Discursos dados por Sai Baba – 29. 10/04/65 Guía inmortal a la inmortalidad

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

29. 10/04/65 Guía inmortal a la inmortalidad

10 de Abril de 1965

Repalle

Venkatagiri

En estos días, cuando la ansiedad arroja su sombra sobre la tierra, el recuerdo del nacimiento y de las proezas de Rama actúa como una armadura para la mente agitada. Rama es, en verdad, la personificación de los Vedas. Él es el Dharma de los Vedas en forma humana. Lo que celebran hoy no es el nacimiento del hijo de Dasharata llamado Rama, sino el nacimiento de la propia justicia o Dharma. Con este pensamiento, se sentirán más felices; es así un doble aniversario. Cuando declina el Dharma y ya no se busca el contento que viene de practicarlo y vivirlo y de saturar sus pensamientos y actos con él, cuando esa alegría es olvidada e incluso negada, entonces el Señor encarna, conforme a lo que Él ha asegurado. Así actúa Él.

El campo de la vida está levantado sobre cuatro pilares: el Dharma o deber, Artha o los bienes legítimos, Kama o los deseos legítimos y Moksha o la liberación. Ellos son los que sostienen y apoyan. Si se pierde a dos de ellos y se lucha por permanecer sobre los otros dos, por ejemplo, sobre Artha y Kama, es natural que la ansiedad, la vanidad, el pesar y la codicia aflijan a la humanidad. Cada pilar debe cooperar y complementar los papeles que juegan los otros tres. El Dharma debe sublimar a Artha, es decir, sólo mediante medios morales es que deben obtenerse los medios de vida. Los bienes deben obtenerse mediante el Dharma y deben utilizarse en y por el Dharma. El deseo o Kama debe ser primordialmente por Moksha o la liberación; es decir, el deseo debe ser dirigido a la liberación de la esclavitud, no a forjar nuevas cadenas o añadir más eslabones en la cadena de nacimientos y muertes. El primero de los cuatro, el Dharma, debe interpenetrar y fortalecer a los dos siguientes para que pueda alcanzarse el cuarto. Desprovista del primero y del último, la humanidad queda reducida al nivel de los animales.

Los bienes y el placer no deben buscarse aisladamente. El hecho de que actualmente haya temor y ansiedad en todos los sectores de la sociedad y en todas las etapas de la vida muestra que los hombres están buscando solamente los bienes y el placer y descuidando el deber y la liberación. Una vez, el orgullo de la India fue el de ser un país de paz y de valentía, de esfuerzo espiritual y de aventura, que garantizaba la satisfacción social e individual. Ahora, los hindúes deben de nuevo dedicarse a revivir esa forma de vida, del Dharma que permea a todas las etapas de la vida. En esta campaña, es deber de cada individuo unirse entusiastamente, sin tomar en cuenta casta, credo, sexo o cantidad de posesiones o de erudición. Pues esto le viene naturalmente al hindú ya que ha sacado lo mejor que hay en él durante siglos y el anhelo por ello está en su sangre.

¿Cómo adoptar el Dharma en el proceso de la vida? Esto es lo que establecen los avatares como Rama. Éste es el objeto de su venida. Dasharata tuvo cuatro hijos de los cuales Rama fue el primero. Ellos representan los cuatro objetos del esfuerzo humano o Purushartas, siendo el Dharma el principal; los otros tres sirven a y son fortalecidos por Rama, a quien se describe como Vigrahavan dharma, o la imagen misma del Dharma.

La diferencia entre hombre y demonio es sólo ésta: manava o el hombre tiene o debería tener Dharma, Dama, y Daya, o sea: moralidad, autocontrol y caridad. El demonio o danava no los tiene ni los considera cualidades deseables. Él las desdeña y no pone atención a sus impulsos. Estas tres ‘D’ (de las labras del sánscrito Dharma, Dama, y Daya, o sea: moralidad, autocontrol y caridad) son componentes esenciales de la, humanidad. Hay tantas etapas en la marcha de la condición humana (manavatvam) hacia lo Divino (madhavatvam) como hay corazones; porque todos son peregrinos que van desde el estado demoníaco (danavatvam) hasta el humano (manavatvam) y de allí a lo divino (madhavatvam). Los peregrinos se mueven a su propia velocidad y con el nombre y forma que los inspiran.

