Discursos dados por Sai Baba – 18. 03/07/94 Aprecien la dulzura del sacrificio

Discursos dados por Sai Baba

{SB 27} (33 discursos 1994)

18. 03/07/94 Aprecien la dulzura del sacrificio

Sai Ramesh Hall, Brindavan

El cosmos está gobernado por la Divinidad;

la Divinidad está controlada por la Verdad;

esa Verdad está sujeta a los seres nobles;

los nobles son la Divinidad misma.

¡Encarnaciones del Amor Divino! El Cosmos entero, que consiste de objetos animados e inanimados, depende de Dios. La Divinidad está gobernada por la Verdad. Esa Verdad es gobernada por Utamadhinam (los seres nobles). El ser más noble es Divino. Cada ser humano es inherentemente noble. Esta nobleza es la que constituye su divinidad. Dios se manifiesta en forma humana. No hay necesidad de buscar a Dios como una entidad distinta en otro lugar. El hombre debe esforzarse por realizar la Divinidad dentro de sí.

Desde los primeros tiempos, los sabios consideraron la vida humana como madhuram (dulce). Esta vida dulce está asociada con Madhava, la Divinidad, y con nada más. Deben asegurarse de apreciar correctamente esta Dulzura. Sólo cuando el hombre proteja esta dulzura él será fiel a su naturaleza humana. Sin esta dulzura, el hombre deja de ser humano.

Para experimentar esta dulzura, el espíritu de sacrificio es esencial. Esta dulzura nectarina es el resultado de tyaga (el sacrificio). Como declaran los Vedas: “La inmortalidad no se gana ni por las obras, ni por la progenie o la riqueza. Se la alcanza sólo a través del sacrificio”. Cualesquiera sean las buenas obras que uno pueda realizar, cualquiera sea la riqueza que uno pueda adquirir, sin sacrificio la Divinidad no puede ser experimentada.

La dulzura llena de bienaventuranza satura al hombre de la cabeza a los pies

La dulzura nectarina surge en el hombre a causa del sentimiento de sacrificio. Esa dulzura es la Divinidad misma. Krishna es alabado como “¡Madhuradhipate! ¡Madhuram! ¡Madhuram!” (El Señor de Madhura, que es todo dulzura). Cuando el Señor es descrito como el “Señor de Madhura”, ¿qué es esta dulzura? El corazón es dulce, el sentimiento es dulce. El amor (que uno siente) es dulce. La acción (del devoto) es dulce. Ananda (la bienaventuranza) es dulce. El Atma es dulce. Esta dulzura llena de bienaventuranza satura al hombre de la cabeza a los pies.

Desafortunadamente, hoy el hombre no hace esfuerzos por reconocer la dulzura que hay en él. Todos sus pensamientos, sentimientos y deseos están dirigidos hacia el mundo externo. Ni siquiera una pequeña fracción es dirigida hacia el corazón interno.

La cultura bharatiya contiene ilustraciones de esta dulzura. No hay nada en el mundo más dulce que el amor de una madre por su hijo. La madre está dispuesta a sacrificarlo todo, incluso su vida, por el bienestar del niño. Esta dulzura nectarina sólo se manifiesta en la madre, que es la encarnación de la Divinidad. De ahí el mandato de los Upanishads: “¡Matru devo bhava!” (Consideren a la madre como a Dios).

Del mismo modo, el corazón del padre que cría al niño y desarrolla su personalidad también es dulce. Por lo tanto, los Upanishads ordenan que todos traten al padre como a Dios. La madre y el padre son iguales a Dios.

Por ende, desde el principio, uno tiene que honrar a sus padres. La madre es la manifestación visible de Dios. Si, haciendo caso omiso de la divinidad de la madre, que es visible y digna de adoración, uno busca adorar lo que es invisible, esto debe ser considerado un signo de ignorancia. Dios es la forma sutil. Él es invisible, infinito e inconmensurable. La madre es una prueba visible y tangible de la Divinidad. Cuando un niño nace, la primera persona que él contempla es la madre. La madre soporta pacientemente muchas penurias por el bien del niño. Es dulce amar a semejante madre. Ustedes pueden sentir amor por Dios; pero si no sienten amor por su madre, que está físicamente presente ante ustedes, ¿cómo pueden amar a la Divinidad invisible?

La primera obligación de uno es venerar a sus padres

La gente tiende a adorar a las piedras, pero no venera a los seres vivientes. La adoración de ídolos inanimados ha estado en boga desde la antigüedad. Sin embargo, las personas están olvidando venerar a sus padres vivientes. La primera y principal obligación de uno es venerar a sus padres, de carne y hueso, que son en verdad su vida misma.

