Discursos dados por Sai Baba – 36. 19/08/65 ¿Cuán lejos está Dios?

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

36. 19/08/65 ¿Cuán lejos está Dios?

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 7 )

Cuán lejos está Dios?

19 de Agosto de 1965

Prashanti Nilayam

Gokulashtami

Es realmente desafortunado que el octavo y noveno días de la quincena lunar sean considerados inauspiciosos por la creencia popular, pues la verdad es otra. Estos dos días marcan el auspicioso advenimiento de un avatar de Dios, el advenimiento de lo Absoluto sin forma, sin nombre, sin tiempo y sin lugar, como lo particular viviente con nombre y forma. Sri Krishna nació el octavo y Sri Rama el noveno día de la mitad luminosa de la quincena lunar.

Ignorar la santidad de estos días e imaginarlos llenos de impredecibles peligros para las nuevas empresas que se inicien es de veras pura perversidad.

Dios toma forma humana cuando la santidad inherente en el hombre es ahogada, cuando se descuidan el código moral y la disciplina espiritual establecidos por la experiencia de los busca dores de Dios, cuando el hombre se rebaja al nivel de la bestia del cual se había elevado y se vuelve una amenaza para sus semejan tes.

Krishna es un yogishvara, o sea, no apegado a los frutos de sus obras; Dios apareció como Krishna para encantar a la humanidad con sus travesuras, sus juegos, sus canciones y su dulzura, y para instruir y salvar al hombre con sus enseñanzas y su gracia.

Nació este día en la prisión donde sus “padres” estaban encarcelados por las mismas fuerzas del mal que él había venido a exterminar.

Sri Rama vino para llevar al hombre a la rectitud (dharma) y así, él tenía que ser la personificación misma de la rectitud, de la justicia y de la integridad. Él enseñó el dharma que debe guiar las vidas del hijo, del hermano, del amigo, del gobernante, del esposo.

Las estrellas bajo las cuales estas dos encarnaciones de Dios descendieron a la Tierra también son significativas. Cuando los avatares vienen, escogen el tiempo y el lugar, el clan y la familia, y deciden cuáles serán sus compañeros y colaboradores y los hacen venir también. Cuando Rama vino, Sesha (la cobra), Shanka (la Concha), Chakra (el disco) y otros atributos inseparables del Señor encarnaron también; los dioses también vinieron para probar la dulzura de la compañía y del servicio del Señor. Rohini, la estrella bajo la cual Krishna nació, está relacionada con el logro de la perfección yóguica y los poderes que de ella resultan. Punarvasu, la estrella bajo la cual nació Rama, tiene una influencia misteriosa sobre la autoridad que acepta a todos los que se le someten, el aspecto de salvación por la entrega (Sharanagata trana) de la gloria de Rama.

Lo que el hombre tiene que hacer en estos auspiciosos días es centrar sus pensamientos en estos dos avatares y dar el primer paso, después los siguientes, en su sadhana. Usen estos días como punto de partida para la propiciación de la forma de la Divinidad que han escogido para venerar, la forma que atrae a sus más recónditos anhelos. No le atribuyan maldad a ningún día o estrella.

Cada día es bueno cuando lo viven para Dios. Cada estrella es buena, siempre que su luz guíe sus pasos hacia Dios. Éste es mi consejo para ustedes en este día.

Los hombres están deseosos de obtener la felicidad y cuando hay una oportunidad de ganar una felicidad duradera, saltan ante la idea, pero pronto se cansan del esfuerzo. Buscan atajos, se apoyan en otros para que lleven su peso, y aspiran a mucho fruto a cambio de poco cultivo. Pero para el éxito en la lucha espiritual, una disciplina rigurosa y una fe firme son absolutamente necesarias. El sólo escuchar, o inclusive dar discursos, no serán de ninguna utilidad.

Para tener esa disciplina hay que controlar los sentidos que arrastran a la mente hacia los atractivos del mundo exterior; para tener fe firme, debe controlarse a la caprichosa mente que pinta atractivos cuadros con falsos colores para inducirlos a venir de nacimiento en nacimiento.

Sólo cuando su intelecto sea agudo y esté libre de prejuicios y tendencias, la realidad se revelará ante ustedes en un destello, pues esa revelación es algo sumamente sencillo. Para eso, el intelecto debe ser capaz de ver el problema en su esencia básica, más allá de toda la confusión de lo irrelevante.

En la corte de un príncipe hindú, un renombrado pandit estaba una vez relatando, en un estilo muy pedante, la forma en que el Señor Vishnú salió precipitadamente de Vaikunta, sin siquiera recoger sus armas e insignias y sin avisar a su reina, para liberar a Gajendra, el elefante imperial, que había caído atrapado en las fauces de un cocodrilo. Repentinamente, el príncipe interrumpió al pandit preguntándole: «Dime, señor, ¿cuán lejos está Vaikunta?». El pandit no sabía la contestación, ni la sabían los otros eru ditos que se hallaban en el palacio. Todos estaban confundidos. Pero el sirviente que abanicaba al rey desde atrás del trono se ofreció a dar la contestación, si se le perdonaba la impertinencia. El pandit se molestó mucho ante la insolencia, pero el príncipe le permitió al sirviente hablar. «Su Majestad —dijo—, Vaikunta está tan lejos como la distancia a la cual se puede oír el grito de un elefante.» Sí, la residencia del Señor, la verdadera Vaikunta, está dentro del límite de alcance de cualquier grito proveniente de un corazón acongojado.

