómago del hombre hasta que se sacie? Algún día u otro, más tarde o más temprano, tendrá que abandonar esos bienes acumulados e irse.

Hubo una vez un hombre que tenía cien hectáreas en el sur, pero deseaba más, por lo menos mil. Así que se fue en todas direcciones buscando regiones donde pudiera obtener vastas áreas de tierra cultivable que no estuvieran ocupadas. Finalmente llegó a un reino en los Himalayas y el rey, gustosamente, ofreció darle toda la tierra que ansiaba; el único límite que ponía era su resistencia. Le dijo que debería empezar a la salida del sol y caminar sin detenerse regresando al punto de partida antes de la puesta del sol; toda la tierra encerrada en su ruta, abarcada por sus pasos desde el comienzo hasta el fin, sería suya. Era una oferta gene rosa. El codicioso migrante esperó ansioso los primeros rayos del sol y partió describiendo un círculo muy grande, corriendo, hasta que llegó la tarde; estaba tan agotado que llegando a sólo tres metros de su punto de partida cayó muerto. Su corazón cesó de latir. ¡Lo había aniquilado su loca carrera para apropiarse de todas las hectáreas que pudiera recorrer antes de la puesta del sol! Muchas personas pasan sus años acumulando, y después se las lleva la muerte, antes de que puedan siquiera enorgullecerse de la cantidad acopiada. El dinero puede comprar medicinas pero sólo la paz mental y el contento pueden garantizar la salud. Se pueden contratar expertos médicos pero no puede comprarse la vida. Dios encarna para alentar a los aspirantes (sadhus). Por sadhus no se debe entender los moradores de los retiros en los Himalayas; significa el sadhu o la persona virtuosa que constituye la realidad interna de cada uno de ustedes, cuya apariencia externa no es más que una máscara que se lleva para confundirlos en la opinión que tienen de ustedes mismos. Cada uno de ustedes es un sadhu, pues es prema swarupa, la propia forma del amor, shanti swarupa, la propia forma de la paz, amrita swarupa, la propia forma de la inmortalidad. Pero al permitir que la costra del ego crezca gruesa y dura, la verdadera naturaleza queda manchada.

Por medio de la compañía de personas espirituales, la atención sistemática hacia el autocontrol y el mejoramiento, el hombre puede superar el engaño que lo hace identificarse con el cuerpo y sus necesidades y antojos.

Si alimentan a la vaca con gachas fermentadas para que produzca más leche, ésta tendrá un olor desagradable. Cuando el hom bre se enfrasca demasiado en las futilezas del mundo, su conducta y carácter se vuelven desagradables. Es en verdad trágico el tener que presenciar la caída del hijo de la inmortalidad y verlo debatirse en la desesperación y la aflicción. Si cada quien al menos hiciera un examen de cuáles son sus aptitudes, de cuál es su posición, se daría rápidamente cuenta de su caída. ¿Comerá arroz un tigre por muy hambriento que esté? Deben apuntar a la meta que les indica su linaje. ¿Cómo puede el loro probar la dulzura de un mango si pica el fruto del algodonero? Hagan que sus esfuerzos estén de acuerdo con la dignidad de la meta. No aflojen nunca el esfuerzo, no impor tan los obstáculos, no importa lo largo del viaje.

La meta se acercará a ustedes más rápido de lo que ustedes se acerquen a ella. Dios está tan ansioso de salvarlos como ustedes lo están de salvarse; él es el amor mismo, él es la compasión misma para todos aquellos que van tropezando por el camino. Se le llama Bhakta-abhishta-prada, “Aquel que cumple los deseos de los devotos”. Ustedes dicen que yo me río para mis adentros, que enrollo mi pelo en mis dedos y lo estiro delante de mi cara, pero déjenme decirles por qué: es una señal de mi bienaventuranza que traspasa sus límites, felicidad ante el éxito de los devotos en cautivar mi corazón.

Hubo una vez un emperador que le preguntaba a todos los sabios que visitaban su palacio: «¿Quién es el mejor entre los hombres?

