Discursos dados por Sai Baba – 37. 13/10/67 Conclusiones apresuradas.

Discursos dados por Sai Baba

{SB 07} (41 de 48 discursos 1967)

37. 13/10/67 Conclusiones apresuradas.

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 22 )

Conclusiones apresuradas.

13 de Octubre de 1967

Prashanti NilayAm

SIN CONFIANZA EN sí mismo es imposible lograr algo. Si tienen confianza en su fuerza y destreza, pueden aprovechar las fuentes de valor y elevarse a un mayor nivel de alegría y paz, pues la confianza que tienen en sí mismos surge del Alma, que es su realidad interna. El Alma es paz, es alegría, es fuerza, es sabiduría. Por lo tanto, ustedes sacan del Alma todas estas cualidades para el progreso espiritual. Hay dos axiomas de ocho sílabas en el Gita que son las creencias básicas que debe tener el hombre: «Con fe se gana la sabiduría» (Shradhavanlabhathe jñanam) y «El que duda es destruido» (Samsayatma Vinashyati). Hay dos terraplenes entre los cuales el río de la vida puede fluir, seguro y firme, hacia el mar de la gracia divina. Durante los años de juventud, el río está sujeto a repentinas crecidas que pueden ir erosionando las orillas y causar daños; deben tener especial cuidado en mantenerlos fuertes.

Los planificadores del futuro de este país se están concentrando en la producción de alimentos, agua potable y viviendas, pero la felicidad no puede obtenerse sólo de éstos. Si la moralidad es ridiculizada, la devoción es considerada como una enfermedad, la astucia es puesta en un pedestal y el individuo rebajado a un instrumento para ser manipulado y utilizado por el Estado o alguna otra autoridad colectiva, ¿cómo puede asegurarse la felicidad?

Cuando nuestro pueblo adora hormigueros, árboles, serpientes, pájaros, leones y vacas, los cínicos se mofan, ignorantes de la verdad más profunda que ello revela: que Dios es inmanente en toda la creación. Así también, hay significados más profundos en los rituales y ceremonias que han sido ordenados y observados en esta tierra desde edades remotas; pero ahora sólo queda la paja, y el grano ha sido desechado por negligencia. Es en tales momentos que surge la necesidad del restablecimiento de las viejas bases de la superestructura de moralidad y religión. No puede haber religión sin pureza moral; son interdependientes.

Su auto no es para que lo guarden como una pieza de museo en un garage de vidrio. Es para que ande por las carreteras, para llevarlos rápidamente y seguros al lugar adonde quieren ir. Así también, su cuerpo debe servir el propósito de su viaje. ¿Viaje adónde? ¡No al cementerio como ahora está sucediendo! Deben conocer su propia realidad antes de que mueran y se fundan en esa suprema alegría. Coman lo suficiente para mantener el cuerpo en forma; usen el cuerpo para descubrir su realidad, o sea, Dios. Santifiquen cada momento de su estancia aquí con acciones piadosas y pensamientos sagrados.

Cuando Karna se aplicaba aceite en la cabeza, tomándolo de una copa dorada que sostenía en su mano izquierda, un brahmín que pasaba estiró su mano y le pidió que le diera la copa. Él le dijo: «¡Toma, tenla!», y se la dio con la mano izquierda. El brahmín se molestó, porque no se debe dar ni aceptar ningún regalo con la mano izquierda, pero Karna le explicó: «Te la estoy dando en el momento en que me la pediste, pues no sé si estaré dispuesto a hacerlo cuando cambie la copa de la mano izquierda a la derecha. Discúlpame». Ha2an el bien cuando sientan el deseo de hacerlo; no se demoren. se es el mensaje de esta historia.

