Lo agrio y lo dulce (11/03/1967)

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( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 2 )

Lo agrio y lo dulce

11 de Marzo de 1967

Prashanti Nilayam

UN FUNCIONARIO DE la Organización de Seguros y otro de la Organización del Hierro y del Acero les hablaron desde este estrado. Sus discursos son una buena base para el mío. Ustedes aseguran su vida porque no están muy seguros de ella, ¿no es así? Para asegurarse una vida cómoda, los persuaden a que se aseguren y paguen las primas, pero pueden obtener felicidad controlando y conquistando la mente y los sentidos, y sólo Dios puede protegerlos de lo terrorífico de la muerte.

El hierro y el acero son producidos en altos hornos en los cuales el mineral es fundido y.se le añaden otros componentes. El hierro fundido es llevado en pailas por grúas y vertido por medio de cucharones que aunque manejan el calor, son inmunes a él. La grúa levanta otros materiales, pero no se sostiene a sí misma. La mente es así: sostiene, manipula, maneja todas las demás cosas, pero no puede sostenerse a sí misma, no puede manipular y transmutarse a sí misma. No puede sostener al sostenedor, es decir, al motivador interno, Dios. Por eso, a fin de salvarse de los extravíos de la mente y sus secuaces, deben agarrarse del «sostenedor».

Hay el hierro, también hay el imán; el imán atraerá al hierro; ése es el destino de ambos, pero si el hierro está cubierto de óxido, la gracia del imán puede no operar de manera suficientemente fuerte para atraer al hierro. La codicia por el placer sensorial seguramente actuará como el óxido. Actúa como el polvo que induce el óxido; y éste finalmente corroerá al hierro mismo y cambiará su naturaleza original. Así, debe ser probado y desempolvado constantemente. Entonces, cuando entra en contacto con el imán, él también adquiere la cualidad magnética y puede descansar de su búsqueda. Ese logro es el mejor, para el imán y para el hierro.

El polvo de la codicia sensual puede ser evitado manteniendo buenas compañías y poniendo en práctica las máximas de buena conducta que uno puede absorber de ellas. La hipocresía está rampante ahora en el campo espiritual más que en cualquier otro, pues allí las pretensiones son grandes; la promesa es prodigiosa, pero el cumplimiento es mínimo. He aquí la historia de un gallo perdido en un pueblo. El dueño se quejó a gritos: «¡Sólo un extranjero vino a este pueblo ayer, y era un brahmín! ¡Pero mi gallo ha sido robado y se lo han comido!» Así se reveló como un engaño el voto de vegetarianismo del brahmín. Prediquen sólo lo que puedan practicar; no hablen más de lo que están dispuestos a cumplir. Sean sinceros y honestos con su propia conciencia. El universo, incluyendo la casa dentro de la cual viven el cuerpo , está compuesto de los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter, elementos que actúan sobre los sentidos como olor, gusto, color, textura y sonido. Puesto que los elementos son emanaciones divinas, cada uno de ellos debe ser tratado con reverencia y cautela. Por ejemplo: la tierra. Si esparcen semillas en la tierra pueden no brotar; si las siembran demasiado profundo, tampoco podrán echar sus retoños. Pueden abandonar la lucha por elevarse hasta la luz. Así también, cada elemento debe ser usado bajo ciertas limitaciones, no cuándo y cómo lo deseen. El tomar agua puede llegar a ser una tortura si el límite es sobrepasado. Así también, hay un límite al calor que pueden soportar o al sonido que pueden oír sin sufrir daño; no pueden respirar cómodamente durante un tifón, ni pueden sus tímpanos resistir la presión de una explosión muy cercana. Cualquier uso de los elementos por encima de los límites establecidos es un sacrilegio. Inclínense y coloquen con cuidado en el piso su estera de dormir; si se quedan parados y la tiran al piso con brusquedad, el ruido inevitable que causan es un sacrilegio para el Dios que les dio el medio a través del cual viaja el sonido.

El agua es de donde emana el principio del factor del gusto. En el estómago del hombre debe haber un equilibrio de los varios sabores: dulce, amargo, salado, ácido, agrio, picante, etcétera. Si el equilibrio es roto por el predominio de un sabor cualquiera, la salud sufre una caída. Si las emanaciones de cualquiera de los cinco componentes elementales de su cuerpo son más de lo que es tolerable, la salud será dañada y la práctica espiritual también se verá afectada. Traten a los elementos como si fueran la vestimenta del Todopoderoso. Él es la corriente que activa todo por doquier.

