Discursos dados por Sai Baba
{SB 20} (31 discursos 1987)
09. 03/05/87 El Señor y el devoto
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 20 cap. 9 )
El Señor y el devoto
3 de Mayo de 1987
El hombre siempre anhela la bienaventuranza. El primer requisito para alcanzar la bienaventuranza suprema (Brahmananda) es un corazón puro. El corazón del hombre, que debería tener la blancura de la leche por su pureza, hoy está lleno de malos pensamientos y sentimientos. La práctica espiritual comienza con la purificación del corazón. Cuando el corazón está lleno de cualidades sátvicas, se vuelve un océano de leche. Solo entonces se convierte en una morada digna para el Señor Vishnu, la cual se describe como un Océano de Leche (Kshirasagara).
Por ceder a los impulsos tamásicos y rajásicos, hoy el hombre ha hecho de su corazón un océano de sal (ksharasagara). En el océano salado, hay tiburones y ballenas. De igual forma, en el corazón de los malintencionados florecen las malas cualidades, como la lujuria, la ira, la codicia y la envidia. Es una locura dar lugar a tales fuerzas malignas. Deben ser eliminadas por completo para que el Señor pueda encontrar su justo lugar en un corazón puro y sagrado, lleno de cualidades sátvicas. Cada uno debe observar continuamente si en su corazón crecen los buenos pensamientos e impulsos o si están echando raíces los malos pensamientos. Al hacer su culto diario, deben invocar la presencia de las diversas deidades por medio de los mantras apropiados. Al mismo tiempo, deben pedirles a las fuerzas demoníacas que se alejen del lugar.
La gente tiende a ignorar la pureza interna Tanto la pureza interna como la externa son esenciales para la salud física y mental del hombre. La mayoría de las personas se preocupa por la limpieza externa solamente. Tiende a ignorar la limpieza interna creyendo que el corazón y la mente no son visibles para los demás. Pero deben ser conscientes de que el cuerpo físico está compuesto de cinco elementos y que volverá al polvo algún día. Es el estado del espíritu el que importa. El mismo cuerpo debe considerarse la morada del espíritu y cuidarse como tal.
Para tener una salud perfecta, es esencial deshacerse de las impurezas internas e ingerir solo alimentos sanos. De igual manera, para preservar la salud mental, es necesaria una acción doble.
Los males que afligen la mente deben ser eliminados. Hay que eliminar los malos pensamientos para purificar la mente.
El destino del hombre está determinado por sus acciones. Con las acciones correctas, la mente se purifica, y una mente pura hace que despierte la sabiduría espiritual (jñana). Cuando ofrecen su adoración a Dios por la mañana, deben ofrecer su obediencia sea cual fuera el trabajo que se propongan hacer. Oren a la deidad que preside al karma pidiendo: “Que hoy sólo realice acciones puras, con propósitos determinados y útiles”.
Las circunstancias del propio nacimiento son el resultado de las acciones pasadas. La acción (karma), el nacimiento (janma), la rectitud (dharma) y el secreto de la vida (marma) están todos conectados con Brahmán. Son como las cuatro paredes de un edificio.
La primera pared es la acción. Uno no debe actuar por un capricho.
Antes de hacer cualquier cosa, hay que pensar si la acción es digna o indigna. Nada debe hacerse de prisa, con el impulso del momento. Solo entonces nuestras acciones serán sátvicas, estarán libres de manchas rajásicas y tamásicas.
Cumplan con su deber, dejen los resultados a Dios Muy a menudo las personas, cuando tienen problemas, se quejan:
“¿Por qué el Señor me somete a pruebas como esta?”. En realidad, el Señor no castiga ni recompensa a nadie. El devoto sólo tiene que cumplir con su deber y dejar los resultados a Dios. Si las acciones son buenas, los frutos también serán buenos. Si las acciones son malas, los resultados serán igualmente malos. Por ende, si no analizan la naturaleza de sus propias acciones, no tiene sentido culpar a Dios por lo que les pase.
Se cuenta que un devoto decía: “¡Oh, Señor! Entre los millones de seres sobre la tierra, ¿cómo van a caer tus ojos sobre mí? Tú nunca me miras. ¿No quieres verme?”. El devoto oyó una voz que le respondía: “¡Oh, devoto! Tú estás inmerso en tantísimas actividades que poco has puesto tus ojos en mí. Apenas me has dedicado algún pensamiento. ¿Quién, entonces, ha olvidado a quién?
¿Tú o yo?”. Las personas se ocupan de asuntos mundanos y están profundamente inmersas en ellos. Todos sus pensamientos se relacionan con estas acciones. Se preocupan por un pariente o un amigo en algún distante rincón del mundo, pero no pueden pensar en Dios, que está tan cerca de ellos. Y, cuando están en problemas, se lamentan: “¡Oh, Señor! ¿Me has olvidado?”.
