Discursos dados por Sai Baba – 31. 04/03/62 Pasa tus días con Shiva

Discursos dados por Sai Baba

{SB 02} (49 de 52 discursos 1961 a 62)

31. 04/03/62 Pasa tus días con Shiva

4 de Marzo de 1962

Prashanthi Nilayam

Mahashivaratri.

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AL MIRAR este inmenso mar de rostros preferiría no hablarles: quiero sentir la bienaventuranza con sólo verlos desde aquí; contemplar su fe, su devoción y su sinceridad. Que ustedes Me miren a Mí, que Yo los mire a ustedes; ¿qué más se necesita para que nazca la bienaventuranza?

Anhelan escuchar Mis palabras y también Mi voz. Esa es la medida de su amor. Están tan acostumbrados a escuchar hablar a la gente, que si no oyen algo les duelen los oídos. Si no hablan, sus lenguas se vuelven inquietas y hasta impacientes. Oídos y lengua están tan habituados a la actividad que ahora les es difícil a ustedes sentarse quietamente por unos cuantos minutos a comulgar con el silencio dentro de ustedes mismos.

El hombre (man en inglés, manava en sánscrito) se llama así porque tiene la capacidad de disfrutar de la reflexión (manana) o contemplación interna del significado de lo que ha oído; no sólo posee esta capacidad, sino el impulso por la vida interna. Pero ustedes no han salido todavía de la etapa del escuchar (sravana); los maestros tampoco han progresado más allá de la etapa del discurrir (pravachana): por eso hoy ansían que Yo les hable (sambhashana).

Rama Sharma recitó algunas lindas estrofas compuestas por él sobre Shiva y acerca de los medios para ganar Su gracia, evidentemente porque hoy es Shivaratri. Los poemas tienen tal dulzura que no deberían ni siquiera desechar la corteza. Él descubrió al Señor como el espíritu que mora en cada cosa viviente y los instó a que practicaran sin cesar ecantar el nombre del Señor.

Pero algunos de ustedes podrían inquirir: ¿por qué? Algunos han venido a Mí y Me han hecho esta misma pregunta: «Nos hemos dedicado a las prácticas espirituales durante años; hemos escrito decenas de miles de veces el Nombre, lo hemos repetido sin cesar por muchos años, ¡pero no hemos tenido buen éxito! ¿Por qué no hemos llegado a la meta?».

Quiero que cada uno de ustedes busque la respuesta dentro de sí mismo; examinen su esfuerzo y sus logros y juzguen su práctica sin que Yo les ayude. ¿Han anhelado, se han entristecido, han llorado por el Señor como hizo Thyagaraja, por ejemplo? ¿Han derramado lágrimas de dolor, lágrimas de exaltación, mientras repetían Su nombre tan lleno de dulzura y belleza, mientras visualizaban Su forma tan llena de hermosura y encanto? Quizá hayan llorado; pero ¿quién sabe para qué?, ¿quién conoce el impulso que los arrastró a la tristeza? ¿Fueron lágrimas derramadas por temor o codicia u orgullo, o porque el Señor no estaba cerca?

Un niño sentado con un libro de los Upanishads en las piernas dará vuelta a las páginas, verá con atención las líneas impresas, observará deliberadamente, lentamente y con gran cuidado los raros caracteres. Un sadhu también hará lo mismo. ¿Pero es posible igualar a los dos y decir que ambos están dedicados al mismo acto? El niño no tiene conciencia del tesoro que está en sus manos, mientras que el sadhu se pondrá en contacto inmediato con el poder espiritual que las líneas transmiten. Descubran ustedes mismos si su sadhana ha sido sincero y lleno de propósito, atento y meritorio.

En su poema, Rama Sharma cantó acerca de Sayisha, el Sayi como Isha o Iswara o Shivasayi, como gusta de llamarMe; él habló de la gran, de la inconmensurable e indescriptible dicha de fundirse con Shivasayi y de la devoción y del amor necesarios para esa consumación. Mientras lo estaba describiendo, Yo veía cómo se emocionaban ustedes. La alegria de la cual nació esta canción y la dicha que él mismo sentía mientras la leía ante Mí y ante ustedes son medios seguros de alcanzar esa meta. Cualquiera que tenga el entusiasmo, la firmeza, la determinación de alcanzar la meta triunfará de seguro. Cultiven esa fe en el buen éxito final; nunca se desesperen ni desmayen ni duden. Ese es mi consejo para todos.