En el Ramayana, hallamos la siguiente ilustración: Antes de partir hacia la selva, Sri Rama se acercó a su padre, Dasarata, y le dijo: “No lamento tener que ir a la selva. Tampoco me causa dolor que me hayas dado esta orden. Yo tengo que mantener la palabra que diste. ¿De qué sirve un hijo que no mantiene la palabra de su padre? Yo obtengo gran dulzura al cumplir con la palabra de honor de mi padre”.

De esto se desprende que los hijos deben respetar y cumplir con las palabras de los padres. Sólo eso da testimonio de la verdadera cualidad de un hijo.

La vida adquiere dulzura cuando los padres son venerados

El amor es la fuente principal de dulzura para un hombre. No hay nada más grande en este mundo que el amor. La vida adquiere dulzura cuando uno venera a su padre y a su madre. He aquí otro ejemplo del Ramayana:

Inmediatamente después de que Rama rompiera el arco de Shiva, el emperador Janaka declaró que ofrecería a Sita en matrimonio a Rama. Janaka trajo a Sita al salón de asambleas. No obstante, Rama, sin vacilar, pero con palabras dulces y firmes, declaró que no accedería a casarse sin la aprobación de sus padres. Rama dijo que les debía su cuerpo a sus padres y que cumpliría con sus deseos. Declaró que hasta que sus padres llegaran (a Mitila), ni siquiera pondría sus ojos en Sita. “Accederé al casamiento sólo después de su aprobación.” De este modo, Rama se alegró de establecer un ejemplo de conducta ideal para que todo el mundo siguiera en todo momento. El sabio Vishvamitra también esperó la llegada de los padres de Rama.

En otro episodio del Ramayana, el sabio Vashishta acompañó a Bharata a la selva para encontrarse con Rama. Interviniendo en la discusión entre Bharata y Rama (sobre el tema del regreso de Rama a Ayodhya para gobernar el reino), Vashishta dijo: “Es tu derecho y tu deber gobernar el reino. Tú eres el hijo mayor de Dasarata. Estás dotado de todos los talentos. Estás bien versado en las escrituras relativas al Dharma (el código de Conducta Recta). Te has ganado el afecto de la gente. Estás comprometido con el bienestar del pueblo”. Vashishta le suplicó así a Rama que asumiera las riendas del reino.

Hablando con dulzura, evitando cualquier tipo de dureza, Rama respondió: “¡Guruji! Si no honro la palabra dada por mi padre, si desobedezco el mandato de mi padre fallecido, haré que mi vida carezca de valor. Mi deber principal es cumplir con la orden de mi padre. Incluso puedo transgredir el mandato del preceptor, pero no iré contra el mandato de mi padre”.

Así, cumpliendo con las órdenes de su padre, Rama pasó catorce años en el exilio y demostró al mundo la dicha y la satisfacción que se obtiene de una vida tan ejemplar.

Las cualidades que constituyen la dulzura en el hombre

La vida humana debe ser endulzada honrando la palabra dada. La dulzura en la vida consiste en establecer un ejemplo de vida recta para aquellos que los rodean. Hay dulzura en hacerle el bien a alguien que les ha hecho el bien. La gratitud es dulce. Estas cualidades constituyen la madhuryam (dulzura) en un hombre.

Deben estar agradecidos de por vida con alguien que los ha ayudado. Ustedes son los hombres grandes que son hoy debido a todo el amor y el cuidado que sus padres les prodigaron en sus primeros años. Por lo tanto, para experimentar el amor de sus padres deben mostrarles su gratitud. Ésta es una deuda que tienen con ellos.

Lamentablemente, en esta era de Kali los hijos no muestran consideración por sus padres. Éste es un signo desastroso de los tiempos modernos. En cualquier circunstancia, tienen que mostrar respeto y amor por sus padres. Les deben todo a ellos, desde su carne y su sangr
e hasta el alimento que consumen y la ropa que usan. Recordar con gratitud a los padres que ya no están es un acto de sacrificio.

Es una pena que hoy las personas no sean conscientes de la suprema grandeza del sacrificio. Hay sacrificio en cada aspecto de la vida. La dicha obtenida del sacrificio es incalculable. Uno tiene que aprender el valor supremo del sacrificio de sus propios padres, que sacrificaron tanto por el bien de sus hijos. Es su deber mantener a sus padres felices mientras ellos vivan.

Los cuatro tipos de seres humanos

Hoy las personas se vuelven eruditas y adquieren grandes riquezas. Sin embargo, todo lo que obtienen como resultado es engreimiento: la arrogancia del estudio y las riquezas. Las personas aprecian la dulzura de la riqueza y no la dulzura del amor. Sólo el amor constituye verdadera riqueza. No hay riqueza que supere al amor. A través del amor deben desarrollar el espíritu de sacrificio. Llenen todas sus acciones de amor. La vida humana debe estar llena de amor y dulzura, para compartir con otros. De otro modo, deja de ser humana.

