Discursos dados por Sai Baba
{SB 08} (44 de 45 discursos 1968)
28. 18/08/68 Escójanme como su auriga
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 54 )
Escójanme como su auriga
18 de Agosto de 1968
Prashanti Nilayam
EL MUNDO SE ESTÁ sumergiendo cada vez más hondo en la irreverencia y la crueldad. Los códigos de buen comportamiento son ignorados y ridiculizados. Lo material está recibiendo una mayor atención que lo moral y espiritual. La fe en el triunfo de la verdad, la justicia y la bondad está desapareciendo rápidamente; la distinción entre lo bueno y lo malo es rara vez reconocida. El niño Rama, cuando fue llevado al salón donde Dasarata, Kausalya y Vasishta estaban reunidos, tocó los pies de Kausalya primero, los de Dasarata después y los de Vasishta al último, demostrando con esto que conocía la antigua disciplina que dice: «Reverencia a tu madre como a Dios, reverencia a tu padre como a Dios, reverencia a tu preceptor como a Dios». La gratitud a estos tres está ausente sólo entre las bestias, que olvidan a los padres una vez que han sido destetadas. Mantenerlos en la memoria con agradecimiento es la señal de la humanidad.
El mundo es un gigantesco drama juego diseñado y dirigido por el Señor para instilar en el hombre el sentido de temor reverencia¡, respeto y admiración para que, atraído por su belleza, encanto y misterio, pueda visualizar la fuente de toda esta belleza, de todo este regocijo y todo este cautivador misterio. Mira le preguntó a su madre cuando era niña: «Madre, estamos jugando a un juego: las otras chicas han dado el nombre del hombre con el que se van a casar; ¿quién ha de ser mi esposo? Dime; ¿debo decirles su nombre?» Después de que la hubo importunado durante un tiempo, su madre le dijo: «Ese Giridhari (Krishna) instalado en este altar, ése es tu esposo. Ve.» Mira se dedicó al Señor Giridhari a partir de ese momento y veía en todas partes, en todo momento, sólo su imagen y su compasión. El cuerpo es el novio para el principio vital que es la novia; éste es el lazo matrimonial que hay en cada vida. Al igual que el cuerpo encierra, protege y nutre la vida, el Señor mantiene el principio vital albergado en el hombre para que éste pueda conocerlo a él.
El Señor es todo compasión, toda gracia. Bhishma, el abuelo de los dos bandos que luchaban por la supremacía en el campo de Kurukshetra, había conducido al clan de los Kauravas durante ocho días, pero todo hacía prever una derrota, por lo que el mayor de los Kauravas, Duryodhana, se acercó a él y le pidió que lanzara un ataque más feroz contra el enemigo. Bhishma respondió que esto sería la muerte o la victoria para él al día siguiente. Sabiendo esto, Krishna persuadió a la reina de los Pandavas, Draupadi, quien estaba embebida de la más profunda devoción por él, a que lo acompañara al campamento de Bhishma en lo oscuro de la noche. La oración era la fuente de fortaleza de esta atormentada reina, y sus oraciones tenían que conmover al Señor. Krishna le había pedido que se quitara sus sandalias, no fuera que su sonido perturbara el silenc;o y alertara a los guardias. ¡Él las envolvió en un pañuelo de seda y llevó el paquete bajo su brazo!
Draupadi entró a la tienda y cayó a los pies de Bhishma, quien, sin reconocerla debido al velo que cubría su rostro, automáticamente la bendijo como era su costumbre, diciendo: «¡Que tengas muchos años de feliz vida matrimonial!» Entonces Draupadi se descubrió y rogó que los hermanos Pandavas, sus esposos, quedaran a salvo de las flechas de Bhishma. El gran guerrero adivinó que Krishna debía de ser el creador de esa estratagema, y así supo que estaba condenado a morir. «No somos sino marionetas en sus manos», dijo, y cuando lo encontró en la entrada de la tienda, le preguntó qué era el bulto que llevaba bajo el brazo. ¡Imaginen su desconcierto cuando vio que el Señor había condescendido en llevar debajo de su brazo las sandalias de su devota! Tengan fe en él; nunca los abandonará, los cuidará y guiará hasta lograr la victoria. Una sincera devoción, una fe inquebrantable, ganan siempre la gracia:
Draupadi tuvo esa fe y se entregó sin reservas; ella llevó una vida dedicada. Los cinco hermanos Pandavas, que eran sus esposos, son los cinco aires vitales (pancha pranas) que activan y vivifican el cuerpo. Ella es la energía que sostiene los pranas por medio de un cuidado vigilante y constante.
