Discursos dados por Sai Baba – 15. 03/04/67 El precepto y el ejemplo

Discursos dados por Sai Baba

{SB 07} (41 de 48 discursos 1967)

15. 03/04/67 El precepto y el ejemplo

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 67 )

El precepto y el ejemplo

3 de Abril de 1967

Puna

Reunión de directores de Escuelas

La India ha sido declarada un Estado secular, y así, a los estudian tes se les niega en las escuelas toda oportunidad de recibir instrucción en asuntos espirituales; ni siquiera un conocimiento de los fundamentos de la Religión Eterna, el Sanathana Dharma.

Esto es una tragedia. Los niños tienen derecho a la propiedad de sus ancestros, pero ahora no tienen acceso a la base de su antigua cultura. La India es la India gracias al Sanathana Dharma. Le ha permitido sobrevivir a muchas terribles tempestades; ha mantenido al país unido culturalmente a pesar de las variedades de lengua, hábitos alimenticios y de vestir. El Ramayana, el Mahabharata y el Bhagavata son reverenciados desde los Himalayas hasta el Cabo Comorín. Los ideales de la verdad (sathya), la rectitud (dharma), la paz (shanti) y el amor (prema) que sostienen y ejemplifican han unido al pueblo y lo han mantenido en un camino beneficioso para el individuo y para la sociedad. El Sanathana Dharma es la única religión que declara que no hay ninguna religión que pueda ser llamada “la única y sola”. Dice que todas las religiones no son sino facetas de la Verdad Única, que todos los nombres son nombres de Dios, que todas las formas no son sino su forma. Ninguna religión puede pretender representar plenamente la Eterna Verdad Univer sal. Ésta es la enseñanza del Sanathana Dharma. Por lo tanto, si alguien difama la religión de otro, sólo revela su ignorancia de la naturaleza de la religión y de la gloria de Dios.

La educación debe incluir la educación de la mente del hombre, de sus impulsos de odiar, de acumular, de pelear, de difamar. No es meramente la adquisición de ciertas destrezas con las cuales los materiales que se encuentran en la naturaleza pueden ser transfor mados para fabricar productos utilitarios; no es meramente la ad quisición de información acerca de las leyes de la naturaleza.

Es el proceso mediante el cual el hombre hace el mejor uso de su propio equipo interno, de su ser interno, para conocerse a sí mismo.

Él debe abrir el ojo interno más que el externo; el externo debe revelar la gloria de Dios, el interno debe revelar al Dios interno.

El alimento debe contribuir al desarrollo de la cabeza; la cabeza debe descubrir la existencia de Dios en todas partes.

Los gobernantes de esta tierra tienen una gran responsabilidad en este punto. Deben educar a los niños de esta tierra no sólo como simples mecánicos y artesanos, hábiles talladores de madera y efi cientes perforadores de pozos, sino como personas equipadas con verdad, rectitud, paz y amor, para así ser capaces de enfrentar los altibajos de la fortuna y mantener su ecuanimidad en todas las circunstancias. Los estudiantes deben aprender a ser buenos y fir mes servidores y aspirantes; debe enseñárseles el yoga del control de la mente, no el del control del aliento, que bajo una guía incom petente puede hasta ser peligroso para la salud. Quiero que reci ban adiestramiento en estas materias, por cualquier nombre que se pueda llamar al adiestramiento.

Los niños deben crecer con la conciencia de la hermandad del hombre y de la paternidad de Dios. Si no se hace nada para desarrollar esta atmósfera y esta enseñanza, les estamos negando su derecho. La fe en el hombre implica la fe en Dios; la fe en Dios crea fe en el hombre. Sin fe, el hombre es una criatura carente de raíces; se seca y marchita rápidamente; fe en Dios, que está dentro de él, que le hace decir “yo, yo, yo” al referirse a aquello que lo ha hecho hablar o actuar por el impulso surgido desde adentro; la fe es el sustento del cual crecen el amor y el valor, el contento y la alegría. Los niños pueden ser llevados fácilmente a tomar conciencia de este yo interno, que tiene al cuerpo como vestido; crecerán en amor mutuo y cooperación con todos los hombres de todas las tierras cuando sepan que el color y la casta no son sino adornos que no afectan la verdadera realidad.

Claro está que para inculcar en la mente de los jóvenes el valor de la oración y de la humildad y del servicio amoroso a otros, los hogares donde crecen tendrán que ser las primeras escuelas.