El buen éxito es su derecho de nacimiento y deben lograrlo más temprano que tarde.

Por encima de todo, no abran la puerta al cáncer de la duda. ¿Por qué sostener argumentos acerca de Mí, acerca de esto o de lo otro con respecto a Mí? ¿Quién es realmente Baba?, se preguntan y discuten. ¿Qué les puede importar lo que Yo soy realmente? Están preocupados acerca de su meta, su ideal, su experiencia, su esfuerzo, ¿ no es así? ¿ Por qué entonces preocuparse acerca de Mi origen, de Mi naturaleza, de Mi misterio, de Mi milagro? Lo básico es la mano, la copa que sostiene es secundaria.

El objeto tiene menos importancia que la realidad básica, la existencia pura. Si no pueden llegar hasta su propia realidad básica, ¿por qué malgastar tiempo explorando la esencia de la divinidad?

En efecto, podrán comprenderMe solamente cuando se hayan comprendido a ustedes mismos, a su verdad básica.

Lo burdo sólo puede captar lo burdo; sus categorías de conocimiento llegan sólo hasta allí. Los peces mueren cuando respiran el aire fuera del agua. Los niños aprenden el alfabeto sólo con la ayuda de tablas, pizarras, lápices y tiza. Los sadhakas o aspirantes, que están en los primeros pasos de la espiritualidad, necesitan símbolos, imágenes y rituales. No se pueden descartar el Nombre y la Forma hasta que se hayan transmutado en lo Sin Nombre y lo Sin Forma, del mismo modo que los peces necesitaban el agua y no podían salir a la atmósfera mientras no se transmutaran en animales terrestres, al abandonar su naturaleza acuática. Esa es la razón por la cual lo Sin Nombre y lo Sin Forma tienen a menudo que asumir Nombre y Forma y aparecer ante la humanidad con limitaciones impuestas por Su propia voluntad, para que pueda ser amado, respetado, adorado, escuchado y seguido; para que el fin de la humanidad pueda ser cumplido.

Un elefante de madera, no importa lo artísticamente hecho y parecido a la realidad, no es otra cosa que un juguete; no puede crear la conciencia del elefante verdadero. Una gran biblioteca es incapaz de impartir el toque auténtico del gurú viviente. Pueden viajar a diez templos y finalmente llegar aquí opinando que éste es el undécimo. Eso es tan infructuoso como el andar de la décima biblioteca a la undécima. Deben ver, escuchar, estudiar, observar, experimentar, reflexionar; sólo así podrán comprenderMe.

Entonces ustedes se darán cuenta de que Yo soy el amor mismo, de que Yo, por medio de ese amor, doy sólo una cosa: bienaventuranza. Mi tarea es la de distribuir solaz, valor y paz. O sea que Mis características son las antiguas y auténticas características. Lo único nuevo es la forma manifestada. Mi deseo, si se puede expresar en pocas palabras, es éste: más y más de ustedes deberían anhelarMe. El deseo podía realizarse sólo si Yo asumía esta forma y venía a mezclarMe entre ustedes.

Aquellos que han estado siguiendo el desarrollo de cualquier historia deberán haber descubierto ya esto; aun cuando a los mejores de entre ustedes sólo se les haya revelado una fracción del misterio. Ustedes son como un público de habla télugu que está viendo una película en tamil, o viceversa. Los matices, los significados más sutiles o los más profundos se hallan fuera de su comprensión. Mi lenguaje, Mi papel, Mi carrera, Mi objeto pueden ser comprendidos de manera general sólo quedándose a ver la película completa, observando seria y cuidadosamente y tratando de llegar con paciente atención al significado de cada palabra y acto.

En realidad, el lenguaje es un impedimento en lo que se refiere a Mí. Todos los idiomas tienen un lugar en los tratos entre los hombres, expresando sus sentimientos, escondiendo sus debilidades, dando forma a sus pensamientos, etc., pero Yo hablo y escucho el lenguaje del alma. Las palabras dichas por las lenguas de los hombres confunden y desorient
an, engendran las facciones y las sectas, erigen paredes; las palabras que emanan del alma irradian amor y concordia.