¿Qué momento es el más bendito? ¿Qué acto es el más beneficioso?

». Durante mucho tiempo no logró obtener una respues ta satisfactoria. Finalmente, su reino fue invadido y su ejército derrotado por las fuerzas rivales y tuvo que huir a la selva. Allí, cayó en manos de una tribu primitiva que lo seleccionó como víctima para ofrendar a su diosa. Mientras se encontraba en tan angustiosa situación, fue visto por un asceta que lo salvó y lo llevó a su tran quila ermita, donde él y sus discípulos lo cuidaron amorosamente y le devolvieron la salud y la felicidad. Entonces fue cuando descubrió las respuestas a sus preguntas: el mejor entre los hombres es aquel que tiene compasión; el momento más bendito es el presente, este mismo segundo, y el mejor acto es aliviar el dolor y la aflicción.

Ustedes deciden empezar la repetición del Nombre “el próximo jueves”, como si la muerte les hubiera asegurado por escrito que no va a llamarlos antes de esa fecha. No pospongan lo que pueden hacer hoy, ahora, en este mismo momento.

Ahora que he hecho referencia a la repetición del Nombre voy a contarles otra historia. Había un tendero a quien su maestro espiritual exhortó a que repitiera el nombre del Señor; el hombre le dijo que no tenía tiempo para sentarse y repetirlo, que la tienda ocupaba todo su tiempo y energías. Él tenía que alejarse un poco de la aldea todas las mañanas para satisfacer las necesidades de la naturaleza. En esto ocupaba alrededor de media hora. Así, el gurú le pidió que usara ese tiempo para la repetición del Nombre.

Hanumán, el gran devoto de Rama, pasaba por el cielo cuando vio al tendero defecando y lo oyó repetir “Ram, Ram, Ram” al mismo tiempo. Hanumán se indignó ante su insolencia; estaba profanando el Nombre al pronunciarlo mientras estaba sucio, así que le dio un fuerte golpe en la mejilla y continuó su viaje hacia Ayodhya.

Cuando llegó a la Divina Presencia y vio el rostro de Rama, lleno de esplendor, notó la roja e hinchada marca de una mano en su mejilla. Hanumán quedó de una pieza y su dolor fue muy intenso.

Rama le dijo: «¡Hanumán!, no me preguntes el nombre de la persona que dio este golpe. Yo siempre preveo la desgracia que pueda llegar a mis devotos e intervengo a tiempo para salvarlos. Este pobre tendero, en las orillas del pueblo, que estaba repitiendo mi nombre cuando pasaste, ¿cómo habría resistido al terrible golpe de tu enojado puño en esa situación? El hombre se habría muerto en el sitio. Por eso yo intercepté el golpe y lo recibí en mi propia mejilla, mi amado Hanumán».

La protección de los devotos es una de sus principales tareas.

La protección de la virtud no es una afirmación hueca, es el voto del Señor, y él es Sathya swarupa, la Verdad encarnada.

Éste es el día cuando deben meditar en Murali, la flauta de Krishna, y la melodía que despertaba en el ser de los hombres, las vacas, los pájaros y plantas y aun de las colinas y ríos, rocas
y dunas.

Narakara, Dios con forma, apareció este día para dar la sagrada panacea del agua del Ganges, el Bhagavad Gita, eternamente pura, capaz de calmar la sed y de borrar los pecados.

Piensen también en el supremo amor de las gopis, su entrega de todo lo burdo y todo lo sutil, del ego y del apego egoísta, a los pies del soberano Purusha, el Purushotama. No decían palabra alguna que no fuera una oración; no daban ni un paso si no era hacia Dios; no veían ni oían otra cosa que no fuera Krishna; hablaban sólo de él, con él, sin importar quién estaba cerca; Krishna llenaba sus corazones. Él las transmutó en el grupo más humilde de devotas que el mundo haya visto jamás.

Krishnajanmashtami (Nacimiento de Krishna), 7-IX-66