Hay quienes hablan de unificar a las religiones, pero la religión es una modalidad de la mente y hay tantas religiones como hay mentes. Si pueden unificar las mentes, pueden unificar las religiones; pero eso es una tarea imposible. A menos que los altares en todos los corazones sean uniformes, este intento está destinado al fracaso. Y no vale la pena. El pandit acaba de decir: «El ser y Dios son eternos». Sí. El principio universal (Brahmatatvam) es puro y permanente, pero el dios (deva) cree ser un alma individual (jiva), el mismo Brahma se siente atado al nombre y la forma (nama-rupa), y así debe recobrar la conciencia perdida. Esto se hace mediante el Dharma.

Samarta Ramadas se presentó ante Shivaji, con su petición usual de limosnas: «Bhavati bhiksham dehi». Shivaji tenía conciencia de que el gurú es Dios, y así, él escribió algo en un pedazo de papel y lo depositó, con veneración en el bolso de limosnas de Ramadas. «¿Cómo puede un pedacito de papel satisfacer el hambre?», preguntó Ramadas. Shivaji le rogó que leyera el papel. El papel indicaba que Shivaji le regalaba todo el reino y todo lo que el poseía al Gurú. Samarta Ramadas respondió: «No, mi Dharma es Dharmabodha o la enseñanza del Dharma, la instrucción de la gente en la manera recta de vivir; los kshatriyas o guerreros como tú deben seguir el Dharma de gobernar sobre el país, de asegurar la paz y el contento de los millones que están bajo su cuidado». Yajnavalkya, una vez, también rechazó un reino porque le importaba más el reino de la liberación (Moksha), de la libertad. También se dice que Vasishta rechazó un imperio que le ofreció Rama.

Ese era el ideal en el pasado; es sólo ahora que los hombres siguen caminos que los alejan del Dharma. Ustedes han permitido que se les escape de las manos el tesoro que los sabios les dieron. Aunque la raíz medicinal que tanto necesitan esté en su camino y, de hecho, los haya hecho tropezar, no tienen los ojos para reconocerla y comprender su valor. ¡Qué lástima que pase esto!

Vean la forma en que Rama rechazó aceptar el imperio del cual había salido voluntariamente para cumplir con el deseo de su madre y la palabra dada por su padre cuando Bharata lo instó a que lo aceptara de él. Rama enseñó que no debe permitirse a lo material (archa) y al deseo (kama) predominar sobre el deber y la disciplina de la liberación (Moksha), pues, fundamentalmente, los objetos del mundo son incapaces de dar contento.

Una vez, cuando Narada se dirigía a Vaikunta, la Morada del Señor, espió a un yogui que se hallaba ocupado en severas prácticas ascéticas. El yogui le rogó a Narada que le trajera información de Vaikunta sobre la fecha en que él tendría derecho a entrar en ella. Narada le prometió hacerlo. Cuando se encontró en presencia de Dios, abogó por el yogui y pidió que le fuera informada la fecha. El Señor respondió: «Dile que él vendrá aquí después de tantos nacimientos como hojas hay en el árbol debajo del cual está haciendo sus austeridades». Narada se sintió triste y desanimado cuando pensó en el dolor en que caería el yogui al oír esta descorazonadora noticia, pero se armó de valor para anunciarlo, pues el yogui insistió en oír las noticias que él había prometido traerle.

Cuando al fin Narada le comunicó las noticias, el yogui fue arrebatado por la alegría; no se desilusionó en lo más mínimo, sino que saltó y bailó de júbilo. Estaba perdido en la emoción de que su esperanza estuviera tan cerca de realizarse. Toda conciencia del mundo desapareció de su mente llena de regocijó. Así pues, el Señor se apareció delante de él y le ofreció, a Vaikunta de inmediato. Pero el yogui dijo que el aguardaría su tiempo, porque no quería que la palabra del Señor que Narada le había traído fuera falsa. El Señor tuvo que convencerlo de que las buenas acciones y pensamientos y sentimientos borran las huellas de lo malo; así pues, por su entusiasta aceptación de la voluntad del Señor, había superado las consecuencias d
e las acciones pasadas.

