{SB 01} (35 discursos 1953 a 1960)
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 01 cap. 4 ) La vida divina Abril de 1957 Venkatagiri Una convención de los trabajadores de la Misión de la Vida Divina debe incluir a toda la humanidad, pues nadie está fuera de su esfera; todos se están afanando por avanzar en el camino hacia la realización de la divinidad que está inmanente en cada uno. La misión para la cual cada individuo ha venido es para fundir la individualidad con lo universal. La vida que cada ser está llevando está saturada de lo divino; la existencia de sath se deriva de la fuente de todo sath, Brahma mismo; la conciencia o chith se deriva de la fuente de todo chith, Brahma mismo; la bienaventuranza o ananda se deriva de la fuente de todo ananda, Brahma mismo. Todos ustedes son Sath-Chith-Ananda Swarupas, formas de existencia, conciencia y bienaventuranza; sólo que están inconscientes de ello y se imaginan que son este o aquel individuo, sujetos a esta o a aquella limitación. Este es el mito que debe romperse a fin de que la vida divina pueda empezar. Es la divinidad la que inspira, la que acciona, la que conduce y llena la vida de cada ser, no importa lo sencilla o compleja que sea su estructura física. Desde el átomo (anu) hasta el cosmos (brihat), cada entidad se está moviendo hacia el estuario donde se fusiona con el mar de la bienaventuranza. La vida divina es el aliento mismo de todos los seres; consiste en sathya, prema y ahimsa. Pues, ¿cómo puede ser alguien falso con otro cuando no hay ningún otro en absoluto? La falsedad viene del miedo. Cuando no hay ningún segundo, no hay ningún miedo. Nadie es más amado que el propio ser; así, cuando todo es ese mismo propio ser, todo es amado al amar el propio ser. En cuanto al himsa, el hacer daño, ¿quién le va a hacer daño a quién cuando todos son uno solo? ¿Cómo llevar la vida divina? No hay ninguna calidad especial de miembro que otorgue derecho a ella. Cada esfuerzo para realizar la unidad que existe en toda multiplicidad es un paso en el sendero de la vida divina. Hay que batir la leche si se desea separar e identificar la mantequilla inmanente a ella. Así también, se deben llevar a cabo ciertos procesos de pensamiento y acción a fin de llegar al meollo de la fe de que este mundo es una extraña mezcla de verdad (sathya) y no verdad (asathya) que de hecho resulta en falsedad (mithya). La vida divina no admite el más mínimo grano de polvo en el carácter o de engaño en el intelecto. Así, las personas dedicadas a ella deben recalcar esto con el precepto y con el ejemplo. Eliminen las raíces de la ansiedad y del temor y la ignorancia. Sólo entonces podrá resplandecer la verdadera personalidad del hombre. La ansiedad se elimina con la fe en el Señor; la fe que les dice que todo lo que ocurre es para bien y que se haga la voluntad del Señor. La tranquila aceptación es la mejor armazón contra la ansiedad; no la conformidad del débil, sino la valiente aceptación del héroe. La aflicción surge del egoísmo, la sensación de que no merecen ser tratados tan mal, de que están indefensos. Cuando desaparece el egoísmo se desvanece la aflicción. La ignorancia es sólo un error, la identificación equivocada del cuerpo como el ser. En realidad, cada uno de ustedes debe tratar de ser sin ego y entonces el Señor los aceptará como su flauta. Una vez, al preguntar a determinadas personas lo que quisieran ser en las manos de Dios, recibí varias respuestas; algunos dijeron el loto, otros el sankha (la concha) o el chakra (la rueda), pero nadie mencionó la murali (la flauta). Yo les aconsejaría que se transformen en flautas, pues entonces el Señor vendrá a ustedes, los tomará en sus manos, los pondrá en sus labios y soplará a través de ustedes y, por el vacío de su corazón debido a la completa ausencia de egoísmo que habrán desarrollado, Él creará cautivante música para que el disfrute de toda la creación. Sean rectos sin desvíos en su mente. Sean huecos sin voluntad propia, fusionando su voluntad con la del Señor. Inhalen solamente el aliento de Dios. Esto es la vida divina; esto es lo que yo quiero que todos alcancen. Venkatagiri, Abril – 1957. |