Dios es el que concede los frutos de las acciones Solo si reconocen sus faltas, empezarán a comprender cómo funciona lo Divino. Hoy vemos que se tiende a olvidar las propias faltas y a andar por allí culpando a Dios de las propias aflicciones.
Cada acción, aunque sea pequeña o trivial, tiene su reacción. Nada sucede sin una causa. Cada objeto tiene su reflejo.
El Señor otorga los frutos de acuerdo con nuestras acciones.
Las buenas acciones ganan buenos dividendos. Las malas acciones acarrean malas consecuencias. Es por esto que se describe al Señor como el dispensador de los frutos de la acciones (Karmaphala pradhata).
Cuando Duryodhana intentó desvestir a Draupadi, la consorte de los Pandava, ella le oró a Krishna de varias maneras. Aunque Krishna oyó sus ruegos, no podía responder inmediatamente a su pedido de ayuda debido a la rigurosa ley de la naturaleza. Esta ley universal impera siempre en todos los lugares y en todo momento.
Por ejemplo, si un hombre se resbala, cae al suelo. Si se arroja una piedra al aire, cae hacia abajo. Esto se debe a la ley de gravedad.
Así sea millonario o indigente, si alguien se resbala, se cae. Así es como operan las leyes de la naturaleza, no importa de quién se trate.
Al oír los ruegos de Draupadi, Krishna pensó por un momento si ella había hecho alguna acción en el pasado que le daba el derecho a obtener protección en el salón de audiencias de Duryodhana.
Para merecer la ayuda divina, uno debe haber ofrecido algo a Dios: una hoja, una flor, o un poco de agua sagrada. En el ámbito mundano, existe una sencilla regla de dar y recibir en la vida diaria.
El Señor responde a las acciones espontáneas Krishna recordó algo que Draupadi había hecho años atrás, un día de Sankranti. Krishna se había cortado un poco el dedo meñique con la caña de azúcar. Inmediatamente Rukmini envió a una sirvienta a buscar un vendaje. Sathyabhama se apresuró a traer alguna tela para vendar el dedo herido. Draupadi, que estaba parada allí, sin vacilar rompió un pedazo de su sari e inmediatamente vendó el dedo de Krishna. Aunque lo que ella dio fue solo un trozo de su sari, se trató de un acto espontáneo de amor y devoción.
Krishna decidió hacer de este pequeño pedazo de tela un sari que no tuviera fin. Pronunció la palabra Akshayam (“Que nunca termine”), ¡y el sari de Draupadi se volvió interminable! Se sienten felices cuando alguien les da algo. Pero no experimentan la misma felicidad al dar a otros. Los hombres desean los frutos de las buenas acciones, pero no quieren hacer buenas acciones.
Quieren salvarse de las consecuencias de las malas acciones, pero no se abstienen de cometerlas. Lo que siembren, eso cosecharán:
esta es una ley inexorable. No pueden escapar a las consecuencias de sus acciones, así sean buenas o malas.
Si desean disfrutar de una felicidad duradera, deben llenar la mente de pensamientos puros y el corazón de buenos sentimientos.
Con pensamientos buenos y acciones bondadosas, el corazón se vuelve puro y sagrado. En el viaje de la vida, el cuerpo es como una carreta y el corazón, como un caballo. Si no alimentan bien el corazón, el viaje no puede proseguir de la manera apro
piada. El corazón debe recibir un buen alimento en forma de buena compañía, buena conducta y buenos pensamientos. Y sea lo que fuera que hagan, deben ofrendarlo a Dios. He aquí una historia para ilustrar cómo se complace Dios cuando las acciones se hacen con este espíritu.
Dios acepta cualquier cosa ofrecida con un corazón puro Una devota, adoradora de Krishna, limpiaba todas las mañanas el altar de su casa dedicado a Krishna con bosta de vaca y tiraba los restos de bosta afuera diciendo: “Que esto sea una ofrenda a Krishna” (“Krishnarpanam asthu”). El sacerdote del templo local, también dedicado a Krishna, notó que cada mañana, después de lavar y decorar la estatua de Krishna con guirnaldas, cuando estaba ofreciendo el arati (la ofrenda de alcanfor) a la deidad, un pedacito de bosta de vaca solía caer sobre la cara de la estatua. Estaba muy preocupado por este extraño fenómeno y les habló de ello a los ancianos del pueblo. Estos también presenciaron el hecho en el templo y enviaron una patrulla de vigilancia a averiguar quién estaba tirando bosta de vaca en ese momento.
En una de las calles, un vigilador encontró a una mujer que tiraba bosta de vaca afuera de su casa pronunciando las palabras “Krishnarpanam asthu”. Se descubrió que, en el mismo momento en que ella tiraba la bosta, ocurría la aparente profanación de la estatua en el templo. El Señor no se preocupa por lo que se le ofrece.
