Discursos dados por Sai Baba – 01. 13/01/69 Limosnas y remordimientos

Discursos dados por Sai Baba

{SB 09} (30 de 35 discursos 1969)

01. 13/01/69 Limosnas y remordimientos

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 7 )

Limosnas y remordimientos

13 de Enero de 1969

Prashanti Nilayam

Uttarayana!

A PARTIR DE ESTE día de Trópico de Capricornio o Makara Samkranti, como se llama, el sol parece moverse del sur al norte, y así, este día del solsticio de verano es celebrado desde edades remotas como un festival auspicioso. Pero ustedes deben preocuparse más de su propio viaje, de esta etapa particular de ese viaje, cuyo término se va acercando con cada salida del sol. Están dedicados a una incesante lucha con el sol para sobrevivir al ataque del tiempo que él mide con sus pasos. Anhelan escapar de las consecuencias del nacimiento y de su secuela, la muerte. Desean paz y alegría; para esto, deben limpiar su mente tan eficazmente que quede prácticamente eliminada. Esto es posible sólo cuando se identifican con el Alma, más que con el cuerpo que es su estuche, ganado como una recompensa por las propias actividades físicas y mentales. Cuando viven con la conciencia de la omnipresente Alma, viven en el amor, un amor que fluye y los inunda y penetra a ustedes y a todos lo demás.

Cada mañana, tan pronto como se sienten en la cama, háganse esta pregunta: «¿Para qué fin he venido a este mundo? ¿Cuál es mi tarea? ¿Cuál es el triunfo para el cual esta lucha me está preparando? ¿Cuál es la gran victoria por la cual me he de esforzar?» Deben de haber presenciado los festivales de carretas en los famosos centros de peregrinación. Los colosales carros del templo son decorados con banderas y festones; grupos de hombres fuertes_los arrastran por las anchas calles al ritmo de flautas y conchas; acróbatas, danzantes, cantores, trovadores, los preceden y aumentan el regocijo de la ocasión. M¡les se reúnen alrededor del sagrado carro y bordean las calles. Su atención es naturalmente atraída por los entretenimientos, pero se sienten más felices sólo cuando unen las palmas de sus manos y se inclinan ante la estatua instalada en el carro. El resto es todo subsidiario, hasta irrelevante para muchos. Así también, en la procesión de la vida, el cuerpo es el carro, el Alma es la estatua instalada allí. Ganar y gastar, reír y llorar, dañar y curar y todas las varias acrobacias de la vida diaria no son sino accesorias a la adoración de Dios, al logro del Alma.

El cuerpo es el carro; la inteligencia es el auriga; los deseos son los caminos por los cuales es conducido por la cuerda del apego sensual; la liberación es la meta; el primordial y todopenetrante Divino (Mula virat swarupa) es el amo del carro. El carro que ustedes llevan consigo debe ser tratado así. En lugar de ello, los hombres se arremolinan alocadamente, .dando vueltas en tristes círculos, del nacimiento a la muerte, llevados por deseos o empujados por necesidades. No se cruzan hitos en el camino del peregrinaje, no se pasa por ningún puente, no se registra ningún progreso; el viaje mismo es ignorado o denigrado.

Pueden decir que el progreso es posible sólo por medio de mi gracia; pero, aunque mi corazón es blando como la mantequilla, se derrite sólo cuando hay calor en su plegaria. A menos que hagan algún esfuerzo disciplinado, alguna práctica, la gracia no puede descender sobre ustedes. El anhelo, la agonía de la meta sin cumplir, ése es el calor que funde mi corazón, ésa es la angustia que gana la gracia. No importa a cuántos Navaratris y Shivaratr¡s (festivales hindúes) puedan haber asistido en este lugar; a menos que iluminen su corazón y lo hagan brillar claro y puro, estarán envueltos en oscuridad, inmersos sólo en la noche.

La práctica espiritual debe volverlos calmos, imperturbables, tranquilos, equilibrados. Hagan que la mente sea tan fría y reconfortante como la luz de la luna, pues ella es la deidad que gobierna a la mente. Sean tranquilos en su manera de hablar, sean calmos en su respuesta al mal, a las críticas y a las alabanzas. Se quejan de que otro está perturbando su ecuanimidad; pero ustedes no saben que aunque su lengua no hable, sus pensamientos pueden perturbar la ecuanimidad de los que están a su alrededor.

