Discursos dados por Sai Baba – 51. 25/11/62 Los brotes de la fe

Discursos dados por Sai Baba

{SB 02} (49 de 52 discursos 1961 a 62)

51. 25/11/62 Los brotes de la fe

25 de Noviembre de 1962

Prashanti Nilayam

Virabhadra Sastri describió con gran realismo las travesuras infantiles de Krishna y explicó su significado. Por lo que veo, esto los ha refrescado, pues lo han sentido y tuvieron una vivencia de ello. Rama es la encarnación de la verdad y del dharma y por eso alrededor de Él hay cierta severidad, pero Krishna es el amor y por lo tanto Su historia confiere en seguida y espontáneamente bienaventuranza a todos. El amor en el corazón humano responde al llamado de ese amor divino: se levanta como una ola y se desborda.

Krishna vino con el poder del yoga (yogashakthi) como Su hermano (Balarama) y con el poder de la maya (mayashakthi) como Su hermana. De tal manera nace el poder supremo (mahashakthi). Devaki, la madre, no podía soportar el esplendor de la forma divina con toda su gloria inseparable; así, el niño tuvo que ser transferido, a su propio pedido, con Yashoda, quien había orado a fin de que ella, fuera favorecida con el privilegio de ser la madre adoptiva del Señor. Se dice que el contacto con la divinidad confiere el don de la liberación de las ataduras del karma; por eso cuando el niño Krishna fue levantado por las manos de Vasudeva, cayó la cadena que las amarraba, saltaron los cerrojos de la puerta de la prisión, se abrieron por sí mismas las cerraduras cuando Él se encaminó hacia el río Yamuna y las aguas de éste se partieron delante de Él.

En el divino relato pueden observar un hecho especial: ningún incidente está desvinculado del resto, ningún suceso carece de sentido. Por ejemplo, Parasurama exterminó a los reyes kshatriya de su tiempo mediante sistemáticas campañas contra cada uno de ellos. ¿Cómo, pues, sobrevivieron Dasaratha y Janaka? La verdad es que Parasurama hizo dos excepciones por las cuales sus víctimas podían salvarse y sobrevivir. Tal secreto era conocido sólo por esos dos sobrevivientes. Él había resuelto que no mataría a nadie que fuera novio o estuviera dedicado a un sacrificio. Por eso cuando Parasurama se acercó a las fronteras de los reinos de aquéllos y estuvo a punto de trasponerlas, Janaka se hizo iniciar para la preparación de un sacrificio y Dasaratha se arregló como un novio a punto de desposarse con cierta princesa. Desde luego, esto estaba acorde con el plan divino, pues Dasaratha tenía que vivir para desposar a Dasarathi y Janaka tenía que descubrir a Janaki.

El amor de las gopis, acerca del cual se han hecho tantas especulaciones y análisis filosóficos ante ustedes, es, dejen que se los diga, el amor natural (sahaja prema), el amor verdadero que está más allá de la conciencia física, que no es alterado por la alabanza ni la censura. No es como la delgada capa de aceite que flota sobre el agua y se queda pegada al dedo cuando se toca. Es como el tallo del loto, que penetra a profundidad a través de las capas de agua hasta el suelo; pero cuyas hojas flotan sin ser afectadas por el agua que les da el medio esencial.

El hombre debe luchar similarmente para elevarse por encima del mundo sensorio que es su ambiente inevitable; el mundo sensorio los tienta a esforzarse por esta o aquella trivialidad, pero, como las gopis, ustedes deben descartar el deseo y fijar el ojo en la preciosa fuente vital de la felicidad. Las gopis no tuvieron otra meta, otro ideal, otro deseo. Fue una entrega del ser, una entrega completa, incuestionable, constante.

Déjenme contarles algo acerca de una devota, una mujer de un pequeño pueblo de Maharashtra que vivió en el siglo pasado. Los mínimos detalles de su vida los regía este espíritu de dedicación. El caminar era para ella una peregrinación; el hablar era repetir el nombre del Señor. Hasta cuando ella amasaba el estiércol para utilizarlo después como combustible, decía: «¡Que esto sea una ofrenda a Krishna!» Y la sentía. Su devoción era tan sincera que esa bola de estiércol que ella utilizaba como ofrenda se volvía real y llegaba cada día a Krishna y se quedaba pegada a su estatua en el templo del pueblo.