El sadhana debe hacerse después que se ha formado un buen carácter; esto es muy importante. En medio de la impureza, de la maldad y de la perversidad el esfuerzo espiritual será infructuoso. Es como la joya en la cabeza de la cobra, en el centro del veneno y de la crueldad. Hay algunos que vienen aquí y logran paz y contento, pero después de años de compartir y de servir caen presas de la perversidad y vuelven a hundirse en el antiguo pantano; bajan a tal punto que niegan la experiencia misma y hacen de falsos testigos de su propia conciencia. No es que tenga ansiedad de que Me adoren o de que se adhieran a Mí; lejos de Mí ello. Sólo pido que se pregone la verdad, no importa la compañía en la cual hayan caído. Deben tener el valor de la convicción, que les ayudará a dominar la tentación de negar las alegrías que hayan experimentado.

Por otra parte, hay otros que son arrebatados por demostraciones histéricas de ciertos individuos débiles mentales que se describen como si Yo hablara o actuara a través de ellos. He de decirles que Yo no Me dejo llevar por tales absurdos. No uso a otros como medios de acción; no lo necesito. No ando parloteando de un lado a otro. Aun aquellos que torturan sus cuerpos y durante años sufren los rigores del ascetismo hasta que se forman hormigueros a su alrededor y se ponen tiesos como troncos encuentran difícil el realizar al Señor. ¿Entonces, cómo pueden ganar tan fácilmente ese estado tales vagos, que comen a satisfacción y andan por allí como esclavos de sus sentidos? Sus gestos, sus palabras y sus acciones Son huecos y vanos; quienes queman incienso ante ellos y los reverencian se están alejando de Mí y van tras de la falsedad.

¿Cómo puede lo Perfecto perder tiempo con lo indigno y llevar el ropaje de lo trivial? Cuando Dios ha venido y tornado forma no llenará vehículos inferiores ni embellecerá vestimentas cursis ni entrará en cuerpos impuros. Por eso no ensalcen esas falsedades ni arruinen a tales desdichados. Trátenlos con severidad a fin de que se curen. Aquellos que han visto la brillantez del diamante no se dejan engañar con cuentas de vidrio.

El Señor es como el diamante, llámese como se llame. Pero una cuenta de vidrio no puede ser transformada en diamante por más que sele pondere ni por más que se pretenda.

Uddalaka, contemporáneo de Chaithanya, eligió adorar al Señor como lo manifestado, como prakrithi. Él prefirió reverenciar al Creador a través de Su creación; veneraba al Contenedor por la cosa que contenía. En suma, él adoraba a Radha, o a la inversa, Dhara, el aspecto de prakrithi, el principio femenino de Krishna, el purusha, ¡el inseparable otro! Su anhelo fue tan conmovedor, sus penitencias tan insistentes que un día sucedió esto: .

Un vendedor de pulseras que caminaba solo por la orilla del río Saraswati, cerca del pueblo, encontró a una doncella que lavaba ropa en la escalera al borde del río. (El Señor tiene tantas ansias por aliviar sus penas como las de ustedes por obtener Su gracia para librarse del dolor. Quizá no sepan esto, pero Yo sí lo sé, pues lo siento.)

La joven llamó al pulserero a fin de escoger varias, todas las cuales se puso. Finalmente, cuando él le pidió el dinero, ella dijo: «Ah, se me olvidó; por favor ve al pueblo a la casa de Uddalaka, cualquiera te indicará cuál es. Pídeselo a él; dile que su hija te ha comprado unas pulseras y él te pagará. Espera, dile que encontrará el dinero detrás de la imagen de Radha que está en el altar».

El hombre asintió y se apresuró a ir al pueblo a la casa de los padres de la joven. Uddalaka se asombró al oír el cuento, ya que no tenía hijos. Ni siquiera estaba casado. Pero el vendedor insistió en que mirara detrás de la imagen de Radha porque, afirmó, la joven era incapaz de engañar. Uddalaka negó haber puesto allí dinero alguno. ¡Y cómo podría usar ese lugar entre todos los lugares para guardar dinero! Mas para satisfacer al pulserero miró detrás del retrato y, ¡sorpresa!, encontró un pedazo de tela anudado que contenía exactamente el dinero para pagar las pulseras.