El desapego, la fe y el amor son los pilares sobre los cuales descansa la paz. De éstos, la fe es crucial, pues sin ella la práctica espiritual es un rito vacío. Sólo el desapego puede hacer que la práctica sea efectiva y que el amor los lleve rápidamente a Dios. La fe alimenta la agonía de la separación de Dios; el desapego la canaliza por el camino de Dios y el amor alumbra el camino. Dios les otorgará lo que necesitan y merecen; no hay necesidad de pedir, ninguna razón para quejarse. Estén contentos, estén agradecidos, no importa lo que suceda ni cuándo suceda. Nada puede suceder en contra de su voluntad.

Me acuerdo.ahora de Karna. En sus últimos momentos, le pidió al Señor un solo don. «No me importa si tú me condenas a nacer, a enfrentarme a la muerte en un ciclo interminable; sólo bendíceme para que en todas mis muchas vidas no esté obligado a pararme delante de otro con la mano extendida rogando: ‘Dame’; y también bendíceme para que en todas mis vidas no esté obligado a despachar a un suplicante con la palabra ‘No’. ¡Que estas dos palabras: dame y no, no salgan de mi boca». Una persona fija en el desapego y el autocontrol nunca pedirá ni nunca oirá la respuesta «no», pues él estará siempre contento, siempre pleno.

Una vez, un crítico cínico le preguntó a Vivekananda por qué ostentaba su renunciamiento con una túnica de color ocre. Él respondió: «Ésta no es una exhibición, sino una protección. Yo llevo el traje ocre porque, al verlo, nadie se acercará a mí para pedirme limosnas o ayuda monetaria, y así no tendré que decir esa palabra «no», que soy adverso a pronunciar. A la vista de esta túnica, sólo los buscadores de salvación se acercarán a mí; para ellos tengo suficiente que darles. Yo me conmuevo cuando las personas afligidas se me acercan; pero no tengo ningún dinero que darles. Este traje me ayuda a escapar de tales situaciones penosas». Deben regular su vida de tal manera que no tengan que usar estas dos palabras mientras vivan.

No se aflijan ni sean causa de aflicción. La personificación misma de la bienaventuranza (Dios) está en ustedes, como en otros, como en todo lo demás. A pesar de una multiplicidad de recipientes, el contenido es el mismo. Ése es el principio de la existencia, conocimiento, bienaventuranza (Sat Chit Ananda). El átomo y la galaxia, ambos son básicamente uno. Todos son en verdad divinos, Brahman. Ustedes leen en los libros sagrados que Vishnú (dios encargado de la preservación y protección del universo) tiene como su vehículo al águila Garuda; que Shiva (dios dedicado a la fusión, la desintegración y destrucción del universo) tiene al toro Nandi como su vehículo; que Brahma (dios dedicado a la emersión, evolución y creación del universo) cabalga en el cisne Hamsa; Subrahmanya (el generalísimo del ejército divino) cabalga en un pavo real; San¡ (el dios que dirige las influencias saturninas) tiene al cuervo como vehículo. Ganesha (el dios que ayuda a vencer los obstáculos) cabalga sobre un ratón, ¡aunque él es enormemente corpulento y tiene la cabeza de un elefante! Esto no significa que los dioses están indefensos sin estos instrumentos animales de locomoción; sólo revela que ningún pájaro o bestia debe despreciarse, pues lo Divino está usando a cada uno como su vehículo. Vistos como el cuerpo todos son distintos; vistos como el incorporado, o sea Brahman (Dios), todos son Uno.

