Discursos dados por Sai Baba – 25. 10/10/83 La triple deuda

Discursos dados por Sai Baba

{SB 16} (32 discursos 1983)

25. 10/10/83 La triple deuda

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 16 cap. 25 )

La triple deuda

10 de Octubre de 1983

Todo individuo, independientemente del país, la raza o el periodo de tiempo en que nazca, viene al mundo cargado con tres deudas. La primera es con la Divinidad; la segunda es con los rishis (sabios); y la tercera es con los padres.

Una deuda es una obligación que surge cuando se ha recibido algo de otros. Podemos identificar fácilmente estas deudas. En el cuerpo humano hay diferentes fuerzas que lo alimentan y protegen, esta energía divina impregna el cuerpo por completo y se llama rasa (esencia divina). Tenemos una deuda de gratitud con la Divinidad, que no sólo nos ha dotado con este precioso cuerpo humano sino también lo sostiene. Sólo si pagamos nuestra deuda podremos disfrutar estos dones de la Divinidad. ¿De qué manera? Dando servicio a otros cuerpos saturados con la misma Divinidad, realizando los actos correctos y consagrando todas nuestras acciones al servicio de la sociedad. La deuda con la Divinidad tiene que ser pagada completamente en esta vida o en el transcurso de muchas otras en el futuro. Entre más pronto la paguemos, más rápido realizaremos a la Divinidad.

Los sabios dieron pautas para la acción correcta

Ahora examinemos la deuda con los rishis. Por medio de investigaciones y experimentos desinteresados, los sabios descubrieron los senderos que debe seguir la humanidad para mejorar vidas aquí y para fundirse con la Divinidad. Ellos establecieron los tipos de acción correcta que ayudarán al hombre a llevar una vida buena y digna y a lograr la autorrealización. Estas pautas y códigos de conducta han llegado hasta nosotros en la forma de Shastras (ciencias espirituales). Los Shastras también se relacionan con rituales y formas de adoración para propiciar a la Divinidad. Los sabios han enseñado al hombre cómo puede evolucionar de lo humano hacia lo divino. Estos códigos tienen diferentes nombres en otros lugares, pero, independientemente del nombre, resultan esenciales para la supervivencia humana.

Cuando el hombre se aleja de estos códigos se ve sujeto a muchas calamidades. Más tarde o más temprano el hombre tendrá que pagar el precio por violar estos códigos. La forma en que podemos pagar esa deuda con los antiguos sabios que nos dieron estos invaluables lineamientos para una vida digna y sagrada es la observación y el respeto de los códigos y mandatos establecidos por ellos.

Actualmente, en vez de honrar y seguir los Shastras, la gente los deshonra y los viola cometiendo una gran cantidad de inexcusables pecados. Siguiendo el sendero trazado por los sabios, podemos llevar vidas ejemplares y alcanzar toda la altura de las potencialidades humanas.

La tercera deuda que tenemos que pagar es pithru runam (deuda con los padres). Una persona desea tener un hijo y siente que sin uno no podrá escapar del infierno. Ésta no es la interpretación correcta de la deuda con los padres. Los antiguos deseaban tener hijos que llevaran vidas rectas y ayudaran a los padres a pagar la deuda con la Divinidad. Muchos de ellos realizaban yajnas (sacrificios) para asegurarse de tener esos hijos nobles. No sólo deseaban alcanzar mérito para ellos mismos teniendo tales hijos, sino también asegurar que las sagradas tradiciones de la familia se mantuvieran inmaculadas. En la antigüedad el padre no se sentía feliz cuando le nacía un hijo, sólo se sentía complacido cuando éste se había ganado nombre y fama con una buena conducta y una vida virtuosa.

El niño crece siguiendo el ejemplo de los padres

Cuando nace un niño, nadie puede saber cómo será; puede resultar una persona buena y noble o ser una persona malvada. El padre también debe darle un buen ejemplo al hijo y tratar de mantenerlo en el camino recto. Es siguiendo el ejemplo de los padres como los niños crecen en la vida.

El emperador Dhasaratha realizó yagas y yajnas (sacrificios ceremoniales) para pagar su triple deuda y se aseguraba de que sus hijos estuvieran presentes en tales ocasiones. Los envió con grandes gurús para que pudieran aprender la herencia sagrada del pasado antes de que tuvieran que enfrentar los retos del mundo. No calculaba que sus hijos le servirían en la ancianidad. No tenía un interés egoísta al criarlos, los deseaba por su bienestar espiritual. El hijo tiene una gran deuda con sus padres por todos los problemas y los gastos que tuvieron que enfrentar para educarlo y orientarlo correctamente. Ésta es la obligación principal de un hijo.

El hijo no sólo tiene derecho a una parte de las propiedades mundanas del padre; también a participar en la vida espiritual que aquél lleva. El padre debe seguir los más altos ideales. Si se conduce por los caminos del mal, el hijo puede alcanzar méritos en forma tal que reduzca hasta cierto grado los efectos de los pecados de su padre; la forma de hacerlo es cultivar buenas compañías, tener buenos pensamientos y realizar buenas acciones. El sabio Vasistha le aseguró a Dasaratha que muchos de los pecados que había cometido habían sido borrados por la gran cantidad de hechos dhármicos realizados por Sri Rama, como la destrucción de los rakshasas y la protección a los rishis.

Los yajnas para redimir las tres deudas

Los ritos Shradha y Tharpanam (ofrendas rituales a los manes) se llevan a cabo con el propósito de pagar las deudas de los padres. Actualmente, sólo unos cuantos realizan estas ceremonias. Los antiguos pensaban que era pecaminoso para los menores el hecho de ser ingratos con los padres, a quienes debían sus cuerpos y sus logros.