La ley del karma no es una ley de hierro; por medio de la dedicación y la purificación que atraen la gracia, sus efectos pueden ser modificados y el temor que produce puede aliviarse. No se desesperen ni se descorazonen. Cuando los vicios influencian su corazón, éste se vuelve corrompido y sucio. Las llamas del deseo, de la cólera y de la codicia queman el corazón. La gracia se prueba por la extinción de estas llamas. La gracia confiere una bienaventuranza (ananda), que el deseo, la cólera o la codicia no podrán nunca conferir.

La palabra Rama indica, en sí misma bienaventuranza. Rama es la personificación de la bienaventuranza o Anandaswarupa. Él es la bienaventuranza en lo más íntimo de cada ser, el Atmarama. ¿Cómo pueden entonces estar afectados por el dolor? Porque ignoran lo más íntimo, se identifican a sí mismos con la corteza, con el cuerpo. Hoy, el día sagrado de Ramanavami, deben sumergirse en el Atma como personificación del deber o dharmaswarupa, como el motivador de la vida moral. No hay lugar donde Rama no se encuentre; no hay ser a quien él niegue su gracia. Él no llega ni parte, es inmanente, eterno. Así pues, celebrar un día como el día en que El nació es en sí un sacrilegio.

Rama debería significar para ustedes el sendero que él recorrió. Sigan el sendero, adhiéranse al ideal, obedezcan los reglamentos, ésta es la verdadera celebración. El sendero, el ideal y los reglamentos son eternos, perpetuos. Solamente entonces sus vidas se hacen fructíferas. Ahora adoran Su forma y repiten Su nombre, pero ignoran Sus mandatos. Esto no es verdadero amor. Sin la práctica de la disciplina establecida por el Señor para purificar la mente para que Él pueda reflejarse en ella, todo lo demás es puro espectáculo, ritual vacío.

Al correr detrás de la alegría temporal las personas se exilian a sí mismas del reino de Dios. El valor de la condición humana consiste en que es sólo a partir de esa condición de ser humano que se puede alcanzar y realizar a lo Divino. Mediten en este dia especial, utilícenlo no para divertirse sino para planear su futuro, de forma que puedan alcanzar la meta rápidamente. Los días como éste deben dedicarse plenamente a pensamientos de Dios, a pensamientos que eleven e inspiren. La gente pasa los ellas sagrados como si fueran días de fiesta, recreándose con comidas campestres y paseos, viendo películas, haciendo deportes, jugando y discutiendo sobre una partida de cartas. Esto es totalmente equivocado. Los días como Gokulashtami, Shivaratri, etcétera, deben acogerse como oportunidades para expandir el corazón, profundizar la fe y aumentar la simpatía hacia sus semejantes, Mancharlos entregándose a placeres sensuales es ofender la antigua tradición.

He escuchado a muchos quejarse de que es difícil lograr la atención centrada (ekagrata); incluso algunos de los llamados grandes hombres me lo han dicho. Pero la culpa no es de la época, está en ellos mismos: no tienen la fe y la constancia necesarias. La constancia que exhiben en la persecución de los bienes y las comodidades mundanos no la transfieren a la persecución de la calma interior. ¡Se quejan de falta de tiempo, como si todas sus horas de vigilia las utilizaran realmente para propósitos que valgan la pena!

También debo condenar la ausencia de gratitud que predomina en la actualidad. La ingratitud es la señal de las bestias salvajes, no la del hombre. El hombre de hoy es todo humildad, todo obediencia hasta que logra su deseo. Una vez que lo ha satisfecho, trata, incluso de arruinar a la persona que lo ayudó a realizarlo. Esto no es propio de un hombre. Él debe estar conciente de los beneficios que ha obtenido y estar ansioso de pagar la deuda, o, al menos, ansioso de evitar causar daño a la persona que lo salvó mientras estuvo en la desgracia. Manava significa «un individuo sin traza de ignorancia». Pero el hombre, por su ostentación y su orgullo, su egoísmo y su vanidad, revela que es ignorante de su realidad y que por lo tanto no merece este nombre.