Una crítica común al hinduismo es que tolera la adoración de imágenes. Pero la piedra no es adorada como piedra; es el símbolo de Dios, que no puede ser representado en su aspecto abstracto de Nirguna o Dios sin atributos. La estatua es una gran ayuda para la concentración, tal como lo comprobaron Ramakrishna Paramahamsa, Mira, Thyagaraja y un gran número de otros buscadores. Mira obtenía suprema satisfacción cuando experimentaba lo divino en la forma de Giridhara Gopala, el niño pastor Krishna, que levantó el monte Govardhana como un paraguas para proteger a la gente y el ganado de Gokula de las devastadoras lluvias enviadas por el iracundo dios de la lluvia, Indra. Cada místico tiene una forma especial que toca las cuerdas más profundas de su corazón y lo mdbve al éxtasis divino. Thyagaraja sabía que Rama era el soberano de toda la creación, que era inmanente así como trascendente, y alcanzaba la más alta inspiración visualizándolo como el hijo de Dasarata y el esposo de Sita.

Otra creencia hindú es que cuando el alimento es ofrecido a Dios y luego, ya consagrado por su aceptación, ingerido, es activado por la energía divina y liberado de todas las influencias malignas que podrían adherírsele. Esto ayuda a la actitud de dedicación y alienta la convicción de la constante presencia de Dios como un guía y guardián inseparable dondequiera que uno se encuentre. Esta caja con betel que tengo está hecha de plomo; ahora bien, si viniera alguien y me dijera: «Guárdate la caja pero dame el plomo», sería absurdo porque son inseparables, indivisibles. Así también, es absurdo decir: «Sé un hindú, pero abandona estas creencias, este dharma». Son las características mismas de la fe. Si el dharma (el deber, establecido por Dios) no es conocido y practicado, es como si el hindú estuviera muerto.

Se hizo mención aquí del temor que sufren quienes no tienen hijos; el temor se basa en que, de no tener un hijo que lleve a cabo los ritos prescritos para los muertos, los padres tendrán que pasar edades en una sección especial del infierno. Este énfasis en procrear un hijo se ponía sólo para las dinastías reales, pues en ausencia de sucesores directos, el reino podría pasar por periodos de luchas y derramamientos de sangre. Dritarashtra (padre de los Kauravas) tuvo cien hijos pero ni uno de ellos le sobrevivió para realizar los ritos para salvarlo del infierno. Suka, el incomparable sabio, no tuvo hijos. ¿Pueden ustedes decir que no alcanzó la salvación y pasó años en el infierno? El no tener un hijo no es un desastre espiritual, les puedo asegurar.

Veamos otro absurdo. Algunos adoran a Dios como Shiva y lo llaman Pashupati, guardián del ganado (pashu significa seres vivientes, los atados); algunos adoran a Dios como Vishnú o Krishna y lo llaman Gopala (go significa ganado, seres vivientes, los atados). ¡Y estos dos grupos de devotos no se respetan unos a otros! Shiva es exaltado como el Creador, el Preservador y el Destructor por aquellos que lo adoran. Vishnú o Krishna es exaltado como estos tres por aquellos que lo adoran, pero no dan el siguiente paso de reconocer que no puede haber ninguna razón legítima para sus diferencias. Deben aceptar todos los nombres y formas, aunque pueden tener un apego personal a un nombre y una forma específicos. Deben admitir que el Dios a quien adoran es suficientemente universal para tener muchos nombres y muchas formas.

Cuando un perro solitario se asusta por la sombra que se mueve ominosamente a la luz de la luna, empieza a aullar, a lo cual todos los perros del vecindario hacen eco. No sabiendo la razón, aúllan al unísono; esto es pura naturaleza canina. La luz de la gracia divina también impulsa a algunos humanos a aullar y a otros a unírseles en ciega imitación. Es su naturaleza; no pueden tolerar la inconmensurable gloria que derrama gracia y fe, consuelo y valor. Su deber es ir hacia adelante, rectos y firmes, hacia la meta, sin dejarse desviar por la exhibición de una ignorancia y perversidad autoimpuestas. Cada avatar tiene contemporáneos de esta clase. Deben de haber leído acerca de Shishupala, Pundraka, Dantavakra y otros en la Edad de Dwapara.