Hay cuatro tipos de seres humanos: los humanos divinos, los humanos demoníacos, el hombre humano y el hombre animal. Las cuatro cualidades de lo divino, lo demoníaco, lo humano y lo animal están presentes en los seres humanos en diversos grados.

“Brahmarato Daivah” (El hombre que está instalado en lo humano es divino). Esto implica que el hombre que está comprometido con la verdad, que realiza acciones correctas, que presta ayuda a otros, que piensa en el bienestar de otros, que se dedica a actos de caridad y beneficencia, está lleno de cualidades divinas. Él está inmerso en el conocimiento de Brahmán.

“Sathyadharmaparo martyah” (Es un ser humano quien se adhiere a la Verdad y la Rectitud). Un verdadero ser humano debe defender la verdad y la conducta recta. Si la verdad y la rectitud son defendidas, la nación estará a salvo y segura. No son los ejércitos ni las bombas los que protegerán a la nación. Sólo la Verdad y la Rectitud protegerán a la nación.

“Madhya pana rato dushtah” (El ser humano demoníaco se deleita con las bebidas alcohólicas). Comer carne y beber alcohol son vicios demoníacos. Quienes caen en la bebida pierden todo sentido del decoro, no tienen compasión ni amor y se vuelven demonios.

Un hombre egoísta manifiesta su naturaleza animal

“Jñanena shunyah pashubhis samanah” (Quien carece de sabiduría es igual a un animal). Jñana es la capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, lo permanente y lo transitorio. La animalidad en el hombre está indicada por la ausencia de Jñana. Un verdadero ser humano tiene que tener este poder de discernimiento. Debe saber qué decir, cuándo y a quién, y debe saber cómo comportarse con los mayores, los amigos y los distintos tipos de personas. Una persona que es ignorante en estos asuntos sólo es un animal. Jñana, en su sentido más profundo, significa Atma-Jñana (conocimiento del Ser). Esto está ausente en el hombre moderno. Quien es egoísta y egocéntrico está manifestando su naturaleza animal. Sólo cuando el interés personal se combina con el interés por los demás uno puede ser verdaderamente humano. Sin modales no se puede ser un hombre. Sin buen comportamiento no se es un niño. Sin disciplina uno no puede ser un devoto.

La persona que habló anteriormente dijo que el pañuelo le daba belleza a Bhagavan Baba. Esto es absurdo. La verdadera naturaleza de la belleza fue descrita por la poetisa Mallamma en lengua kannada. Ella dijo que el loto le otorga belleza al estanque. La luna le confiere belleza al cielo. El vibhuti en la frente de un devoto le confiere belleza. Sin virtud, la vida deja de ser hermosa. Virtud implica conducta que suscita la aprobación de otros. Debe ser ejemplar y conferir deleite a los demás. No debe causar daño a otros o parecer ridícula. Debe traer un buen nombre.

Que sus palabras sean siempre dulces

Las personas deben reflexionar sobre cuál es su propósito en la vida, a dónde están yendo y qué es lo que deben lograr antes de emprender cualquier actividad. En este contexto, el Ramayana proporciona una lección para todos. Dasarata, sin preocuparse por el futuro, le concedió dos favores incondicionales a Kaikeyi a cambio de la ayuda que ella le había prestado. A causa de su amor irreflexivo por ella, le otorgó dos favores diciendo que ella podía tener lo que quisiera, cuando ella eligiera pedirlo. Ella eligió el momento y los favores que quería. Pidió el exilio de Rama y la coronación de Bharata. La lección a aprender de esto es que cuando uno da su palabra, debe ser consciente de todas sus consecuencias. Las promesas hechas irreflexivamente conducen a situaciones graves. Uno tiene que atenerse a la palabra dada.

La verdad dota a la vida de dulzura. Las palabras amorosas endulzan la vida. Que sus palabras sean siempre dulces, cualesquiera sean las circunstancias. Así como la caña de azúcar tiene que pasar por la trituración y otros procesos antes de que se pueda obtener azúcar de ella, el cuerpo tiene que pasar por ciertas pruebas rigurosas para manifestar su naturaleza dulce. Los buenos pensamientos, los buenos sentimientos y las buenas acciones que producen el refinamiento se denominan Samskara. El amor es esencial para su refinamiento. Por ende, el amor es el medio para realizar la nectarina dulzura de la vida.

Traduccion Mercedes Wesley