Los padres deben estar llenos de fe en las verdades básicas de esta religión universal. Los niños y jóvenes deben verlos adorando en el altar familiar, meditando en silencio, olvidando las fallas de los demás, condoliéndose del dolor y la aflicción ajenos; no deben verlos afligidos, indefensos, descontentos y alterados, como si no tuvieran a ningún Dios en quién apoyarse, ni reservas de fortaleza y valor de qué hacer acopio.

Los maestros deben ser aspirantes sencillos, sinceros y honestos, que irradien alegría y amor. El énfasis en el nivel de vida, en los ingresos y gastos, los cálculos de costos y precios en términos de dinero no harán un buen maestro. Él debe ser como los antiguos sabios: eruditos equilibrados, contentos, tranquilos, que hayan practicado el autocontrol e irradien a su alrededor una atmósfera de refrescante ecuanimidad.

Los amigos que el niño hace en la escuela y alrededor del hogar tienen un efecto beneficioso o dañino en su crecimiento. Las historietas, los cuentos de horror y terrorismo, las películas y carte les de pistoleros que degradan al hombre a la mera carne y piel, reducen al posible héroe a un cero. El niño aprende a adorar el dinero y las cosas que el dinero puede comprar; admira la crueldad y la astucia primero que el bien y el amor. De modo que el hogar, la escuela y la sociedad, los tres juntos, deben apoyarse mutuamen te y aceptar este reto para el futuro de este gran país.

Los internados donde los maestros y directores están realmente interesados en elevar a las nuevas generaciones pueden tener más éxito que muchos hogares y la mayoría de las escuelas. Pero aun ellos no deben tratar de formar a los niños en un modelo predeterminado.

El Sanathana Dharma no tiene ningún patrón fijo. Admite una infinita variedad, basado en los logros del pasado y los del presente.

Se ha sugerido que los niños malos –no hay niños malos, sólo que han sido mal criados y mal educados– deben ser separados y recibir atención especial para que sean curados de sus malas tendencias.

Pero no me gusta aislarlos y dirigir la atención hacia cada uno de ellos como si fueran muchachos marcados; no es bueno para ellos ni para los demás. Pueden darles cierta atención especial de manera disimulada sin que se entere el resto de los niños, debi do a que vienen de familias que no tienen raíces en la práctica espiritual; pero eso es todo lo aconsejable. Claro está, un buen maestro debe saber cómo tratar tales cosas si tiene la fe y la in teligencia necesarias.

No debería haber, en mi opinión, lecciones separadas de “Instrucción Moral” en el programa; cada materia debe ser aprendida con la adición de la instrucción moral como el hilo común que corre de lección en lección, uniéndolas a todas. Por el ejemplo y el precepto, en el salón de clase y en el patio de juegos, deben enfatizarse la excelencia de la cooperación inteligente, del propio sacrificio por el grupo, de la bondad para los menos talentosos, de la ayuda a los menos favorecidos, los débiles, los enfermos y los pobres, del amor y la autoconfianza, del silencio y la oración. El método indirecto de inculcar estos preceptos morales es mejor que la enseñanza directa por medio de libros de texto y exámenes.

Cuenten historias de los Upanishads y de la Biblia, del Bhagavata y del Ramayana, del Mahabharata y de las vidas de santos de todas las naciones y de todas las épocas, para ilustrar un poco durante cualquier lección sobre cualquier tema. Es posible enseñar hasta ciencia y matemáticas de una manera moral y de u
na manera in moral. Prefieran la manera moral.

Una ventaja que se destacará al emprender con seriedad este programa de elevación moral es que a través de la sutil influencia de los niños, ustedes estarán limpiando la atmósfera de los hogares también. Cuando el niño se sienta en silencio y medita sobre el Hacedor de toda esta maravilla y gloria, los padres también tendrán que reaccionar de la misma forma y la atmósfera del hogar se llena rá de humildad y de amor.

Si se organiza un instituto con base en ese adiestramiento en yoga y meditación y se guía apropiadamente a los niños en las escuelas, esto hará mucho bien. Los niños mayores y los maestros pueden vivir allí en comunión con Dios por algunas semanas y regresar a sus escuelas y lugares de trabajo cargados de amor por el hombre y por Dios. Éste es el amanecer de una revolución en el punto de vista y las actividades de la India de hoy.

Reunión de directores de Escuelas, Puna, 3-IX-67