Los santos de Tamilnadu (10/04/1997)

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( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 30 cap. 9 )

Los santos de Tamilnadu

10 de Abril de 1997

¡Encarnaciones del Amor!, el ser humano es una combinación de moralidad (Naitikam), rectitud (Dharma) y espiritualidad (Adhyatmikam). El hombre contiene estos tres componentes. Por consiguiente, para reconocer lo Divino en el hombre, su condición humana no debería estar divorciada de su Divinidad. La Divinidad es inherente al hombre. Los hombres se consideran a sí mismos meros seres humanos. No es así. Todos ellos son manifestaciones de lo Divino. Dado que los hombres no reconocen este hecho, surge todo tipo de confusiones con respecto a las actividades humanas en el mundo fenoménico. Cada persona debería desarrollar la conciencia de que es Brahman: “Aham Brahmasmi”. Solo entonces comprenderá su verdadera naturaleza. Dios no es distinto del hombre ni está separado de él.

Bharat ha transmitido verdades profundas al mundo desde tiempos remotos. Proclamó el mensaje universal: “Que toda la gente de todo el mundo sea feliz” (“Lokasamastas-sukhino bhavantu”).

Lamentablemente, debido al apego a las cosas del mundo, las personas han perdido su sentido de bienestar universal y están desperdiciando sus vidas preciosas. Las riquezas y las comodidades mundanas son transitorias. La cultura bharatiya ha glorificado la adhesión a la Verdad y la Rectitud.

No hay nada más grande que la tolerancia Dios es el Morador interno en el corazón humano (el corazón espiritual). No tiene sentido buscar a Dios en otra parte. Al comprender esto, los hombres deberían llevar una vida de bondad para con todos los seres. Un hombre sin bondad es un animal.

Había una vez una persona en Tamilnadu que pertenecía a un lugar llamado Pumpuhar, en las orillas del río Kaveri. Solía ganarse la vida fabricando telas y vendiéndolas. En el mismo lugar, vivía un hombre rico cuyo hijo era un muchacho díscolo. Este muchacho fue a ver al tejedor y le preguntó cuál era el precio del sari que vendía.

El hombre respondió: “Tres rupias” (el precio de aquellos días).

El muchacho rompió el sari en dos y preguntó cuánto costaba medio sari. El tejedor respondió: “Una rupia y media”. El muchacho volvió a romperlo en dos y preguntó cuál era el precio del pedazo roto. El hombre respondió: “Vale doce annas” (tres cuartos de rupia). Al tejedor no lo enojó la conducta del muchacho. Se mostró sereno e impasible. El muchacho estaba pasmado. Le preguntó al tejedor: “¿Cómo adquiriste la cualidad de la tolerancia (Kshama)?”.

El hombre respondió: “La tolerancia es verdad. Es rectitud. Es no violencia. Es una fuente de dicha. Es el cielo mismo. Es el summum bonum en este mundo. No hay en el mundo nada más grande que la tolerancia”.

El tejedor compuso numerosos poemas en los que alababa la tolerancia (Kshama). Esta obra se conoce como “Tiruvachakam”.

Su autor no es otro que el santo Manikavachakar, quien alcanzó la meta más elevada de la vida gracias a la cualidad de la tolerancia y trajo gloria a Tamilnadu con sus cantos devocionales. A lo largo de los siglos muchos otros santos, conocidos como Alvars, nacieron en Tamilnadu.

“Todo le pertenece a Dios” He aquí otro ejemplo: entre los diversos reinados de Tamilnadu, es famoso el de los reyes Pandyan. Uno de los gobernantes Pandyan deseaba hacer progresar su reino criando caballos.

Tenía en su corte a un joven ministro. Este era un hombre de carácter, lleno de piedad y devoción. Llevaba una vida pura, una vida de integridad y dedicación. El rey le dio el dinero necesario para que comprara caballos. El ministro salió con sus escoltas para cumplir la misión. En el camino vio un templo de Shiva en ruinas.

Allí se encontró con un hombre santo, Shivayogi. Luego de conversar con el yogi y escuchar sus enseñanzas, el ministro se quedó con él como discípulo. Perdió interés en la misión de comprar caballos, y se sumió en la contemplación de Dios. Además, utilizó el dinero que había traído consigo para la renovación del templo de Shiva.

Estas noticias llegaron al rey Pandyan. Hizo llamar al ministro y lo acusó de hacer un mal uso del dinero que le había dado para comprar caballos. El ministro respondió: “No he usado mal el dinero.

Todo le pertenece a Dios. He usado el dinero como ofrenda a Dios”. El rey preguntó: “¿Quién te dio el dinero?”. Él respondió:

“Todo vino de Dios. Tú no lo ganaste. Era un regalo de Dios. Y yo se lo ofrecí a Dios”.

El rey mandó al ministro a prisión. Sin embargo, como un hombre inocente había sido encarcelado, el rey no podía dormir ni ingerir alimentos. El prisionero cantaba poemas de alabanza a Dios.

Estos poemas se han hecho famosos como “Tirumantram”. Este trabajo es considerado otro Veda en Tamilnadu. Al autor se lo conoce como Tirumular.

Una tierra tan sagrada como Tamilnadu ha sido testigo de la declinación de la espiritualidad. Hay un egoísmo desenfrenado.

Muy pocos están llenos de temor al pecado o de amor a Dios. El temor al pecado, el amor a Dios y la moralidad en la sociedad se han vuelto raros. Las personas pueden experimentar a Dios si se adhieren a la senda de la verdad. Muy pocos le oran a Dios por Su gracia. La mayoría de las personas ruega por beneficios materiales, que son efímeros. Desperdician la sagrada y preciosa vida humana en la búsqueda de bagatelas. Los hombres se ven afectados por las enfermedades de la locura por la riqueza y el poder. Lo que se gana debería usarse para el beneficio de la sociedad.

Hay otra enfermedad que todos padecen en diferentes grados:

es la enfermedad del egoísmo (Ahamkara). No hay absolutamente ningún motivo para esta vanidad. No hay ninguna razón para que alguien se sienta orgulloso de su riqueza u otra posesión. De lo único que uno debería sentir orgullo es de la propia bondad. Las personas deberían cultivar amor y alimentar el sentimiento de unidad con todos los seres.

¡Encarnaciones del amor!, todos sus bhajans, penitencias y hábitos semejantes son inútiles a menos que tengan un corazón puro lleno de amor. Es como preparar comida en un recipiente no estañado. Se deteriorará inevitablemente. Deben emprender el camino espiritual para desarrollar un corazón amoroso. Este amor puro es la senda directa hacia Dios. El amor es ilimitado y divino.

El amor a Dios no debería depender de que sus plegarias sean respondidas o no. Recuerden las pruebas severas que atravesaron los sabios y santos en su devoción a Dios. Ellos afrontaron con valor todas las dificultades y obtuvieron fama perdurable como grandes devotos. La vida es un desafío: ¡Enfréntenlo! La vida es un juego: ¡Juéguenlo! La vida es amor: ¡Disfrútenlo! ¡La vida es Conciencia! El mejor modo de amar a Dios es amar a todos, servir a todos.

Discurso pronunciado en Sundaram, Madrás, el 10 de abril de 1997.