Discursos dados por Sai Baba – 44. 02/10/65 Un Sadhana sostenido

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

44. 02/10/65 Un Sadhana sostenido

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 15 )

Un Sadhana sostenido

2 de Octubre de 1965

Prashanti Nilayam

Dásara

Es una antigua observación –pero cierta aún en nuestros días– que el hombre pasa su infancia en travesuras y juegos, su niñez en deportes y juegos, su juventud en placeres y pasatiempos, su adultez en planes y proyectos para amasar fortuna, y su vejez en hospitales y clínicas tratando de fortalecer su desfalleciente salud por medio de su incierta riqueza. No tiene tiempo para nada más, sus manos están repletas. Ganando y gastando, llena su tiempo de trabajo y preocupación. No tiene paz ni le sobra tiempo para sen tarse tranquilo en algún lugar.

Todos los llamados que se le hacen para que ponga atención a su necesidad esencial de luz y felicidad son en vano. ¿De qué sirve la iluminación para un ciego? ¿De qué sirve un buen consejo para el hombre que ha cerrado sus oídos a las cosas que realmente impor tan? El hombre está ocupado en múltiples empresas con el fin de lograr la felicidad, pero su éxito es escaso y de poca duración. No conoce la panacea para todos sus males, el esfuerzo que le dará la victoria total: el control de la mente, que ahora es el ama de los sentidos. Cada sentido del hombre es una salida para su energía en una dirección que lo ata al mundo objetivo. Los sentidos son inducidos por la mente a moverse hacia lo externo y apegarse a los objetos. El hombre debe forzar a la mente a someterse a la inteligen cia y su poder de discernir y entonces la mente lo ayudará en lugar de perjudicarlo.

El cuerpo es el templo de Dios, que reside en el corazón. El intelecto (budhi) es la lámpara encendida en ese altar; actualmente, cada soplo de aire que entra por las ventanas de los sentidos afecta la llama de la lámpara y menoscaba su luz, amenazando hasta con apagarla. Por eso, cierren las ventanas; no las mantengan abiertas a las nocivas atracciones de los objetos. Mantengan el intelecto bien afirmado para que pueda cortar la mente como un diamante y convertirla en una llamarada de luz y no en una piedra opaca. El discernimiento es un instrumento para el progreso espiritual.

La facultad del razonamiento debe emplearse para distinguir entre lo limitado y lo ilimitado, lo temporal y lo eterno. Ése es su uso legítimo. Shankaracharya llamó a su obra sobre los principios de la no dualidad (advaita) Viveka-chudamani, o sea, “La joya suprema del discernimiento”, pues él quería destacar el valor del discernimiento para comprender la evanescencia de la vida y la unidad del universo.

El apego, los afectos, el interés, todos crean prejuicios, parcialidades, engaños; esconden la verdad y opacan la inteligencia.

Raga (el apego) es roga (enfermedad) en lo que al indagador respec ta. No es apropiado para un yogui tener raga, pues debe estar libre de favoritismos, antojos e inclinaciones. Una vez que se apegan a una persona o a un hábito o afición, será difícil desprenderse de ellos. Como el pobre aldeano que saltó al río para salvar lo que le parecía un bulto de alfombras (que en realidad era un oso que el torrente iba arrastrando) y se encontró con que el bulto se afe rraba a él de tal manera que no podía escapar, el hombre también se tira al agua para rescatar lo que él considera un tesoro, pero queda atrapado y atado. Es por eso que los santos de este país han estado enseñando a la gente que son hijos de la inmortalidad, depositarios de la paz y la felicidad, de la verdad y la justicia y amos de sus sentidos. Claro está, el hombre puede tener algunos deseos, algún anhelo de lograr cierta comodidad, puede hacer algún intento de lograr satisfacción y alegría, pero debe ser como el enfermo que desea la medicina. El hambre es el padecimiento que se alivia con el alimento; la sed es el padecimiento que se alivia con la bebida. El alimento, la bebida, la vivienda y la ropa deben ser secundarios a las necesidades del espíritu, a la educación de las emociones, de las pasiones y de los impulsos; deben tomar el lugar que toman la sal y la pimienta en la mesa del comedor de hoy; debe haber poca sal y más dal (lentejas); no pueden tener más sal que dal, ni siquiera la misma cantidad. Así también, los esfuerzos por lograr salud, comodidad y otras cosas deben ser justo lo suficiente para el fin de sostener la práctica espiritual, ni más, ni menos.

Hay quienes se condenan siempre a sí mismos y a sus vidas y que aspiran a la gracia de Dios para su salvación; aducen que jiva y Deva –el hombre y Dios– son dos entidades separadas y nunca pueden fusionarse o unirse. Lo obvio muy a menudo es falso. El pecado no es la verdadera naturaleza del hombre; es adquirido y puede ser abandonado. El hombre es puro, bueno, amoroso, sabio.

Es por esto que en el Nilayam he prohibido que la gente recite versículos que proclaman que el hombre es pecador, nacido en el pecado, que se regodea en el pecado, etc. Hagan que la pureza que ustedes son se manifieste en sus acciones; esto es lo que me complace y gana mi gracia.

Ustedes deben dejar que su amor se expanda en un círculo cada vez más amplio. Sólo así puede ser considerado encomiable el apego a la comunidad, a la religión y al país. Si en lugar de amor crean odio hacia otras comunidades, otras religiones y otros países, entonces se vuelven ponzoñosos. Amen a su religión para que puedan practicarla con mayor fe. Si cada quien practica su reli gión con fe, no podrá haber odio en el mundo, pues todas las religiones están basadas en el amor universal. Amen a su país para que pueda volverse fuerte, feliz y próspero, un campo para el desenvolvimiento de todas las facultades más elevadas del hombre. Sientan que Delhi o Calcuta es una parte de ustedes al igual que su propia ciudad o pueblo; cualquier dolor en el dedo gordo del pie debe preocuparlos tanto como un dolor en la cabeza.

Esfuércense por hacer que la India sea fuerte y feliz, para que no sea un peso para otros países, o hasta una tentación; ella fue una vez el gurú de la humanidad. Hagan que asuma de nuevo ese papel. Vivan, por lo tanto, la vida que los hará respetados y reverenciados como hijos de Bharat, una vida que sea un ejemplo y una inspira ción para todos. Oren hasta por aquellos que invaden el país debido a su codicia u odio; conduélanse de su ignorancia y oren porque sus pasos se vayan dirigiendo hacia la verdad, la justicia y el amor. La ora ción tiene una gran eficacia. Los profetas y videntes védicos oraron por la paz y la felicidad de toda la humanidad y de todas las cosas animadas. Cultiven esa visión universal.

Prashanti Nilayam, Dásara, 2-X-65