Los yajnas y los yagas (rituales de sacrificio védicos) son ritos simbólicos destinados a redimir esas tres deudas. Los yajnas son de dos clases: antaryajna (internos) y bahir yajna (externos). El yajna interno busca realizar a la Divinidad interior. La Divinidad está en todos y sólo se puede realizar por medio de dhyana (meditación). La mente es el altar sacrificial; en este altar tienen que ofrecerse como sacrificio todas las malas cualidades. Se puede preguntar cómo puede una mala cualidad contaminar el complejo cuerpo mente siendo que la Divinidad es el espíritu morador. Sin embargo, hay que considerar que éste no es el primer nacimiento en un cuerpo; le han precedido muchas vidas. En sánscrito al hombre se le dice manava, lo cual significa: ma (no) nava (nuevo), es decir, no nuevo.

El nacimiento como hombre es la etapa final en la evolución ascendente de 8’400,000 especies de seres vivientes. En vidas anteriores se pudo haber sido un insecto, un gusano, un pájaro u otro animal. Como resultado de ello, el hombre aún despliega muchas cualidades animales a pesar de la presencia de la Divinidad. Por ejemplo, el orgullo no es una cualidad innata del ser humano, es el rasgo natural del búfalo. Si alguien demuestra orgullo, significa que ha sido un búfalo en alguna vida anterior y esa cualidad la hereda como ser humano. Algunas personas exhiben una estúpida obcecación, la que no constituye un rasgo humano sino es una cualidad de las ovejas.

Por qué el ser humano muestra cualidades animales

Ocasionalmente algunas personas tienden a permitirse pequeños hurtos. Esto se debe a que en vidas anteriores fueron gatos. De igual forma, la naturaleza voluble y vacilante mostrada por algunas personas puede ser atribuida a vidas previas como mono. La mente inestable es la característica de los monos. Algunas personas son incurablemente ingratas e incluso se complacen en lastimar a aquellos que los han ayudado. Ésa no es una característica humana. ¿Entonces cómo es que está presente en el hombre? Esto es así porque en algún nacimiento anterior se debe de haber sido una serpiente. La serpiente se distingue por inyectar su veneno incluso después de haber sido alimentada. Siendo así, una persona que es ingrata debe de haber sido serpiente en alguna vida anterior.

Por lo tanto, se
debe ofrecer como sacrificio en el altar de la mente la necedad, la propensión a robar, la ingratitud y el orgullo. Éste es el yajna interior. Desafortunadamente, en vez de realizar sacrificios de este tipo las personas sacrifican cabras y aves como ofrenda. Como resultado, las malas cualidades continúan creciendo en el hombre. Precisamente para que elimine este perverso sentido de ingratitud se le han recomendado los sacrificios externos como yajnas y yagas. Los yajnas nos permiten promover y refinar las cualidades benéficas en el hombre.

Indra es la principal deidad que por lo general se invoca en el yajna; es la deidad que preside la mente, la cual a su vez es el amo de los sentidos. En el yajna Indra es invocado debido a que los sentidos tienden a dominar la mente, en vez de que éstos le sirvan. Indra tiene otro nombre, Puruhutha, que significa aquel que es invocado con frecuencia. Rudhra es definido como el Señor Supremo, el Ishwara de todos los indriyas (órganos de los sentidos). Cuando un hombre tiene dominio sobre sus órganos sensoriales, se convierte en Ishwara. Si deseamos avanzar del estado humano al de Rudha, debemos procurar hacerlo por medio del sadhana.

Propósito fundamental del yajna interior

El propósito fundamental del yajna sacrificio interior consiste en impedir que la mente se desboque persiguiendo los caprichos y fantasías de los sentidos como un patético amo que obedece los mandatos de sus siervos. Quien ha conquistado sus deseos se convierte en amo de este mundo y del siguiente. El deseo es lo que hace a la gente dependiente de otras personas. Cuando no hay control sobre los sentidos, el deseo 0crece impetuoso.

Los yajnas y yagas no se deben realizar con un interés egoísta. Se deben llevar a cabo para promover el bienestar del mundo. Mucha gente presta atención a las características externas de los yajnas en vez de enfatizar su significado interior. La gente preocupada con la forma externa de los yajnas ignora la necesidad básica de lograr un control sobre sus sentidos, sin lo cual el sadhana espiritual resulta superfluo.

Extirpen sin clemencia los deseos perniciosos

El individuo debe buscar constantemente deshacerse de las tendencias malignas. Los rasgos malignos heredados que se encuentran enraizados en la mente deben ser ofrecidos en el altar sacrificial. De estos rasgos, los peores son el odio y la envidia, que nacen de un intenso egoísmo. Éstas son características del leopardo y no deberían encontrar cabida en el ser humano. Algunas personas pretenden haberse sobrepuesto a la cólera, el odio, los celos y el orgullo. Los ardides adoptados por tales personas no son más que los astutos trucos de la zorra; tan pronto como surjan estos rasgos de tiempo en tiempo, deben ser desterrados inmediatamente. Lograr esto exige un yajna interior continuo, no el yajna externo que se realiza sólo una vez al año y en algún lugar particular.

El yajna interior debe realizarse en todo momento, en todo lugar y bajo cualquier circunstancia. El altar para este sacrificio se encuentra dentro de cada uno de nosotros. En cualquier momento que surja un pensamiento o deseo pernicioso se le debe extirpar sin clemencia. La gracia divina se puede ganar sólo por medio de una vigilancia continua y un esfuerzo constante. Sólo cuando se destierran los rasgos perniciosos se puede manifestar la Divinidad en toda su gloria. Éste es el verdadero propósito de los yajnas, permitir al hombre alcanzar la pureza necesaria para realizar a la Divinidad.

Auditorio Purnachandra, Prashanti Nilayam, 10-10-83.