Discursos dados por Sai Baba – 51. 04/11/65 La dieta diaria

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

51. 04/11/65 La dieta diaria

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 22 )

La dieta diaria

4 de Noviembre de 1965

Club Rotario

Hindupur

Los Rotarios tienen en la India una responsabilidad mayor que en otros países, pues desde tiempos muy antiguos este país ha estado esforzándose por ser un país de karma (karmabhumi), de yoga (yogabhumi) y de renunciamiento (thyagabhumi). Ha estado tratando de justificar la denominación que le han dado los sabios y videntes como el país de la actividad dedicada, del autocontrol, del autoconocimiento y del renunciamiento. De hecho, miles de años atrás, los grandes rishis, sabios realizados, le enseñaron al pueblo de este país que la inmortalidad no se puede ganar cultivando la erudición ni por el cumplimiento de las obligaciones de la vida familiar ni por la acumulación de riquezas como medio de lograr una vida llena de placeres, sino solamente a través del renunciamiento (thyaga). Se dice en las Escrituras que hasta los dioses están ansiosos de nacer en este país para poder dedicarse a actos benéficos. Es por esto que se le llama Karmabhumi, la tierra de la actividad dedicada. La ciencia del control de la mente, llama da yoga, se ha desarrollado aquí desde tiempos inmemoriales y miles de personas en cada era la han practicado con éxito hasta lograr su fruto, la autorrealización. Un resultado de esta autorrealización, de este autoconocimiento, ha sido el reconocimiento de que cada uno de los demás no es sino el reflejo de uno mismo, lo que constituye la verdadera base de la Unidad de la humanidad.
Viviendo en un país tan antiguo, en un pueblo imbuido de estos ideales y aspiraciones, los Rotarios encontrarán que sus actividades son mejor recibidas aquí que en cualquier otra parte. La lección que el Sanathana Dharma ha estado predicando es la unidad de todos los seres creados, de todos los sectores de la comunidad humana, en un Cuerpo Cósmico que es Dios: “Isasyamidam Sarvam, Vasudevassarvamidam”. La pregunta: «¿Quién pertenece a quién?» es ajena al pensamiento indio. Cada uno pertenece a todos, y todos pertenecen al Uno; éste ha sido el régimen en la India desde el comienzo del tiempo.
Cuando alguien sufre de agudo dolor de estómago, sus ojos dejan salir lágrimas, pues hay una conciencia que penetra y activa todo el cuerpo y produce reacciones oportunas en todas sus partes.
De igual modo, el mundo también es un solo cuerpo y un dolor en cualquier parte naturalmente afecta otras partes. Ninguna parte puede alegrarse cuando otra parte, no importa lo distante que esté, lo insignificante que sea, está sufriendo. Encuentro que ustedes usan la palabra Antarjatiya para indicar que el suyo es un cuerpo internacional. Antar o inter denota que hay una interconexión, un antar o vínculo interno, un cable que suministra corriente a todos, un motivador interno que opera y supervisa cada parte o miembro, no sólo en el cuerpo –la morada del individuo– sino en el mundo, que es el templo de Dios. El Señor ha declarado en el Gita que él es Sarvabhutantaratma, el Atma, el Espíritu interno de todos los seres vivientes, o sea, la realidad interior de todos los seres. Traten de estar siempre conscientes de esta unidad en Dios; ésta es la única verdad que se debe ver, experimentar y anunciar; ésa es la base más sólida para la vida individual y social.
Ésta servirá como un fun damento inquebrantable para su enfoque internacional.
Le pregunté a su Presidente cuál era el ideal del Club Rotario Internacional y me dijo que era, en una palabra, Paropakaram “hacer el bien a los demás”. Para este ideal, la India es un país muy propicio, ya que encontrarán una cooperación decidida de la gente y múltiples oportunidades para ejercitar sus talentos y destrezas y el impulso de hacer el bien y de ayudar a otros. Pero quiero recordarles que no hay para (otros) para recibir upakara (favor) de ustedes; que las “otras” personas son ustedes mismos. Todos son olas que surgen y caen, se vuelcan y se retiran en el océano del cual son parte. Por lo tanto, ¿quién puede ayudar a quién?, ¿quién hace un favor a quién?, ¿de quién es la mano que ayuda? Toda ayuda es a uno mismo, de uno mismo. El dolor que sufre otro, que ustedes tratan de