Discursos dados por Sai Baba – 33. 06/10/67 Los libros son una bendición

Discursos dados por Sai Baba

{SB 07} (41 de 48 discursos 1967)

33. 06/10/67 Los libros son una bendición

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 18 )

Los libros son una bendición

6 de Octubre de 1967

Prashanti NilayAm

EN ESTE MOMENTO me fueron dedicados seis libros en cinco idiomas por sus autores o editores, de modo que es una buena oportunidad para preguntarse: «¿Por qué se tienen que escribir, publicar y leer libros?» Los libros deben revelar, inspirar, educar, informar, conducir y guiar. Sí, pero, ¿qué deben revelar?, ¿a quién deben inspirar?, ¿cómo deben educar?, ¿qué información deben contener?, ¿a dónde deben conducir?, ¿a qué lugar, estado o nivel deben guiar a los lectores? Estas preguntas deben responderse antes de que podamos declarar que el libro es bueno, que el trabajo y el gasto valieron la pena y que la dedicación ha sido exitosa.

Aquellos que creen que hay un Dios Omnisciente que gobierna y regula el cosmos la ciencia ha progresado de la certidumbre a la duda acerca de su capacidad de explicar el universo deben admitir que cada uno nace como resultado de Su voluntad. Por lo tanto, debe haber un propósito divino en la vida. El hombre debe conocer el camino para alcanzar a Dios, debe ser conducido y guiado para alcanzarlo, debe ser educado para librarse de las distracciones en el camino, debe conocer aquello que si se conoce se conoce todo. Lo demás es secundario, incidental e innecesario. El Vedanta, que significa la meta o fin de los Vedas, es el depositario de este conocimiento, el conocimiento de Dios y del viaje que lleva hacia él. Las diferentes hipótesis acerca de Su naturaleza y características y de cómo probar su validez, las diferentes disciplinas que agudizan el intelecto del hombre lo suficiente para que capte la gloria de Dios, la inconmensurable emoción que se experimenta ante la revelación de que la gloria de Dios es la propia gloria interna de uno, todas éstas son indicadas en las Upanishads, las cuales conforman el Vedanta. Cada buen libro escrito por el hombre es aclamado porque tiene una veta de esta dorada gloria en sus páginas.

Vedanta significa el producto final del fondo de conocimiento: la liberación. El producto final de la leche es el ghi, pues cuando la leche es hervida, cortada y batida y se clarifica la mantequilla resultante, se obtiene el ghi, el cual ya no puede ser transformado en nada más. Es el producto final. El Vedanta es el conocimiento que revela, que afloja «los nudos del corazón» y las ataduras a los objetos externos, que revela en un destello la unidad que es la verdad de toda esta polifacét¡ca creación. Sólo eso puede dar paz y felicidad. El hombre puede ser feliz sólo en la vastedad, cuando se expande en un poder y magnificencia cada vez mayores. La gente corre a Nainital, a Kodaikanal o a Mussorie durante el verano a fin de escapar al calor de las llanuras. Así también, la gente busca la vastedad a fin de escapar de la estrechez de la vida»¡ ndividualizada». Deseen lo eterno, lo absoluto, no lo temporal y lo particular. Por eso, los libros deben tratar de las eternas variedades, de las certidumbres absolutas y de las alegrías inconmensurables.

La fascinación que lo temporal tiene sobre la mente se llama maya, engaño o ilusión. Por ejemplo, bajo el engaño de que el pelo blanco es algo de lo que hay que avergonzarse y tratar de que llegue muy tarde, hombres y mujeres se tiñen el pelo ¡aunque para todos los demás propósitos el blanco es considerado más deseable que el negro! La mente nunca está tranquila, fija en un solo ideal; siempre está titubeando, saltando de un objeto a otro, brincando de una satisfacción a otra. El permitir que la mente lo domine a uno haciendo a un lado la inteligencia, es la locura llamada maya. El mundo es un laberinto en el que el hombre se ha enredado; debe encontrar la manera de salir de allí. Para ello la mente no es una buena guía, pues es una eterna vagabunda.