Para tener esta fe deben sumergirse profundamente en el misterio de avatares como Rama o Krishna y no perder su camino en la maraña de los hechos externos, los conflictos emocionales, las aventuras y actividades mundanas. No tomen a Rama como un hermano, hijo o esposo atrapado en la calamidad personal del rapto de su esposa y de tener que rescatarla con heroicas acciones. Podrán sentirse movidos a la adoración sólo cuando se sumerjan en las frescas profundidades del misterio. Este proceso fue el que descubrieron los sabios de la India, y por ello esta nación fue elevada a la posición de maestra del mundo entero. Una firme humildad, una constante reverencia y contemplación de Dios y de su gloria serán su sendero de dedicación para adquirir la seguridad.
El papel de la India ha sido recordar a la humanidad este sendero de dedicación y ayudarle a alcanzar esta seguridad, pero este papel ha sido descuidado en tiempos recientes, porque la meta ahora es adquirir un rápido aunque transitorio placer y no la felicidad duradera. El Código de Manú, que regula la vida diaria del individuo y santifica y eleva cada momento, es ahora desechado como una guía anticuada; sus normas sociales y morales son condenadas como anacrónicas. La vida, para el hombre moderno, debe ser una ininterrumpida ronda de felicidad. Por esto brinca de un desengaño a otro y está siempre a !a búsqueda de una felicidad que las ganancias materiales no pueden darle.
La felicidad es una trampa engañosa; el dolor es el verdadero maestro, que enseña cuidado, moderación, discernimiento, desapego, conciencia y vigilancia. La muerte no es el enemigo despiadado que parece ser, es el amigo y compañero, el maestro, el bondadoso pariente que los acepta en su regazo y los viste con el halo de la remembranza. El corazón del hombre debe fortalecerse, no endurecerse; debe ablandarse, no volverse débil, y esto puede lograrse sólo con los golpes de las pérdidas, del dolor y de la aflicción. Es así como Dios nos va formando en el molde divino. Pero el hombre está ciego a su misericordia; ¡se rebela al primer golpe de! martillo del escultor! Abandona una forma divina y transfiere su lealtad a otra que cree más propicia. Ustedes llevan una imagen de Sai Baba y la instalan en el altar de su casa y empiezan a ofrecerle flores. Si, unos días más tarde, su vaca da menos leche de lo usual, concluyen que se debe al maleficio del nuevo Dios que ha entrado a la casa o a la ira del viejo Dios que ha sido remplazado ¡y entonces tiran la imagen! No ofrezcan flores o adoración a ninguna forma de Dios sólo para obtener esas ganancias baratas. No pierdan la gran oportunidad de la asociación con lo divino identificando a Dios con sus triviales gustos y aversiones, sus mezquinas metas y ambiciones. La orden es: «Habiendo venido a este mundo efímero y lleno de infelicidad, adórenme para que puedan salvarse». ¿Cómo puede el cuerpo escapar a la enfermedad y la muerte? ¿Cómo puede la mente escapar a la agitación y a la ansiedad?
Naturalmente, pueden dominar a la enfermedad y a la muerte y evitar la agitación y la ansiedad tomando los remedios prescritos y siguiendo el régimen establecido. Canten la gloria de Dios cuando estén afligidos por el dolor o la miseria, pues es en tales momentos cuando más lo necesitan. Es cuando la fiebre está alta que deben tomarse las tabletas con más frecuencia o en dosis mayor. Los Pandavas conocían este secreto del éxito; llamaban al Señor siempre que las circunstancias conspiraban contra ellos. Los mortales ordinarios empiezan por lamentarse: «Oh, todo mi ritual ha sido en vano; toda la adoración que
ofrecí tan sinceramente y con tanto anhelo desde mi corazón, ha sido una pérdida». Otros se ríen cínicamente ante las desgracias de los devotos y los alejan de Dios hacia el triste desierto de la incredulidad. No les presten atención a estos malvados. Arráiguense firmemente en la fe; alimenten sus raíces con arrepentimiento y oración.