Mantengan el respeto a su propia dignidad como lo hizo Draupadi cuando iba a ser humillada en la corte de los Kauravas, donde se hallaban presentes sus esposos, los Pandavas, quienes la habían perdido en el juego de dados ante los Kauravas. Ella estaba tan enfurecida que habría bastado con que su mirada cayera sobre aquel clan de rufianes que l
a había arrastrado de los cabellos para que fueran reducidos a cenizas. Pero en vez de hacer eso, ella miró a Dharmaraja, el mayor de sus esposos y el que la había apostado, y que ahora permanecía con la vista clavada en el piso. Esto la serenó un poco. Después lanzó una maldición que retumbó por toda la tierra y todo el cielo: «Que las esposas de estas víboras que han puesto sus manos en mi cabello y me han arrastrado hasta aquí, lloren por ser viudas, con su cabello destrenzado ondeando y llenas de dolor. Hasta entonces yo volveré a trenzar el cabello que estos bárbaros han desatado ahora». Ella proclamó, a oídos de todos, su linaje y el respeto que ella tenía a su propia reputación, así como su decisión de no permitir que fuera manchada o disminuida. Mantengan la dignidad de su linaje, que es el mismo de Rama, Krishna, Mira, Thyagaraja, Tukaram, Ramakrishna y Nandanar. La gloria de su linaje es como una bola de hilo perfectamente enrollado. Si no se tiene cuidado con ella puede quedar desastrosamente embrollado. Por eso, tengan cuidado. Dependan de Dios y no de los hombres. Mantengan un paso firme en su disciplina espiritual.

Repitan el Gayatri, es una plegaria universal. Tiene tres partes: la meditación sobre la gloria de Dios como la luz inmanente en los tres mundos: el superior, el intermedio y el inferior (Om Bhurbhuvahsvah; Tat savitur varenyam). Luego viene una visualización de la gracia (Bhargo devasya dhimahi), y una oración en la que se pide compasión a fin de poder alcanzar la liberación por medio del despertar de la Inteligencia que permea todo el universo. La plegaria no es a un nombre o forma particular de esa Inteligencia; de ese modo, todos pueden usarla. No puede haber fanatismo, odio ni rivalidad si se adhieren al Gayatri; su repetición clarificará las pasiones y promoverá el amor. No rieguen y alimenten el árbol de los deseos. La intolerancia es el producto de la ira, el odio y la envidia. Hagan todo lo posible por suprimir desde el primer brote de ira. No llega sin previo aviso: el cuerpo se calienta, los labios se van crispando, los ojos se enrojecen; de modo que cuando sientan la primera indicación, beban un vaso de agua fresca, sórbanlo lentamente, cierren la puerta y acuéstense en la cama hasta que el ataque pase y puedan reírse de su propia locura. Esto puede parecer difícil, pero deben practicarlo, pues si ceden a la ira las consecuencias serán tan desastrosas que tendrán que arrepentirse de ello durante mucho tiempo.

Un suegro estaba tan enojado con su yerno por no escribirles a él y a su hija desde el extranjero, a donde había ido como soldado, que le escribió una iracunda carta: «Para nosotros tú eres peor que si estuvieras muerto, pues ya no te preocupas por tu esposa, así es que ella se ha rapado la cabeza y ahora se viste de luto». Cuando recibió esta carta, el soldado se lamentó a viva voz de que su esposa hubiera enviudado, sin darse cuenta de que mientras él viviera, esa calamidad no podía suceder.

No se precipiten a sacar conclusiones, abandonando su discernimiento. No nieguen la validez de su propia experiencia. Apóyense en su propia fuerza, inconmovibles ante la adulación o la denigración. Sigan mi ejemplo: ninguna de ellas me afecta, sigo adelante, solo, sin detenerme y por mi propia voluntad. Soy mi propio guía y testigo. Tengan plena fe en esto.

Prashanti Nilayam

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