mitigar, es realmente su propio dolor; cuando le alivian su dolor al otro es su propio dolor el que cesa. El servicio puede ser efectivo solamente cuando los sentimientos del “yo” y “lo mío” ceden su lugar a los de “Dios” y “lo perteneciente a él”. El egoísmo crece y se fortalece sólo cuando su atención está monopolizada por el cuerpo y sus necesidades. Si dirigen su atención al Antaratma (el alma interna), que es Dios, entonces encontrarán al mismo Dios en todos y un caudal de reverencia los llenará y fertilizará cada acto suyo. La práctica espiritual se necesita para redirigir la atención del deha (cuerpo) hacia el dehi (el morador en el cuerpo).
Todos los seres son como flores que se abren y se marchitan antes de que termine el día; pero, como en esta guirnalda que ustedes me ofrecieron cuando llegué, están enhebradas en un hilo eterno, indestructible, el sostén (sutra) que se llama Brahman.
Establezcan en sus mentes ese Bhava-advaita, este sentimiento de unidad; él hará que su servicio sea más agradable, más fructífero, más dulce y placentero para el que lo recibe. Sin esta actitud, paropakaram se vuelve una limosna dada por hombres de condición superior a hombres inferiores, a campesinos pobres. Tal clase de ayuda cau sará recelo y resentimiento, está manchada desde su origen y hasta su destino. Por su puesto, no debe uno tratar a todos igual, o tener las mismas prescripciones para todos. Sirvan a cada uno de acuer do con la necesidad específica y con la capacidad de beneficio que la ayuda tenga. El Antharatma es el mismo en todos, pero no deben poner un cuchillo en manos de un loco o un collar de oro en las de un niño; el loco acuchillará a alguien y el niño perderá la joya.
La posesión más preciosa es la ecuanimidad mental, y es lo úni co que ustedes no pueden dar aunque la tengan. Cada quien tiene que adquirirla con esfuerzo, pero sí pueden informar a la gente acerca de las disciplinas a través de las cuales se pueden obtener la ecuanimidad y la paz mental. No se pueden lograr con un nivel más alto de vida, ropas de moda, aparatos electrónicos, sofás, aire acondicionado, etc. No pueden ser obtenidas por medio de las riquezas, de la adquisición de poder y autoridad, o desarro llando fuerza y resistencia físicas. Si planean hacer algún servicio, recuerden esta tabla de valores comparativos. Los ricos, los sanos, los fuertes, los poderosos, los influyentes, todos están afligidos por el descontento, la preocupación, el temor y la ansiedad. No tienen paz mental.
La paz viene de adentro y el contento es una condición mental.
No alimenten las raíces del apego a las comodidades mundanas más de lo estrictamente necesario; sólo llevan a la ansiedad y al temor; nunca satisfacen el anhelo más recóndito del hombre.
Llévenlos por el camino de la devoción y de la dedicación; para ellos éste será el camino del contento y de la alegría. Enfaticen el principio uni versal del Atma (Atmatatva); aliéntenlos a la oración, la medita ción, la contemplación tranquila de la grandeza y gloria de Dios reflejada en la naturaleza; a la repetición del nombre del Señor; anímenlos al silencio y a la soledad para la introspección y contac to con las fuentes de alegría inherentes en el hombre.
Todos ustedes son personas educadas, experimentadas en muchos campos de actividad, equipadas con muchas destrezas y capa cidades. Están animados de genuino entusiasmo por ayudar a los demás y son movidos por el ejemplo de otros clubes a emprender muchos planes que beneficien a la comunidad. Estos planes con stituyen bonos en favor de ustedes. Para que el servicio pueda tener éxito, debe ser de corazón. Hablen dulce y suavemente; también sean dulces y suaves. Hablen con simpatía y sin arrogancia ni artificialidad. Manténganse alejados de sitios donde puedan es cuchar palabras impuras, ver actos impuros, tener pensamientos impuros, y de todo lo que contamina la voluntad y la capacidad de servir.
Estoy contento de que ustedes me hayan dado esta oportunidad de compartir su felicidad y a la vez compartir yo mi bienaventuranza con ustedes. Espero y los bendigo para que sientan el dolor de otros como el suyo propio y se esfuercen por disminuirlo; espero y los bendigo para que sientan la felicidad de otros como la suya propia y se esfuercen por compartirla y aumentarla.
Hindupur, Club Rotario, 4-XI-65