De repente se dio cuenta de que tenía que ser Radha misma quien había enviado al hombre y cayó a los pies de éste; luego, lleno de dicha y agradecimiento, corrió con él hasta la escalera del río.

Por un instante vio una gloriosa visión sobre las aguas: el brazo derecho de Radha con las pulseras centelleantes al Sol de la mañana. Presintió que el brazo estaba levantado para bendecirlo; oyó que lo llamaba, así que salió de su envoltura mortal y cayó en el regazo de Radha.

Pueden adorar hasta a la naturaleza (prakrithi); no hay nada malo en ello, siempre que se percaten de que el Señor es inmanente a ella y Le da nombre, forma y valor; de que la tela sólo es hilo, la vasija barro, la joya oro. Aun si adoran a sus padres tienen la posibilidad de realizar al Señor por medio de este sadhana. Ellos son sus creadores, guías, maestros y protectores, por lo que al idealizarlos pueden captar la verdad del Señor, el Padre Original.

Aun si es imposible para ustedes el concebir la idea de un Señor o de un Dios, por experiencia deben conocer lo que es el amor, ¿cierto? Han experimentado el amor de sus padres, de un amigo, de su cónyuge, de un hermano o hermana, o el que profesan a sus hijos. Tal amor es una chispa de Dios, quien es todo amor, todo el amor en todos los mundos en todos los momentos. Llamen a su madre y al amor que ella siente por ustedes y aun si su madre física está impedida de llegar a su rescate, alguna madre o la Madre Suprema misma acudirá sin duda a su llamado.

Hay una buena historia para ilustrar esto: una noche oscura Shiva y Parvathi viajaban por el cielo; vieron a un hombre que, encaramado en la rama de un árbol, estaba a punto de caer al suelo debido al agotamiento. Parvathi imploró por él y quería que Shiva lo salvara, mas Éste prefería que Ella fuera quien lo hiciese. Mientras tanto la caída era inminente, de modo que convinieron lo siguiente: si al venir abajo el hombre gritaba «amma» (madre), Parvathi acudiría a detener su caída, y si exclamaba «appa» (padre), Shiva le ayudaría y cuidaría de que no se rompiera hueso alguno. El hombre cayó, pero no pronunció ninguna de las dos palabras, sino «¡ay!» Así que lo dejaron muy solito.

Claro que todo es cuestión de rasgos o actitudes profundamente arraigados. Ustedes pueden retirar efectivo del banco sólo de acuerdo con el dinero que hayan depositado; deben estudiar su estado de cuenta antes de emitir un cheque o de calcular sus activos. Por eso, acumulen sus activos; no los agoten febril y atolondradamente. Por desgracia, la gente disfruta más liquidando sus bienes que acumulándolos. Maldición de los tiempos es que se regodeen en la destrucción y no quieran saber de nada constructivo.

Cuando un comité está dedicado a algún trabajo edificante los miembros encuentran aburrida la obra y no participan.

Si la tarea es la de denigrar a alguien o a cierta institución, los miembros deseosos de meterse en la pelea son más. Por eso ustedes deben mantener intacto su discernimiento y distinguir mejor entre los impulsos destructivos y los constructivos. No escuchen las críticas destructivas ni las procacidades, que son los venenos que corroen la vida espiritual hoy en día. Atestigüen la verdad de su propia experiencia; no sean falsos con ustedes mismos ni conMigo.

Mi nombre es Sathya Sai y significa: «Aquel que se apoya en la verdad».

Esto Me recuerda hechos pasados, sucesos que ocurrieron en Mi cuerpo anterior. Entonces también tenía a sathya o la verdad como Mi apoyo. Un luchador Me retó a una pelea y Lo vencí ante una muchedumbre de campesinos. Resentido por la derrota, invitó a Baba a una segunda pelea al día siguiente a fin de recuperar su reputación. El hombre juró que si era vencido otra vez, llevaría un largo kafni ( ropa, larga hasta la ro
dilla ) y andaría con la cabeza cubierta con un paño. Desafió a Baba a jurar lo mismo. Baba no tenía gana alguna de volver al combate y estaba dispuesto a concederle la victoria al hombre. De manera que aceptó la derrota y se puso el kafni y el pañuelo. El luchador sintió un gran arrepentimiento y su insolencia se disipó. Pidió a Baba que volviera a su estilo de vestir acostumbrado y lo libero de su juramento. Pero Baba se mantuvo en su palabra. Él era la verdad misma. Desde entonces continuo con esa vestimenta con la que ahora se le conoce.