Mientras esté en sus posibilidades, hagan el bien a los demás. No siembren el temor en los demás, no les causen dolor, no promuevan la ansiedad ni la aflicción. Si se sienten regocijados con el dolor de otros sólo suprimen a la divinidad dentro de sí y dejan salir su naturaleza demoníaca. Recuerden: «El Señor reside en todos». Él está en ustedes tanto como en el «otro» que tratan de dañar. Sepan esto y renuncien a todos sus esfuerzos para arruinar a otros. No es que ayuden al otro, sólo se ayudan a sí mismos con ese acto; no hacen daño al otro sino que se dañan ustedes mismos por ese acto malvado. Los vehículos son diferentes, pero la realidad interna es la misma en ustedes y en el «otro». Entenderán esto cuando distingan entre el valor del contento que se deriva de los sentidos y de los objetos y el valor de la alegría que se deriva de la contemplación de la gloria y la gracia de Dios.

Rama se esforzó por sostener la verdad (Sathya) como la base principal del Dharma. Cualquiera que fuera la prueba, no importaba lo arduo del afán, él no renunció a la verdad. Sathya es Dharma; Dharma es Sathya, la verdad es deber, el deber es la verdad; están entretejidos irrevocablemente. Los Upanishads dicen: «Sathyam vada dharmam chara»; «Hablen la verdad, practiquen el Dharma». Rama será recordado mientras las montañas levanten sus picos y el océano exista por esta estricta adherencia a la verdad y al deber. Si él hubiese argumentado «¿Por qué voy a estar yo comprometido por la palabra de mi padre?» no habría ganado esta inmortalidad. Lo inmortal había venido en la forma de Rama para mostrar el camino hacia la inmortalidad.

Sita también mantuvo el Dharma o deber de las mujeres. Ella declinó regresar con Rama sobre los hombros de Hanumán, porque dijo que no tendría, por su propia voluntad, contacto con otro varón; ni negaría ella a Rama la oportunidad de demostrar su valor destruyendo al malvado que se había llevado a su consorte en un acto reprobable; ése es el Dharma de la esposa devota (pativrata). Estos ideales se han debilitado en la actualidad; las mujeres, así como los hombres, se sienten tentados a ceder a la conveniencia del momento; no le dan importancia a las fuentes más profundas de la rectitud. Ellos parecen decir: «Sombra de árbol o tienda, lo que queremos es dormir». El fin justifica los medios, etcétera; así es como actúan, ésta es la filosofía. Fines buenos por medios sucios, ¿cómo puede ser esto correcto? Aquel que tiene que instalar a Rama en su corazón está albergando una bestia en él. ¡Qué tragedia!

Kausalya aconsejó a Rama al comienzo de su exilio en la selva, de este modo: «El Dharma que observas tan escrupulosamente te protegerá». Esa fue la despedida que ella le dio, no un banquete de deliciosos platillos. ¡El Dharma protege al que lo protege! Ravana, el de las diez cabezas, que mantuvo a los dioses en cadenas, no pudo derrotar a Rama, quien tenía al Dharma como su espada y escudo. Rama era feliz cuando los demás eran felices, se afligía cuando los demás estaban en pena. Éste es el rasgo que él quería que el hombre aprendiera. Así pues, mientras evitan el dolor que proviene de los demás, cuiden de no causar ustedes dolor a otros, también. Entonces es cuando atraen la gracia de Dios, no cuando contribuyen con trucos en hacer daño a otros, ni cuando se deleitan en la desgracia ajena o se concentran en su propia felicidad y progreso, sin tomar en consideración el perjuicio que causan a los demás.

El dolor que causan a los demás los agobiará después de que se haya endurecido en odio. Repercutirá sobre sus propias cabezas con una fuerza duplicada. Si están establecidos en el principio del Atma (Atmatatva) no necesitan temer. Por supuesto, deben temer al mal, a la injusticia, a la crueldad, al pecado. Pero, ¿por qué temer cuando tienen la seguridad que les otorgan la verdad, la rectitud, la justicia y el amor?

No tenía intención de hablar hoy pero me instaron a
que les hablara al menos por cinco minutos y ¡he hablado durante cincuenta! Les daré ahora la oportunidad de cantar algunos nombres de Dios.