Para emprender cualquier actividad útil, deben transformar el poder divino latente en ustedes en destreza. Cuando el conocimiento es convertido en destreza, adquieren equilibrio en la vida. En tal estado de ecuanimidad, desarrollarán la percepción divina. Ennoblecidos con tal percepción y poder divino, deben emprender una actividad noble. Solo entonces será de lo más fructífera y beneficiosa para todos. Siempre emprendan actividades nobles con una mente pura. La unidad trae pureza y, a su vez, la pureza conduce a la Divinidad. Nunca deben olvidar la relación inseparable entre la unidad, la pureza y la Divinidad, y deben esforzarse siempre por lograrla. Todos deben unirse y trabajar juntos con espíritu de sacrificio. La espiritualidad no es una actividad comercial. La espiritualidad es divina. La espiritualidad está asociada con la unidad. Solo esta unidad en la diversidad, les brindará felicidad. Deseo que cultiven ese principio de unidad. Entonces, ¡cada actividad emprendida por ustedes adquirirá su debido valor y santidad! (Discurso del 1 de enero de 2003)