La práctica espiritual les revelará esta identidad. Pero tengan cuidado: la práctica puede promover hasta el orgullo y la envidia como subproductos del progreso. Calculan cuánto y por cuánto tiempo han hecho sus prácticas espirituales y están tentados a mirar por sobre el hombro a otro cuyo récord es menor. Se enorgullecen de haber escrito el nombre de Sai diez millones de veces; hablan de ello siempre que tienen
la oportunidad, para que otros puedan admirar su fe y fortaleza; pero no son los millones lo que cuenta, sino la pureza de mente que resulta de la genuina concentración sobre el Nombre. ¡Su práctica debe evitar ser como sacar agua de un pozo en un cesto de caña! No obtendrán agua no importa cuántas veces hundan y saquen el cesto. Cada vicio es un agujero en el balde. Mantengan un corazón puro e íntegro.

Todas las religiones exhortan al hombre a limpiar su corazón de maldad, codicia, odio e ira, todas ofrecen el don de la gracia como premio por el éxito en este proceso de limpieza. Las ideas de superioridad e inferioridad surgen sólo en un corazón corrompido de egoísmo. Si alguien arguye que es superior o que su religión es más santa, es prueba de que no ha captado la esencia de su fe. Las hojas, flores, frutos, todos éstos pueden ser peculiares a una sola especie, pero si ponen atención al tronco encontrarán que se hace evidente la similitud. La práctica espiritual revelará lo mismo: la unidad en las enseñanzas fundamentales de todas las religiones. Es, claro está, un camino duro; pero es un sendero que cada uno debe tomar ahora o más tarde. Los atajos no llevan a ninguna parte en el campo espiritual. Había un hombre que clamaba por la liberación de la manera fácil. Se acercó a un gurú y le preguntó por el medio más rápido para lograrla. «Conócete a ti mismo», dijo el gurú. «Oh, eso lo sé. Ahora soy sólo tu .discípulo. Entonces, ¿tengo la liberación que deseo?», le preguntó; pero el gurú respondió que no era tan simple como eso, y le dijo que estaba detrás y más allá del cuerpo, manipulando los sentidos, la inteligencia, el ego; él era el Alma, en el centro mismo de las cinco envolturas: la del alimento, material, muscular, física, o annamaya kosha; la vital, centrada en los nervios, o pranamaya kosha; la mental, centrada en la imaginación, que trata de los símbolos, o manomaya kosha; la centrada en la inteligencia, basada en la razón y la lógica, o vi¡ñanamaya kosha, y la centrada en la intuición, basada en la experiencia, llena de bienaventuranza, o anandamaya kosha. El gurú, sin embargo, le dio una prescripción sencilla: «Repite el Nombre de Dios en tu corazón, con el anhelo de visualizarlo. Si te acuerdas continuamente de Dios como tu ser interno, esta conciencia te vendrá en un relámpago, por su gracia». El hombre no quiso esto; preguntó si no podía emplear a alguien que hiciera la repetición en su lugar. Ante esto, el gurú le preguntó: «¿Empleas a alguien para comer o beber por ti? Cuando te enfermas, ¿buscas a otro para que tome la medicina?»

Se sientan a meditar durante diez minutos, después de la sesión de cantos devocionales; hasta allí todo bien. Pero déjenme preguntarles: cuando se levantan después de los minutos de meditación y caminan, ¿ven a todos con una luz más clara, como provistos de divinidad? Si no, su meditación es una pérdida de tiempo. ¿Aman más, hablan menos, sirven a otro con mayor cuidado? Éstas son las señales de éxito en la meditación. Su progreso debe ser evidenciado en su carácter y comportamiento. La meditación debe transmutar su actitud hacia todos los seres y cosas; de otra manera es un fraude. Aun una roca, por la acción del sol y la lluvia, del calor y el frío, se desintegrará en polvo y se volverá alimento para un árbol. Aun el corazón más endurecido puede ser ablandado para que lo divino pueda brotar allí.

Ustedes vienen a Prashanti N!layam como carros que se llevan al taller. Deben irse con nueva pintura, con todos los pernos y tuercas dañados y sueltos remplazados, con el motor afinado y reacondicionado, cada parte funcionando correctamente, sin problemas, listos para apurarse en el viaje que está por delante. Cada hábito malo debe ser remplazado por uno bueno, no debe persistir ninguna traza de vicio, el corazón debe ser drenado de todo egoísmo. Éste es el fruto que deben obtener de este peregrinaje. ¡Que ésta sea su resolución en este Festival de Uttarayana!

Prashanti Nilayam

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