El camello come espinas y está feliz. El hombre también sufre incontables tristezas como resultado de su búsqueda de placeres objetivos, pero no busca cómo escapar de ellas. No es impulsado a la actividad por el dolor de las espinas en su boca. El dolor lo hace resolver ahora mismo desistir, pero ése no es sino un voto transitorio; no hay fuerza detrás de esa resolución. Cuando el disgusto se desarrolla en determinación, se puede terminar con el hábito; los efectos son lavados por las lágrimas de arrepentimiento y la mente es eliminada. El Señor está siempre detrás de ustedes; denle la espalda al mundo y él estará cara a cara con ustedes. Desarrollen suficiente fuerza mental para conocer su debilidad y para entregarse totalmente al Dios a quien ven cara a, cara en todos los seres en todo momento.

Dios no calcula el costo del «todo» que ustedes entregan a sus pies; examina el espíritu con el cual es entregado. Shankaracharya estaba parado delante de una casa con su cuenco de mendigo. La anciana que allí vivía quedó embelesada por la refulgencia de su cara que revelaba a un alma realizada; pero ella no tenía nada que poner en ese cuenco, y se retorcía las manos de desesperación; se maldecía preguntándose por qué el distinguido mendicante había ido a su puerta en vez de ir a las puertas de los más pudientes. Entonces recordó que le quedaba una sola fruta de mirobálano, la última de un puñado que había recogido en la selva hacía unos días, y que acostumbraba comer cuando tenía sed. La trajo y con lágrimas en sus arrugadas mejillas, la dejó caer en el cuenco de limosnas de Shankaracharya, quien se conmovió por aquel gesto; el Señor lo dispuso y una lluvia de mirobálanos de oro cayó en el patio delante de aquella casa. Ella quedó libre de necesidades sin que lo hubiera pedido. Ésa es la manera como obra la gracia.

Ustedes conocen las distintas muestras de gracia que Krishna confirió a los Pandavas; pero si saben cómo llegó por primera vez al grupo de los Pandavas como amigo, guía y salvador, se darán cuenta de que la gracia es derramada por el Señor sin que se la pidan. Parikshit le hizo esa pregunta a Suka, el narrador de los episodios del Bhagavata: «¿Cómo conocieron Krishna y su hermano mayor, Balarama, a mis ancestros por primera vez?» Suka dijo: «Ellos estuvieron presentes en la ceremonia de selección del novio de Draupadi, en la cual los Pandavas estuvieron también presentes disfrazados de brahmines. Sabes que Draupa tenía que casarse con el arquero que acertara a la figura de un pez que giraba en lo alto de un poste. Después de que los hombres de la casta de los guerreros fallaron en esta prueba, se les permitió también a los brahmines que lo intentaran si lo deseaban. Arjuna tuvo éxito y ganó la mano de Draupadi para los cinco hermanos. Ellos vivían de incógnitos en la casa de un alfarero, pero Krishna sabía que los ganadores de esta princesa real eran sus parientes y fue a la cabaña del alfarero con su hermano. Él se anunció como Krishna y les dio sabios consejos acerca de las acciones que debían realizar en el futuro.

El Señor es amor; amor impoluto, inagotable, universal. No tiene predilecciones ni prejuicios. No tienen ninguna razón para temerle; teman más bien a las tendencias dentro de ustedes que los arrastran al vicio y al pecado. Los libros que impulsan a las personas a amar a Dios y temer al vicio son los más beneficiosos. Deben demostrar el amor a Dios mediante el amor al hombre, pues el hombre es la manifestación visible de Dios, una manifestación cuyo dolor y aflicción pueden comprender como si fuera propio.

Tales libros pueden venir sólo de corazones que sufren y oran. Lleven una vida así y las líneas escritas se harán realidad.

Prashanti Nitayam

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