El sacerdote veía la misteriosa profanación y quedaba asombrado, y también aterrado; hasta se maldijo por haber vivido para ver esa ignominia. Diariamente, alrededor de las doce, ¡el mismo fenómeno del estiércol! Inclinaba la cabeza de vergüenza al caminar, guardando para sí el misterio del inquietante fenómeno. Un día, oyó a la dama en cuestión decir: «Que sea una ofrenda a Krishna» y tirar ella, al igual que muchas otras amas de casa, la delatadora pelota de estiércol. Sospechó; anotó el momento, la cantidad, el material, etc., hasta que se convenció de que aquella mujer era la culpable de la desfiguración de Krishna, de la profanación de su belleza. Entonces le dio tal paliza que le rompió el brazo con el cual tiraba el estiércol.

Cuando regresó triunfante al templo, esperando recibir una profusa bendición del Señor par haber castigado a aquella malvada mujer, quedó de una pieza al ver el brazo derecho de Krishna fracturado y sangrando, exactamente igual al brazo de la santa. El pobre hombre lloró y dijo: «¡Le pegué sólo por amor a Ti; ella echaba a perder Tu encanto, oh, Señor!».

Krishna contestó: «Tú debes amar a todos aquellos a quienes Ya amo, recuerda».

Aquí también, quiero que ustedes se porten así… o que por lo menos se amen a ustedes mismos, es decir que amen a su verdadero ser y a sus mejores intereses. No toleraré la envidia ni la malicia ni el odio entre devotos; ni les permitiré odiarse a sí mismos o que piensen de sí que son malos o débiles.

Unas palabras dirigidas a los hombres reunidos aquí: deben vivir de acuerdo a la gloria de su pureza y fortaleza internas. Vienen de lugares lejanos haciendo grandes gastos pero traen consigo todos sus hábitos y prejuicios, sus inclinaciones y sus preferencias, sin hacer ningún esfuerzo por purificarlas, por adecuarlas al santo lugar que han buscado. Aquí también buscan y consiguen la compañía a la cual están acostumbrados; o sea, la compañía de los revoltosos, de los envidiosos y de los mundanos. ¡Si vienen a Mí con malos deseos se decepcionarán! No Me preocuparé si no regresan. Si destruyen o disturban la fe o la devoción de los demás, cometen ingratitud y traición, es como echar brasas candentes sobre un montón de flores.

Pero si un niño abandona a su madre ¿cómo podrá crecer? Manténganse apegados a Dios, para que puedan crecer. No corten los brotes de fe de sus corazones o de los corazones de otros. Es esa fe la que da intensidad al anhelo por alcanzar a Dios y que logra la pronta respuesta. Ramamurthy que está aquí, Me llamó con auténtica sinceridad cuando el sari de su esposa se inflamó, pues ella estaba demasiado asustada para hacerlo. Esa llamada Me llevó a Aukiripalli y, aunque sólo una cuarta parte del sari quedó intacta, ella se salvó.

Hablando de fe debo hacer una advertencia. Muchas personas están recolectando dinero en varios lugares usando Mi nombre para varios fines tales como organizar recepciones, construir templos, hacer pujas, etc. Esto no ha sido autorizado por Mí y está en contra de Mi deseo y de Mi mandato. No accedan a tales peticiones ni alienten esa práctica, que Yo condeno.

Luego hay otras clases de personas que negocian con su fe. Declaran que Yo los he «poseído»; que estoy «hablando» a través de ellos o de una estufa a cualquiera otra cosa. Traten a estas personas y a sus agentes o seguidores como se tratan a los timadores; si no los tratan así, entonces ustedes serán también cómplices del engaño.

Hay otros que reúnen grupos de seguidores y admiradores y recolectan dinero exhibiendo alguna estatua o imagen que le ha sido «dada» por Mi o que tratan de mostrar alguna otra señal de Mi gracia. Algunos de ellos hasta se atreven a decir: «Baba me ha enviado para pedirte dinero» o «Baba me ha ciado esto» o «Baba me ha bendecido especialmente de tal o cual manera» y luego piden su ayuda, su alabanza o su dinero. Yo les pido que castiguen a todos estos tipos de hombres y los rec
hacen, quienquiera que sean.