Discursos dados por Sai Baba – 28. 15/10/66 La economía y los elementos

Discursos dados por Sai Baba

{SB 06} (28 de 45 discursos 1966)

28. 15/10/66 La economía y los elementos

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 45 )

La economía y los elementos

15 de Octubre de 1966

Prashanti Nilayam

Dasara

Dásara es el festival que celebra la victoria de las fuerzas del bien sobre los enemigos que se oponen al progreso del hombre hacia la luz. Los sabios que han decidido llevar a cabo estos festivales tienen un alto propósito: quieren que nosotros asimilemos el significado interno y usemos cada uno de estos días como un paso en nuestro sadhana, como un recuerdo del viaje que cada persona debe emprender sola hacia los pies del Señor. En cada ser humano las fuerzas del bien, los devas, están combatiendo contra las fuerzas del mal, los asuras, y si confían sólo en Mahashakti, el Poder Supremo que sustenta y defiende el universo, pueden ganar y alcanzar la meta fácilmente.

La gente trata de reformar el mundo sin hacer ningún esfuerzo por reformarse a sí misma, pues es más fácil dar consejos y amonestar a otros que seguir el consejo y avanzar nosotros mismos.

¡Los demás son fundamentalmente reflejos, mientras que el original, o sea, ustedes mismos, tienen que mejorar su forma! Fortalezcan los impulsos internos hacia la virtud y la bondad; vuélvanse inquebrantables en esto; entonces pueden dedicarse a reformar a los demás.

Yo les diré de una forma de adoración que les proveerá de fuerza divina. La Divinidad se expresa inicialmente como los cinco elemen tos: el cielo o éter, el aire, el fuego, el agua y la tierra. Toda la creación no es sino una combinación de dos o más de éstos en variadas proporciones. La naturaleza característica de cada uno de estos cinco elementos es: el sonido, la textura, la forma, el sabor y el olor, respectivamente, que se perciben por el oído, la piel, los ojos, la lengua y la nariz. Ahora bien, como todos éstos están saturados de divinidad, debemos usarlos con reverencia, humildad y agradecimiento. Utilícenlos inteligentemente para promover su propio bienestar y el de los demás; con moderación y con la idea de un amoroso servicio a la comunidad. Todos son gratuitos y llenos de valiosa potencialidad. Aprecien su plenitud y su preciosidad.

Ustedes saben por experiencia que el agua, el aire o el fuego en exceso son dañinos para la salud. El beber más agua de la necesaria es una tortura; el inhalar más aire es sofocante; el fuego en cantidad moderada puede calentar o servir para caldear y fundir, pero más allá de cierto límite provoca un holocausto. Aun el sonido, si rebasa un nivel normal, es una calamidad, un arma que puede alterar y volver locas a las personas.

De este modo, el uso eficiente de estos dones es en sí una forma de adoración. El cuerpo está equipado con mecanismos que ase guran un grado permanente de calor, por arriba o debajo del cual el hombre no puede estar saludable y activo. Prakriti o la naturale za es en esencia la Divinidad misma. Todo es la Divinidad, todo es Vasudeva (Dios). De modo que pisen suavemente, caminen con reverencia, y usen las cosas con agradecimiento.

Una vez hubo un asceta que sintió un intenso deseo de tomar leche. Decidió orarle a Dios para que le cumpliera o bien le destruyera aquel deseo. Él sabía que el Señor está recostado sobre la Serpiente de la Eternidad (Ananta) en el océano de leche, y eligió orarle en esa forma de Narayana. Aunque la causa original de la práctica del asceta era la necesidad puramente física de leche, el Señor se complació tanto con su firmeza que le otorgó la liberación después de que el asceta pasó por los esfuerzos y pruebas necesarios. El hombre que inició sus austeridades en busca de leche fue recompensado con la bendición de nunca jamás volver a pro bar la leche materna. Ésa es la grandeza de la gracia de Dios. El Señor en su misericordia se apiadó de él y sintió que estaba malgas tando sus esfuerzos al pedir una taza de leche.

Uno debe desarrollar un profundo desprendimiento. De nada sirve volverse tan entusiasta y renunciar a alguna comida o bebida a la que se han apegado sólo porque oyen un discurso o les ponen al alcance de su oído algún texto religioso. Desapéguense de todo lo que los mantiene alejados de Dios. Cuando reina el silencio pueden sentir su presencia; en la prisa y confusión de la plaza del mercado no pueden oír sus pasos. Él es Shabdabrahma, el Señor del Sonido, que resuena cuando todo está lleno de silencio. Es por esto que insisto en el silencio, en la práctica de hablar bajo y hacer el mínimo de ruido. Hablen bajo, hablen poco, hablen en susurros, dulce y verazmente. Si desean colocar una cosa pesada sobre el piso, colóquenla con cuidado, no la dejen caer haciendo un gran ruido. No dejen caer su cama; inclínense y colóquenla con suavidad en el lugar donde quieran extenderla. Mediten cada acto y háganlo con el mínimo de ruido. Despachen todos sus asun tos con el mínimo de palabras; no griten a una persona que está lejos; acérquense a ella o háganle una señal de que se acerque. Los ruidos fuertes son un sacrilegio para el cielo, del mismo modo que hay usos sacrílegos de la tierra y del agua.

Ésta es la razón por la cual en Prashanti Nilayam tenemos ciertas disciplinas que espero que todos ustedes sigan. Guardar silencio como un paso en el sadhana que aprenden aquí y practicarlo dondequiera que vayan es la más patente de estas reglas. También se pone énfasis en el uso correcto del agua y de la electricidad, así como del terreno que los rodea. Deben velar por que su atención, cuando están cantando bhajans o escuchando un discurso, no esté dividida entre éstos y los cachivaches que han traído consigo.

Vean que estén seguros y después vengan; o, mejor todavía, escapen del indebido apego a las posesiones materiales. Luego, se les aconseja pasar el tiempo en meditación o en la repetición del Nombre, o en la tranquila ocupación de recordar la gloria de los nombres divinos, pues la paz y la alegría no se encuentran en la naturaleza externa, son tesoros que están escondidos en los reinos interiores del hombre; una vez encontrados, el hombre no vuelve nunca más a estar triste o agitado. Así pues, aprovechen esta sagrada atmósfera, esta estupenda oportunidad, estos preciosos días al máximo. Con cada inhalación, pronuncien el nombre de Dios; con cada exhalación, pronuncien el nombre de Dios. Vivan en Dios, por él, con él. Éste es el mensaje de esta bandera de Prashanti que estoy izando ahora.

Dásara, 15-X-66