Agudicen el intelecto, entonces la unidad en la naturaleza se hará evidente. El mantra (oración revestida de fórmulas rituales) más reverenciado y más popular en los Vedas es el Gayatri, que busca la gracia de la Fuente de Toda Luz para que eleve nuestra inteligencia. Tenali Ramakrishna, el famoso poeta, humorista y filósofo de Andhra Pradesh, una vez perdió su camino mientras atravesaba un área de densa jungla. Ustedes saben que él vivió durante el reinado del famoso emperador Krishnadeva Raya, de la dinastía Vijayanagar, alrededor de 1500 después de Cristo. Él pertenecía a la corte y era honrado como un sabio y perspicaz ministro. Vagando desesperado por la jungla, vio a un viejo sabio. Corrió hacia él y cayó a sus pies en señal de reverencia y le preguntó cómo había llegado hasta aquella salvaje región. El sabio le dijo: «La misma fuerza misteriosa que te ha traído a ti hasta este sitio me trajo a mí también. Ha llegado el momento en que debo abandonar el cuerpo que he ocupado durante largo tiempo. Te iniciaré ahora en el mantra que yo he recitado todos estos años y que fue mi tesoro y mi protección». Aquel mantra era el de la Madre Kali, y el sabio lo susurró en los oídos de Ramakrishna.

El renombrado poeta estaba sumamente alegre por haber recibido ese excelso regalo. Se retiró a un templo dedicado a la Madre, escondido en lo más profundo de la selva, y se dedicó a la meditación sobre la figura de la Madre Kali, propiciandola con el mantra. Un día, a la medianoche, los koyas, aborígenes que habitaban la selva, entraron al templo llevando una cabra que pretendían ofrecer en sacrificio para complacer y propiciar a la Madre. Ramakrishna se escondió detrás de la estatua, y cuando el cuchillo estaba a punto de caer sobre el pescuezo de la víctima, exclamó: «¡Yo soy la madre de todos los seres vivos, incluyéndote a ti; si matas a mis hijos, te maldeciré, no podré bendecirte!» Creyendo que era Kali la que hablaba, los koyas desistieron de realizar el sacrificio y se marcharon.

Después Kali se manifestó ante el propio Ramakrishna preguntándole qué deseaba recibir de ella, pues estaba complacida con su sadhana (disciplina espiritual). «¿(qué deseas?», inquirió Kali, sosteniendo un plato de arroz con yogur en una mano y uno de arroz con leche en la otra. Ramakrishna quiso conocer las consecuencias de comer cualquiera de los dos platos antes de decidirse por alguno. Ella le explicó: «El arroz con yogur te concederá gran riqueza y prosperidad material; el arroz con leche te hará un gran sabio y erudito. Ahora, elige». Ramakrishna pensó: «No es bueno tener riquezas siendo un tonto e ignorante, y la sabiduría no llenará tres veces al día mi estómago». Era muy inteligente. Por lo tanto, hizo una pregunta más: «Yo veo dos platos enfrente de mí. Antes de tomar cualquiera de ellos, dime a qué sabe lo que contiene cada uno».

La Madre Kali rió y dijo: «¿Cómo puedo describirte el sabor y hacer que conozcas la diferencia entre ellos? Tendrás que probarlos por ti mismo». Y diciendo esto, le dio los dos platos. El astuto Ramakrishna acercó ambos platos a su boca y pudo saborear el yogur, la leche y todo el arroz de los dos platos. Kali, indignada, exclamó que aquella impertinencia merecía un terrible castigo. Ramakrishna aceptó que había cometido una falta y pidió el castigo que ella se proponía darle. Pero, ¿podría el castigo de la Madre destruir a su hijo, por muy reprensible que su conducta pudiera ser? «Mi sentencia con seguridad te salvará, no tiembles», dijo Kali, y luego pronunció esta frase: «Vuélvete un Vikatakavi», lo cual quiere decir: «Sé un bufón astuto que tenga gran influencia en la corte, que acumule mucha riqueza y pueda guiar a quienes se acerquen a él buscando consejo».

Como lo dijo Bhat, «cada uno tiene el derecho de ganarse la gracia», pero aquellos que, como Ramakrishna, tienen fe en sí mismos, la ganarán pronto y a plenitud. Dios ama a aquellos que tienen la confianza en sí mismos y el valor de la convicción y quienes aprovechan cada oportunidad por mejorar su estado espiritual.

Prashanti Nilayam

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