Él acepta todo aquello que se le ofrece con un corazón puro.
Para Él nada es bueno o malo en sí mismo. Cuando la devota ofrecía la bosta de vaca como Krishnarpanam, llegaba a la estatua de Krishna. Los ancianos del pueblo fueron a verla y la reprendieron por ofrecer bosta de vaca a Krishna. No pensaron ni por un momento en cómo llegaba al templo la bosta tirada afuera de la casa.
Solo pensaron en la bosta de vaca como tal y no tomaron en cuenta el poder y la intensidad de la devoción que manifestaba la acción de la devota.
Las formas de la devoción no pueden ser comprendidas por todos Los ancianos llamaron al esposo y a otros parientes de la anciana mujer, y esta apeló ante ellos: “Soy incapaz de tirar bosta de vaca a la cara de mi Krishna. Estoy dispuesta a dar la vida por Krishna”. Los ancianos le dijeron que tirara la bosta sin pronunciar las palabras “Krishnarpanam asthu”. A instancias de su esposo y otros parientes, ella prometió hacerlo así.
Pero, a partir de ese día, no pudieron abrirse las puertas del templo de Krishna, a pesar de los esfuerzos del sacerdote y de otras personas. Los ancianos del pueblo se dieron cuenta de que habían actuado muy mal con una gran devota y le pidieron perdón a la mujer. En ese momento, las puertas del templo se abrieron.
Las maneras de expresar la devoción pueden ser entendidas solo por los devotos. Los demás no las pueden comprender. Fenómenos como este suceden por toda Bharat (la India). Es debido a esta devoción que Bharat ha sido una tierra sagrada en todas las épocas.
La devoción de Mira por Krishna Mira era una devota que estaba completamente fundida en la conciencia de Krishna. Después de contraer matrimonio, le pidió al rajá, su esposo, que construyera un templo para Krishna. El rajá construyó un templo de mármol. Mira pasaba todo el tiempo en el templo cantando bhajans, sin prestar atención al mundo externo. El rajá, que le había permitido a Mira llevar a cabo su adoración de Krishna de acuerdo con lo convenido antes del matrimonio, se molestó al verla tan absorta en Krishna, le prohibió ir al templo y cerró las puertas para impedirle la entrada. Mira pensaba: “El rajá puede prohibirme ir al templo que ha construido, pero ¿quién me puede impedir ver al Krishna que reside en el templo de mi corazón?”.
Entonces Mira comenzó a pensar en el Krishna del templo de Dvaraka. Y corrió hacia allí atravesando selvas y colinas, desafiando tempestades, cantando todo el tiempo y llamando: “¡Krishna! ¡Krishna!”. Al llegar a Dvaraka, entró en el templo, pero encontró cerradas las puertas del sanctasanctórum. A pesar de sus esfuerzos, las puertas no se abrieron. Ella gritó: “¡Oh, Krishna! Piensas que con los címbalos en una mano y el tambura* en la otra, ¿puedo agarrar tus pies de loto? Ves, los estoy tirando. No voy a renunciar a ti, y no puedes alejarte de mí. Abandonaré todo y me aferraré a tus pies”. Con un grito de angustia, Mira golpeó la puerta del sanctasantórum con la cabeza y, en ese momento, cayó al suelo inconsciente. Una llama refulgente emergió de su cuerpo y se fundió en la estatua de Krishna.
Pocos comprenden cómo se manifiesta la devoción entre los amantes de Dios. Las relaciones humanas vienen y se van. Pero la asociación con Dios es eterna.
* Instrumento de cuerdas.
Ofrezcan su adoración a Dios de todo corazón Cuando uno ofrece todo a Dios, el Señor se somete al devoto.
La anciana que ofrendaba todo a Krishna es una ejemplo de esa devoción. La palabra Krishnarpanam estaba en sus labios todo el tiempo, pero era pronunciada con profunda y genuina devoción. La repetición mecánica de Krishnarpanam no tendría ningún significado.
Contratar a sacerdotes en los templos para realizar la adoración a cambio de dinero es totalmente inapropiado. Esa clase de adoración es una práctica mercenaria y no les hace ningún bien a las personas. Lo correcto es que los devotos ofrezcan su adoración de todo corazón en sus propios hogares. Eso sí les hará un bien verdadero.
Discurso pronunciado en Trayee Brindavan, el 3 de mayo de 1987.
Habrán oído a la gente hablar de los “milagros”, de que he “hecho” esto y “dado” aquello, de que Yo lleno sus necesidades, de que he curado sus enfermedades.
Claro está que les confiero estos dones de salud y prosperidad, pero solo para que puedan continuar su sadhana espiritual con más entusiasmo y menos interrupciones.
–Baba