Sólo aquellos que están dedicados a los rituales y a la adoración con el fin de impresionar a otros, los abandonarán cuando la fortuna tome un mal giro. El resto aceptará lo que venga con la suprema indiferencia del santo: la fortuna, buena o mala, es para ellos sólo el anverso y el reverso de la moneda de la gracia divina. La verdadera señal de un devoto de Sai es esta firmeza. No puede ser desviado de este sendero por el cinismo o el llamado de la fama o el lujo. Él pone en práctica las enseñanzas espirituales y conoce la inmensa ganancia que dan.
Este día se celebra el nacimiento de Krishna. Ustedes tienen la fe de que este día es un gran festival; pero, ¿tienen la fe que los induce a seguir las enseñanzas de Krishna? No sientan tranquilidad y bienestar llenando el estómago de sabrosos y dulces platos; sientan mejor el bienestar de llenar su cerebro con las enseñanzas, saturar su mente de fe en ellas y formar pensamientos, emociones, impulsos, actitudes y actividades que estén todos de acuerdo con ellas. La actividad usual de una persona que se llama devota de Rama, Krishna o Sal Baba es, como ustedes deben de haber notado, ¡planear la construcción de un templo! Levantan un nuevo templo y dejan que se derrumbe el viejo. ¿Por qué deben ir esas personas de un lado a otro en campañas y con listas de donantes, pidiendo contribuciones? Cada una de ellas es inducida por el ego a construir un templo, no para Dios sino para sí misma. «Voy a construir una casa donde pueda morar mi Dios, que no tiene techo sobre su cabeza». Ése es el vacuo y vulgar motivo que está detrás de toda esta manía de erigir templos. Las personas a las que se les pide se sienten superiores, pero la persona que solicita la ayuda demuestra su falta de fe en el Dios que adora; y la gente imagina que el templo es para un nuevo Dios, ¡uno que compite contra nombres y formas más antiguas de la Divinidad para ganar el patrocinio y apoyo de ustedes! En verdad es una actividad indeseable para un devoto, ¿no es así? No esperen que vayan a acercarse más a mí por tales medios; no tengo ningún sentido de distinción entre devotos que adoran esta forma o aquella otra. Todos pueden acercarse, todos los que anhelen el calor y la luz. El calor de éste Esplendor destruirá el frío del placer sensual; la luz dispersará la oscuridad que ha persistido por siglos. Cultivar el amor para todos es el medio para ganar cercanía. No mido la distancia en términos de metros o kilómetros; la intensidad del amor es lo que decide la distancia para mí.
Otro punto. Ustedes desean que yo vaya a sus casas, me piden que lo haga, se afligen cuando no voy, empiezan a denigrarse diciéndose que son más pobres que otros, que quizá están menos desarrollados espiritualmente, y cosas parecidas. Ahora bien, todo esto es irrelevante; no tengo lugar en mi corazón para tales distinciones y diferencias. Pueden creer esto o no, pero debo revelar la verdadera respuesta de mi corazón. No siento ningún entusiasmo por visitar las casas de la gente ni tampoco tengo ninguna aversión a hacerlo. No me interesan las estructuras de ladrillo y concreto en las cuales viven; me interesa, sí, visitar y residir en sus corazones. Esta Prashanti Nilayam* no es mi residencia; cuando sus corazones se transformen en Prashanti Nilayam, entonces serán mi residencia.’
Cuando me piden que visite su pueblo, pienso en las facilidades que tiene, no para mí, pues yo sólo necesito el espacio suficiente para estar de pie, sino para los miles, las decenas y cientos de miles que se reúnen para recibir mi darshan (visión). ¿Cómo puedo tolerar el más mínimo inconveniente para ellos, las mujeres, los niños, los enfermos, los ancianos, los ciegos, los decrépitos, que van en busca de consejo, consuelo, valor y salud?
Permítanme hablarles de otro punto. No demoren más; mientras puedan, aprovechen esta oportunidad única. Pregúntenme acerca de la práctica espiritual que deben adoptar para su liberación; empiecen a seguirla a partir de este día. Después será difícil acercarse a mí y preguntarme, pues ya están viniendo hacia mí interminables corrientes y ustedes pueden tener que recibir mi darshan desde kilómetros. Este árbol con seguridad se va a desarrollar en un árbol que abarcará al mundo y dará sombra y abrigo a todos. Aquello ha bajado en esta forma para este mismo propósito; no conoce ninguna demora, ninguna vacilación. Mi nombre es Sathya (la verdad); mi enseñanza es la verdad, mi camino es la verdad; yo soy la Verdad.