También recuerdo otro caso. Unos amigos del juez Rege, una madre con su pequeño hijo, llegaron un día. Después de una hora o más en la Dwarakamayi (*) fueron al pueblo a escuchar una narración de los Puranas, en la que el pandit, ante la exasperación del niño, describió a Baba como impostor y farsante. El niño insistió a su madre en que se fueran de allí; corrió hacia Baba y cuando éste les preguntó por qué habían vuelto tan pronto, el pequeño le contó toda la historia. Baba rió y dijo: «Sí, yo soy un hombre ordinario, no el poder divino que tú crees».

Pero el niño no se dejaba disuadir. Afirmó que Baba era Dios. Baba contestó: «Yo no soy Dios, hijito. ¿No ves? Mi ropa está rota; sólo tengo dos manos; Dios debería tener cuatro, ¿verdad?» .

Mas el pequeño no estaba dispuesto a dejarse convencer. Afirmó que era Dios, a pesar de las otras dos manos que él parecía no tener. Mientras discutían de esta manera, llegaron algunas personas regocijándose por un milagro que acababa de suceder. Un niño había caído del piso superior de una casa y no había sufrido ni un rasguño.

Baba les dijo: «Sí, lo torné con mis cuatro brazos».

El niño saltó al oír las palabras y expresó: «Ahora tú mismo estás de acuerdo en que tienes cuatro manos y por lo tanto eres Dios». Baba abrazó al niño y llevándolo adentro le dio una visión del Señor con cuatro manos. Tal era la adhesión a la verdad ya en el cuerpo anterior. Aunque no es precisamente adhesión, sino la propia naturaleza de Sai.

Deben aprender el significado no sólo de Mi nombre sino también del de ustedes. Todos tienen nombres de pila perfumados de fragancia divina y deben sacar inspiración y fortaleza de ellos.

Durante la reunión de esta noche Swami Abhedananda dijo que preferiría llamarse Sathyasaicharananda y que Me había escrito respecto a este deseo hace quince días. Pero su nombre enseña que él no debería siquiera mencionar una distinción entre él y Yo.

Debe ser una relación sin diferenciación (abheda). No ha practicado la unidad, la no distinción. Eso fue lo que Yo le escribí : «Aprende la lección que tu nombre actual enseña: es suficiente».

Así también deben aceptar sus nombres, no como etiquetas o medios de identificación o distinción, sino como guías de conducta, como puntos de concentración para el esfuerzo espiritual.

El esfuerzo. Eso es lo principal, es la tarea ineludible de todos los mortales. Aun aquellos que hoy niegan a Dios tendrán un día que andar por el camino del peregrino, derritiendo sus corazones en lágrimas de tormento. Si hacen el más mínimo esfuerzo para progresar por el sendero de la liberación, el Señor les ayudará cien veces más. Shivaratri les imparte esa esperanza. La Luna, que es la deidad que preside la mente del hombre, decrece hasta que el decimocuarto día después de la luna llena no es sino una pequeña cuna de resplandor vacilante. La mente también debe dejarse morir hasta esa condición para que el hombre pueda liberarse.

Si pasan todos los días con Shiva, la conquista de la mente es fácil. Pasen el decimocuarto día de la Luna decreciente con Shiva, lleguen al clímax espiritual en ese día final y el triunfo será suyo. Por esto todos los decimocuartos días de la mitad oscura de cada mes se llaman Shivaratri; por esto el decimocuarto día del mes de Magha [enero-febrero en el calendario hindú] se llama Mahashivaratri. Éste es un día de especial dedicación a Shiva: el lingam emana de Mí para que todos ustedes puedan recibir la gracia y la bienaventuranza del gran momento de la creación del lingam.

(*) Nombre de la mezquita donde Sai Baba de Shirdi vivió la mayor parte de su vida. (N. de la T.)