Discursos dados por Sai Baba – 06. 08/02/63 Una casa o una cueva ?

Discursos dados por Sai Baba

{SB 03} (35 de 42 discursos 1963)

06. 08/02/63 Una casa o una cueva ?

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 04 cap. 6 )

Griha o Guha

8 de Febrero de 1963

Prasanthi Nilayam

EL FROFESOR les habló de la gloria del Señor y los otros pandits les relataron las experiencias de los hombres ideales que lucharon por llegar a la verdad. Todos ustedes deben estar interesados en conocer estas cosas, pues todos deben tener un ideal por el cual esforzarse, una meta a la cual llegar. De otro modo, la vida se reduce a un ir y venir de acá para allá, sin rumbo. Para que los retoños crezcan, es necesario que haya tierra; para que los ideales queden implantados, es esencial conocer los esfuerzos y logros de los sabios y santos. Estas experiencias no son iguales; Cada aspirante tiene una historia diferente que contar, según su preparación y entusiasmo. Asi, la visión y la gloria son diferentes, aun cuando son divinas. La mansión de la gloria de la India está construida con bellas piedras, cada bloque está hecho de las difíciles austeridades de uno y otro sabio. No se puede hacer a un lado a ningún Santo, pues si se ignora su logro, el muro de la mansión sería en ese tanto más débil.

Tomen el caso de Agastya, por ejemplo. Lo menciono porque alguien lo citó al dirigirles la palabra. Su nombre Significa «nacido en la olla». Él y Vasishta nacieron como hijos de Mitra-Varuna y así, gambos nacieron de la misma olla! El puso término a las malas acciones de los feroces gigantes Ilvala y Vatapi con sólo tres palabras: «Vatapí jirno bhava». El hizo que el alto pico de Vindya inclinara la cabeza y quedara más bajo, por eso es que Se le conoce por el nombre de Agastyal. Esto quiere decir que él enseñó la humildad a los más orgullosos de la tierra. De Agastya también Se dice que bebió el océano de un Solo trago. Esto quiere decir que él secó el océano de la vida (sammra) con sus olas de dolor y alegría, de prosperidad y adversidad, de éxito y fracaso. Esta hazaña no es un poder en Sí (Sidhi); es una parábola que explica que aunque era grihustu, O sea, un hombre casado, y con un hijo que recitó los Vedas tan pronto como vio la luz, él había dominado los apegos al mundo. Apéguense sólo al ideal, ésa es la señal del santo.

Kabir, un día, estaba tejienclo una prenda para el Señor, para su Rama. El tenía. que trabajar en el telar solo, a mano. Y recitaba «Rama, Rama, Rama, Rama», y seguia tejiendo sin cesar. La tela llegó a los veinticinco metros, pero Kabir no se detenía; su práctica siguió sin cesar; la tela crecía y crecia. La beatitud que le producía su trabajo artesanal dedicado a su Señor era suficiente alimento y bebida para su sustento. Cuando la dio al sacerdote del templo para vestir la estatua de Rama, la tela tenía justo el largo y la anchura requeridos, ní un dedo más! Hombres como Kabir son el sustento principal de la felicidad con la cual se colman las personas espirituales de la India.

La casa debe resonar con el nombre de Govinda o Dios; de otro modo no es sino una cueva donde moran animales salvajes. El cuerpo necesita una casa, pero el cuerpo es en si mismo una casa y en esa casa también debe oírse el nombre de Govínda, de otro modo no será sino un pote de lodo, no un cuerpo humano.

Hoy en día hay una insidiosa enfermedad difundida entre la mayoría de la gente: la incredulidad. Asuela a los tiernos retoños de la fe y reduce la vida a cenizas. El hombre no tiene criterio para juzgar y Sin embargo pretende hacerlo. La duda, la ira, el veneno y la enfermedad, todos tienen que ser erradicados antes de que crezcan. Repitan el nombre de Rama, tengan fe O no; esto en sí inducirá la fe; esto creará la evidencia sobre la cual la fe puede crecer. Había una vez un pescador que tiró su red en un lago y se sentó a vigilar, pues los ladrones podían llevarse su pesca. Se subió y se sentó en la rama de un árbol de bilva y para tener una visión más clara de los alrededores quitó algunas ramas y hojas del árbol. Era el día de Shivaratri o noche de Shiva, Mahashivaratri en realidad. Y justo debajo del árbol donde cayeron las hojas de bilva, había un lingam de Shiva. Por falta de alimento, se quedó sin cena durante la noche y, así, obtuvo el mérito de una vigilia y de un ayuno! Su esposa esperaba ansiosamente por él en su choza y justo cuando iba a comer su cena un perro se asomó ella sintió que él estaba muy hambriento y asi, lo siguió con el plato de alimento y se lo dio con una actitud de adoración. Ella también permaneció en vela. En la mañana, él fue al templo y oró para que pudiera fundirse en Dios y su esposa a su vez oró por que él quedara a salvo para su propio bien; pero Dios hizo que ambos Se fundieran en él.

Ustedes dan importancia a la cantidad; pero el Señor considera sólo la calidad. Él no calcula cuántos kilos de «arroz dulce» han ofrecido sino cuántas palabras dulces han pronunciado, cuánta dulzura han añadido a sus pensamientos. Ofrézcanle la fragante hoja de la devoción; las flores de sus emociones e impulsos, libres de la peste de da lujuria, la ira, etcétera; denle los frutos madurados en el huerto de sus mentes, así Sea ácido O dulce, jugoso o seco, amargo o dulce. Esa autoentrega hará que los frutos sean aceptables para el Señor y, así, no podrán ser amargos. Y en cuanto al agua, ¿qué puede ser más puro, y más precioso que sus lágrimas, derramadas no por el dolor, sino en éxtasis por la oportunidad de servir al Señor y de caminar por el Sendero que los lleva a él?

Todos los que aspiran a ser devotos deben eliminar el apego y el odio. No deben estar orgullosos de que puedan cantar mejor o de tener su cuarto de adoración mejor decorado. Deben mejorar sus hábitos y actitudes; de otro modo, la práctica espiritual es un pasatíempo vano. Este lugar, así como sus hogares cuando regresen a ellos, deben estar llenos de Paz Suprema (Prashanti), inmersos en la más alta paz, imperturbados por ningún rasgo de odio, malicia, orgullo O envidia. Ninguna austeridad, culto o práctica piadosa puede igualar la eficacia de la obediencia, la obediencia al mandato dado para su liberación.