El sirviente analfabeto supo en un instante de la omnipresencia y la compasión del Señor.

El Señor está desprovisto de apego o de odio. Él viene con una misión y se dedica únicamente a esa misión. Es su naturaleza apoyar lo correcto y castigar el mal. Su tarea es restaurar la visión correcta al hombre para que dirija sus pasos por el sendero de la moralidad y el autocontrol y pueda así lograr el autoconocimiento.

Dios mismo es el supremo ejemplo de las enseñanzas del Bhagavad Gita, en el cual se revela. El Gita es el único texto del cual pueden obtener una imagen completa de la naturaleza y las características de los avatares. Él actúa como amigo, compañero, auriga, maestro, guía y guardián de sus devotos. La guerra del Mahabharata no es un capítulo de una vieja historia; está ocurriendo hoy mismo, en cada corazón humano, entre las fuerzas del bien y del mal. Aquel que reconoce el valor de instalar al Señor del Yoga, a Krishna, como el conductor, seguro ganará; los otros no logran dominar las fuerzas del mal: sucumben y caen. Acéptenlo como su señor; entre guen todas sus actividades a él, dediquen sus palabras, acciones y pensamientos a él, como flores a sus pies; él les asegura: «Yo los liberaré »; él los consuela: «No se aflijan».

Arjuna era un candidato apto para que se le comunicara la más alta verdad. Él tenía discernimiento, renunciamiento y la aspira ción de saber. Estaba consciente en todo momento de la gloria que era Krishna; tenía completa fe en su sabiduría, poder y gracia. Él pertenecía a la categoría de amigo amado e íntimo. Bhishma, Udhava, Bhima, Draupadi, todos pertenecían a esta categoría de devotos.

Udhava era un amigo tan estrecho que Krishna le hizo saber anticipadamente la destrucción y desaparición de los Yadavas(1) .

Bhismha sabía que Krishna era el Señor encarnado; lo afirmó en la corte de los Kauravas en muchas oportunidades cruciales y fue feliz de haber tenido la visión de Krishna en sus últimos momentos.

Luego están los que fueron sus amados amigos, con los cuales Krishna jugó y bromeó y mantuvo una alegre compañía. Se deleitaban con su visión, conversación y compañía y buscaban estar en su presencia el mayor tiempo posible. Ésos fueron los pastorcillos, sus amigos. Luego hay un grupo de amigos mayores, camaradas que sentían afecto fraternal por él, se preocupaban por él y su situación y eran felices cuando lo mimaban o lo servían o lo hacían feliz.

Las pastoras, las gopis, son una clase especial de devotas.

Ellas alcanzaron la más alta cumbre de la devoción.
No tenían conciencia de nada que no fuera el Señor; habían renunciado a la concien cia del cuerpo y de los sentidos. Estaban apegadas únicamente al Principio de Krishna que residía en aquel cuerpo. Estaban ansio sas de conocer a “Aquél”, no de experimentar “esto”. Cuando Parikshit le preguntó a Suka, que le estaba relatando la maravillosa historia de las gopis y de su amor por Krishna, acerca de la naturaleza de ese amor, Suka respondió que puesto que ellas no tenían conciencia del cuerpo, estaban inmersas en la conciencia de Dios; por lo tanto, no había rasgo físico alguno en su amor hacia el Señor. Son la identificación con el cuerpo y la esclavitud a los sentidos las que causan toda la crueldad, injusticia y violencia que rondan por el mundo.

Hubo una vez un bufón que fue descubierto por el rey buscando alguna cosa perdida en la terraza superior del palacio. El rey le preguntó qué estaba buscando; respondió que un camello se había escapado y que podía haber trepado por las escaleras hasta la terraza y que había subido para ver si lo hallaba. El rey se rió de esta absurda suposición pero el bufón le dijo: «Si tú, con toda esa joroba de orgullo y creencias torcidas, crees que puedes alcanzar el cielo, un camello también podría llegar a la terraza trepando los cinco peldaños».

Las gopis conocían el secreto de la entrega espiritual. Su ado ración no tenía la mancha de la transacción; para aquellos que regatean y reclaman ganancias, la reverencia es igualada con el comercio; venden su homenaje a tanto por cada respuesta satisfac toria. Son como sirvientes pagados, que reclaman salarios, horas extra, bonos, etc. Calculan cuánto pueden sacar del servicio prestado. Sean más bien un miembro de la familia, un pariente, un amigo. Sientan que son del Señor mismo. Entonces, el trabajo no los cansará; será hecho mejor, dará más satisfacción; ¿y el salario? El patrón los mantendrá en bienaventuranza. ¿A qué más puede uno aspirar? Déjenle el resto; él sabe mejor; él lo es todo, la felicidad de tenerlo es suficiente recompensa. Éste es el secreto de la feli cidad humana. Vivan sus vidas de acuerdo con esto y nunca tendrán aflicción. Krishna dice: «Mi devoto nunca sufre de aflicción».

Prashanti Nilayam, Gokulashtami, 19-VIII-65 (1) Clan al que pertenecía Krishna.