En cada era lo Divino ha tomado cuerpo en un avatar para alguna tarea específica. Esta encarnación difiere en que tiene que tratar con una crisis que se ha extendido y que sacude al mundo entero. La audacia intelectual ha crecido de manera tan descomunal que los hombres han llegado a ser tan tontos que preguntan:»¿Qué es y dónde está Dios?» La inmoralidad se ha puesto la vestimenta de la moralidad y está seduciendo al hombre y llevándolo al pantano del pecado. La verdad es condenada como una trampa, la justicia es burlada, los santos son considerados como enemigos de la sociedad. Por eso es que ha venido esta encarnación, para sostener lo verdadero y suprimir lo falso. Me comporto como ustedes, caminando, riendo, viajando, pero cuídense del golpe que yo inflijo de repente para corregirlos y advertirles: escarmentará al malhechor por su mala acción y consolará al virtuoso por su rectitud. La justicia será impartida a todos.
Por medio de la disciplina espiritual (sadhana) eliminen el apego a la individualidad y a los placeres sensuales y en su lugar abriguen la aspiración de expandir su corazón hasta lo universal. No nublen su mente con deseos baratos, hambres y sedes transitorias, que no necesitan sino migajas. Ansíen la entronización de su Alma como el indiscutible monarca del universo cuando se fundan en lo universal; celebren su triunfo sobre los enemigos
* Prashanti Nilayam es el nombre del ashram de Sathya Sai Baba, y su
nombre significa Morada de la Paz Suprema
internos que impiden su marcha hacia la victoria. Escójanme como su auriga: yo los llevaré a esa consumación. Anhelen esa infalible gracia por medio de su sinceridad, su sencillez y sus prácticas espirituales. A los monjes se les dice que deben afeitarse la cabeza para que puedan moverse sin ser reconocidos por antiguos amigos y compañeros; pero ahora encontramos que desean el reconocimiento y hasta el aprecio, la adulación y la adoración, cosas que desarrollan el ego y de las cuales ellos piden que se huya. Un monje debe, estrictamente hablando, comer como un perro y dormir como un zorro, según el dicho popular: comer lo que consiga para apaciguar el hambre; dormir dondequiera que encuentre abrigo; no almacenar comida para otro día ni construir casa donde pasar su vida. Escapen de los lazos de los sentidos y del ego que los fortalece.
Dedíquense a la adoración, a la meditación y a la repetición del Nombre con atención centrada para que cuando se levanten, su cara esté iluminada con la luz de la conciencia. La puerta se pone en la casa para facilitar la entrada de aquellos que ustedes desean que entren. Vigilen su puerta para que los perros y asnos, el polvo y las hojas secas no entren por esa puerta. Los sentidos y la mente son puertas a través de las cuales se pueden infiltrar maléficas influencias en su conciencia y encontrar un hogar allí.
Consideren todos sus actos como adoración. El deber es Dios; el trabajo es adoración. Suceda lo que suceda, acéptenlo con agrado como su obra, como una señal de su compasión. Tukaram era siempre así. Cuando no obtenía nada para comer, él le daba gracias a Dios por la oportunidad que le daba de ayunar.
Cuando obtenía algún alimento, le daba gracias a Dios por venir a él en esa forma y sostenerlo para que pudiera cantar su gloria. Su gloria, su compasión, su gracia, son inescrutables; se van formando de múltiples maneras, según su voluntad. ¿Quiénes son ustedes para juzgar su validez? No me gustan los bhajans que promueven la rivalidad, la envidia o el egoísmo y que emanan de la intolerancia. Yo aprecio y recompenso la humildad, la fortaleza, la compasión, el servicio, la hermandad y la constante recordación de Dios o del bien. Si desean tener mi imagen en su corazón, deben dirigir el lente de la cámara hacia mí, ¿no es así? Dirijan su intelecto, sus emociones, sus sentimientos, sus actividades hacia mí; entonces, con toda seguridad mi imagen se imprimirá en su corazón; pero ¿cómo puede hacerlo si su lente está de frente al mundo y a las cosas mundanas? ¿De qué beneficio es este discurso mío si ustedes no lo reciben en sus corazones y actúan de acuerdo con él? Encuentro que todos los esfuerzos de todos estos años para despertarlos a su deber consigo mismos no están fructificando en ustedes. Son como las rocas de la costa, que reciben el golpe de las olas sin inmutarse. La roca no se mueve; la ola no se detiene. Esta situación debe terminar. Despierten y aprovechen esta oportunidad única.
Prashanti Nilayam
18 VIII 68